Signos de la naturaleza

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Una de las creencias más difundidas es la que asegura que morir en día de lluvias o que llueva después del óbito es señal que indica la salvación del alma.

En Sara (L) se decía que era señal de salvación el morir en día de lluvias[1]. En Oiartzun (G) igualmente el que lloviese el mismo día en que ocurría el óbito[2].

En Bidegoian (G) se cree que si al día siguiente de ocurrir una defunción llueve mucho, el alma del difunto está en el cielo. En Telleriarte (Legazpia-G) que si llovía durante el entierro iba al cielo.

Azkue recogió esta creencia en Lekeitio, Murelaga (B), Amezketa, Ormaiztegi (G), Araitz, Baztan, Larraun (N) y Donibane-Garazi (BN). Según este autor de aquí proceden varios dichos populares:

  • «Gorputz onak euri ona» (El buen cadáver buena lluvia) (Araitz-N).
  • «Gorputz ona euritsu» (El buen cadáver (es) lluvioso (Amezketa, Beizama-G).
  • « Gorputz ona, euritsu; gorputz turra, aizetsu» (El buen cadáver es lluvioso; el mal cadáver ventoso) (Arrona-G).
  • «Il onak euria» (El buen muerto (trae) lluvia) (Arakil-N).
  • «Arima onak euria» (Baztan-N); «Arima justuak euria» (Donibane-Garazi-BN); «Anima hunak ebia» (Barkoxe-Z)[3].

En Lazkao (G) una informante recordaba un dicho similar: «Euritsu, anima salbatua. Aizetsu eta ekaitz, anima galdua» (Lluvioso, alma salvada. Ventoso y tempestuoso, alma perdida)[4].

La asociación de la muerte con la lluvia como indicio de salvación del alma también fue constatada por Thalamas Labandibar en Iparralde[5].

Sin embargo, una tempestad fuerte que se levantase al dar tierra a un difunto indicaba casi siempre que el muerto era mala persona e iba al infierno (Elorrio-B)[6].

En Ezkio (G) si, una vez ocurrido el óbito, se levantaba viento fuerte, esta señal indicaba que el difunto había sido mala persona; lo mismo se creía si tronaba, entonces se decía: «Trumoiak jo zun ta demonioak eamango zun bere arima» (Tronó y el diablo llevaría su alma). Por el contrario, si empezaba a llover es que había sido buena.

En Pipaón (A) se solía decir que, si soplaba el viento, el difunto se condenaba y, si llovía en el momento de morir, iba directo al cielo; en cambio, si llovía fuerte o había remolinos se tomaba por mala señal[7].

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También han estado ampliamente extendidas dos creencias relativas a la salvación de las ánimas de distinta naturaleza a las citadas hasta ahora. Se pensaba que cuando dos personas decían lo mismo a la vez sacaban un alma del purgatorio y que cada estrella fugaz era un alma que iba del purgatorio al cielo.

En Sara (L) era señal de salvación el morir en Semana Santa o el día de la Ascensión del Señor[8]. En Oiartzun (G) en el fin de semana o a últimos de mes. En Murchante (N) existía la creencia de que quien moría en sábado iba al cielo directamente. En Bermeo (B) algunos conceden importancia al día en que ocurre la muerte ya que determinadas fechas se consideran días elegidos para bien morir, egun izentetsuan il da.

Por último, Thalamas Labandibar recogió en Iparralde alguna creencia más:

  • Cuando un niño moría llevaba consigo al cielo al último muerto del pueblo si su alma se hallaba en el Purgatorio.
  • Cuando un hombre moría dejando dinero metido en el suelo por pura avaricia no podía entrar en el cielo hasta que alguien lo sacase[9].


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. «Bosquejo etnográfico de Sara (VI)» in AEF, XXIII (1969-1970) p. 116.
  2. AEF, III (1923) p. 88.
  3. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 215.
  4. Anastasio ARRINDA. Euskalerria eta eriotza. Tolosa, 1974, p. 137.
  5. Juan THALAMAS LABANDIBAR. «Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental» in AEF, XI (1931) p. 18. Según este autor: «La asociación de la muerte de una persona buena con el beneficio de unas lluvias fertilizantes, demuestra que desde el más allá, según creencias antiguas, los difuntos continúan favoreciendo a sus descendientes en sus cosechas y demás bienes». Vide La mentalidad popular vasca, según Resurrección M.» de Azkue. San Sebastián, 1975, p. 88. Nota 16 a los comentarios sobre los dichos aportados por Azkue.
  6. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 215.
  7. En Zegama (G) se aseguraba que cuando moría algún escribano el viento causaba daños, de ahí que cada vez que soplaba el viento con fuerza se dijese: «Eskribanuen bat baztarren baten il dek» (En alguna parte ha muerto algún escribano). (LEF. Recogido por J.A. Aracama). En Zeanuri (B) se decía: «Eskribauen bat il de» (Ha muerto algún escribano). A la mala fama de éstos se le sumaba la de los molineros. A este respecto cuentan también en Zeanuri: Bein errotari bet il zen eta zerure joan el zen. Eta axe izin zen seguru ara eldu zanik lelengo errotarie. Eta homenajea eiteko ba, lelengo zala ta. Orretarako eskribaue (notarios) bear. Eta zeru guztien eskribauen errasturik bez. Ondiokarren lelengoa elduteko. Una vez murió un molinero y dicen que fue al cielo. Y dicen que aquél fue el primer molinero que llegó allí. Y como era el primero había que hacerle un homenaje: Para ello se requerían los servicios de un escribano (notario). Pero en todo el cielo no encontraron ni rastro de escribano. Todavía el primero estaba por llegar. Vide Ander MANTEROLA. «Industrias tradicionales en Zeanuri (Bizkaia) I. Molinos harineros» in Etniker, IV (1979) p. 246 (reedición).
  8. José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)" in AEF, XXIII (1969-1970) p. 116.
  9. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in AEF, XI (1931) pp. 18 y 19.