Los recordatorios
Los recordatorios carecen de la finalidad anunciadora de todos los métodos recopilados hasta ahora; como su nombre indica sirven sin más para que familiares y amigos recuerden al muerto y recen por él.
Se incluye aquí un apartado dedicado a los mismos sencillamente por la relación que guardan, al menos en su estructura, con las esquelas.
Suelen presentar el aspecto de un díptico o simplemente consisten en una lámina y tienen tamaños variables pero en general son de dimensiones reducidas.
Los que constaban de una sola lámina presentaban en el anverso una estampa en blanco y negro con motivos religiosos. Al menos en Moreda (A) hay constancia de que las frases que acompañaban a dichas imágenes estaban en lengua francesa. En el reverso aparecían impresos los datos del finado y el restante texto del recordatorio.
Los recordatorios en forma de díptico presentan imágenes religiosas en el anverso y en el reverso, apareciendo el texto en las dos páginas centrales. En la primera suele figurar una fotografia de contornos elípticos con el rostro del difunto. El texto precisa los datos del fallecido y la fecha de la defunción. También se detallan los nombres y parentescos de los familiares al igual que en las esquelas y se termina con la súplica de que se rece una oración por su alma. En la segunda página aparece el texto de las oraciones que se deben repetir.
Con el transcurso del tiempo las imágenes de los recordatorios pasaron a imprimirse en color y se perdió la orla negra que los caracterizaba. También se han modernizado las imágenes presentando en la actualidad motivos más sencillos y simbólicos. Asimismo, éstos sólo se suelen representar en el anverso, el reverso aparece vacío o con alguna figura muy sencilla.
En Moreda (A), en las dos primeras décadas de este siglo, se imprimieron algunos recordatorios de pastas gruesas y negras en forma de libro en cuyo interior llevaban una hoja muy fina con los datos ya consabidos sobre el difunto. Un cordón negro sujetaba ésta a las tapas del recordatorio.
El diseño de los recordatorios de niños o párvulos ha variado del de los adultos. Los tonos oscuros de las imágenes desaparecían para dar paso a otros más alegres que no provocasen tristeza; predominaban los colores azules y blancos y las imágenes representaban generalmente angelitos.
A pesar de que hoy están cayendo en desuso, la costumbre de repartir recordatorios entre los familiares y vecinos más allegados ha estado muy arraigada y en muchas poblaciones ha constituido casi una obligación. El reparto de los mismos no es indiscriminado, las personas que los reciben suelen representar el grupo familiar y vecinal más próximo al finado. También ha sido costumbre distribuirlos entre quienes han realizado alguna aportación económica para misas en memoria del fallecido. A menudo los recordatorios eran guardados por el ama de casa en su devocionario, al menos los de los difuntos más recientes.
Los recordatorios se han solido entregar dentro de un sobre blanco ribeteado de negro con la única decoración de alguna cruz negra junto con el nombre del destinatario. En Moreda (A) se encarga de su reparto un familiar del difunto a los ocho o diez días después de haber tenido lugar el entierro. Reconocen en esta localidad que, aunque hoy no se les hace mucho caso, se guardan con respeto y en todas las casas; en cualquier cajón, se puede encontrar alguno.
En Bermeo (B) se solían repartir personalmente a los familiares, incluidos los más lejanos, así como a las personas que daban el meza-sacia o dinero para las misas del difunto.
En Bidegoian (G) se distribuyen entre los familiares, los vecinos y los más allegados. Desde hace cuarenta años también se da un recordatorio a toda persona que pague una misa en nombre del fallecido.
En Lezaun (N) se daba a los convidados y a los que aportaban dinero para misas y ahora se reparte a todo el pueblo.
El primer recordatorio que se recuerda en Berganzo (A) data de la década de los cuarenta. En Laguardia (A) dicen que son anteriores a las esquelas, se empezaron a utilizar después de la última guerra civil aproximadamente. En otras localidades se tiene constancia de que su uso se inició mucho antes: en Moreda (A) se han hallado algunos que datan de las últimas décadas del siglo pasado. En esta misma localidad reconocen que a partir de 1990 han caído en desuso También los informantes de Abadiano (B) comentan que su empleo va decayendo y que en la actualidad se utilizan menos.