La comida de entierro. Entierro-bazkaria

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La celebración de comidas de entierro ha sido registrada como práctica habitual en todas las poblaciones encuestadas. En su forma más neta estas comidas reunían a los miembros de la familia troncal que estaban obligados a asistir a las honras fúnebres de los parientes. También de un modo expreso se invitaba a los amigos cercanos del difunto o de la familia que hubieran acudido a las exequias desde otras poblaciones.

Menos usual fue la participación en ellas de la totalidad de los asistentes al funeral; tampoco fue general la de los parientes que residían en el mismo pueblo. En algunas localidades se invitaba al primer vecino o a los que habían tomado parte activa en el entierro (porteadores, sacristán, sacerdotes, etc). Por otro lado, tuvo gran arraigo la presencia en esta comida funeraria de aquellas personas que hubieran dado una limosna para celebrar misas por el alma del difunto.

La antigua costumbre de preparar esta comida en la misma casa mortuoria cedió con el paso del tiempo ante la nueva usanza de organizarla en tabernas y posadas.

Hoy en día las comidas de entierro han caído en desuso. Las razones que aducen los informantes son coincidentes en toda el área encuestada. Por una parte, la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II durante los años sesenta hizo que los funerales se desplazaran a la tarde. Por otra, la generalización de los medios de transporte privados facilita los desplazamientos y permite a los asistentes al funeral el regreso a sus domicilios en espacios de tiempo cortos.