Los refrigerios y ágapes ofrecidos por la familia del finado no se limitaban al día del entierro y funeral. Obsequios similares tenían lugar en muchas localidades tras los oficios religiosos que se celebraban en los días posteriores al entierro o en el aniversario del fallecimiento.
Entre estos oficios funerarios destacan las misas de honra que convocaban principalmente a los parientes, quienes estaban obligados a acudir a tales actos para honrar la memoria del que había pertenecido a su parentela.
En Elosua (G), el día de las honras, ondraeguna, tenía lugar a los nueve días del entierro con asistencia de los parientes que eran obsequiados con una comida, ondra-bazkaixa, en la casa del finado.
En Elgoibar (G), este día de honras cobraba una particular significación. A la terminación de la misa el sacerdote rezaba ante los familiares un responso en el pórtico de la iglesia y seguidamente se celebraba la comida, onra jana, en una taberna.
En Zerain (G), en los dos días siguientes al entierro y con participación de los parientes que componían el duelo se celebraban las misas de honra, a las que seguía la comida de honra, onra-bazkarie.
En Gatzaga (G), al año de la muerte se celebraba esta misa de honra, ondra-meza. Finalizada la ceremonia, se obsequiaba a los asistentes con una copa de vino dulce servida por la beata en una de las habitaciones del beaterio. A los familiares y vecinos más allegados, en el mismo lugar, se les ofrecía un refrigerio de pan, queso y vino[1].
En Aberasturi (A), la misa de honra tenía lugar el domingo siguiente al entierro. Tras ella, los familiares del difunto y el sacerdote comían en la habitación mortuoria.
En San Martín de Unx (N), a los participantes en los funerales de tres misas la familia del difunto les ofrecía pastas y vino en casa del sacristán.
En Busturia (B), la familia invitaba a un refrigerio a los vecinos, amigos y forasteros que acudían a la misa de salida que se celebraba el domingo siguiente al fallecimiento, o a la misa de aniversario. En tiempos anteriores, esta colación tenía lugar en el mismo pórtico.
En Liginaga (Z), ocho días después del funeral se celebraba una misa por el alma del difunto. Ese día tenía lugar en la casa mortuoria una comida a la que se invitaba a cuantos hubieran realizado algún servicio con motivo de la defunción y de los funerales. El aniversario del fallecimiento se conmemoraba con una misa, urteburiko meza, y una comida en la casa del difunto a la que acudían los parientes y vecinos.
En Behe-Nafarroa, con ocasión del novenario, bederatziurrena, o del aniversario, urtheburuko meza, algunas familias obsequiaban a los parientes que acudían a los actos religiosos con un ágape más sencillo que el del día del entierro.
En Bidegoian (G), a las personas que asistían al novenario de misas, bederatziurrena, y a la misa de aniversario, urtebetetzea, la familia ofrecía un refrigerio denominado ogi-ardoak, pan y vino. Era un obsequio similar al ofrecido tras los funerales de honras.
En Amezketa (G), acabado el novenario de misas, se daba un refrigerio denominado arrantxoa consistente en vino, anís y galletas que se tomaban en la casa conocida como serora-etxe próxima a la iglesia.
En Lagrán (A), al finalizar el novenario de misas «la novena» y después del aniversario, «cabo de año», se obsequiaba con pan y vinoError en la cita: Etiqueta <ref>
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En Zeanuri (B), las misas de aniversario, memoriek, se decían en lunes con asistencia de los
parientes que eran obsequiados por la familia del difunto con un refrigerio en una taberna del pueblo.
- ↑ Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 422.