Extensión del duelo a los animales domésticos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En un capítulo anterior se han recopilado numerosos datos sobre la costumbre ya abandonada de anunciar la muerte de un miembro de la casa, generalmente el dueño o su esposa, a las abejas y a los demás animales domésticos. En algunas localidades, al proceder a comunicarles la noticia, colgaban un paño negro de las colmenas en señal de duelo.

Además de en las localidades allí mencionadas, en Gorozika (B) también se les colocaba un paño negro, al igual que en Bermeo, Busturia y Orozko (B). En estas tres últimas localidades se decía que, de no obrar así, las abejas morirían.

En Kortezubi (B) colocaban a veces sobre una colmena una tela negra en forma de cruz[1]. También en Berriz (B) se posaba un paño negro sobre las colmenas. A principios de los años veinte, cuando se realizó la encuesta en estas dos localidades, en la primera seguía vigente la costumbre mientras que en la segunda ya se había olvidado.

Hasta hace unos cuantos años, en las casas de Abadiano (B) y Goizueta (N) que tenían colmenas era habitual taparlas cuando fallecía un miembro de las mismas. En Amorebieta-Etxano (B) se les abría una de las tapas.

En este apartado se recoge una práctica más que estuvo extendida en Vasconia continental y que consistía en silenciar los cencerros del ganado doméstico como signo de duelo.

En Heleta (BN) se les retiraban los cencerros a las vacas durante un año y en Armendaritze (BN) a estos mismos animales aproximadamente seis meses. En Izpura (BN) hasta 1944, a las vacas y ovejas durante un mes.

En Sara (L) le retiraban los cencerros, campanillas y cascabeles al ganado de casa. No se les volvían a poner mientras durase el duelo, es decir, durante dos años si el muerto había sido el dueño o su mujer, o un año si se trataba de un hijo o hija de los dueños. Tan sólo alguna oveja que paciese en el monte llevaba una campanilla. En Hazparne (L) se le quitaban los cencerros durante una decena de días. En Bidarte (L) también se le retiraban.

En Gamarte y Lekunberri (BN) se quitaban los badajos o se rellenaban los cencerros con paja. En Azkaine (L) también era habitual antaño taponar los badajos para evitar su tintineo.

En Santa Grazi (Z), si en una casa había ocurrido un fallecimiento, cuando al llegar el verano el rebaño de ovejas o de vacas subía al monte no se ponía a los animales los cencerros grandes, tzintzarriak, sino los pequeños, txintxak.

Esta tradición también se ha constatado en algunas localidades de Vasconia peninsular. En Orozko (B) se les quitaban los cencerros a ovejas y vacas; cuando el que moría era el padre se les retiraba a todas las ovejas pero si era la madre se le dejaba puesto a una, a la mejor. Esta costumbre, que se perdió como tal hacia los años treinta, sigue vigente en el habla coloquial, ya que hoy en día se ha dado el caso de viendo pasar a un rebaño sin cencerros, preguntarle a su dueño: «Lutun daukazuz ala...? (¿Es que las tienes de luto?). Una de las informantes resalta que sobrecogía ver pasar las ovejas sin que sonasen los badajos.

También en Zugarramurdi[2] (N), Carranza y Zeanuri (B) se quitaban cencerros y campanillas a los animales domésticos.

En Santa Grazi (Z), cuando en verano se subía el ganado al monte, si la casa estaba de luto no se marcaban las ovejas con pintura roja sino azul o violeta. En Ligi (Z) empleaban con idéntico fin pintura negra.


 
  1. AEF, III (1923) p. 42.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 328.