La Extremaunción. Oleadura

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Cuando la Extremaunción se impartía sin el Viático la asistencia era menor y se limitaba a los miembros de la familia y algunas vecinas.

En Ezpeize-Undüreiñe (Z) sólo estaban presentes los miembros de la familia y algún vecino; a los niños se les alejaba de la habitación. En Azkaine (L) asistían sobre todo las mujeres: familiares y vecinas.

En Sara (L) se hallaban presentes los de casa, la mujer del primer vecino, leenatea, y algunos familiares. Uno de éstos signaba con frecuencia al enfermo haciendo girar cada vez una vela encendida alrededor de su cabeza[1].

En Armendaritze (BN) presenciaba la Extremaunción toda la familia. Se llevaba a la habitación la cruz que había sido portada por el primer vecino desde la parroquia. Asimismo al agonizante se le ponía otra cruz en sus manos y se encendía un cirio bendito.

En Abadiano (B), en el momento de la recepción de este sacramento, estaban presentes todos los de casa y por lo menos una persona de cada casa vecina. En Bernedo (A) asistían a este rito los de casa y algunos vecinos, sobre todo mujeres.

En Sangüesa (N) únicamente asistían los familiares más cercanos y en Aria (N) se hallaban presentes durante la Unción, Oligua u Oleadura, la familia y aquéllos que habían acompañado al sacerdote.

Antaño durante la administración de la Extremaunción cobraba una significación particular el acto de descubrir los pies al enfermo para que el sacerdote pudiera ungirlos. De esta operación se encargaba un familiar de la casa, preferentemente una mujer tal como se constata en Gamboa, Laguardia, Mendiola, Moreda, Narvaja, San Román de San Millán, Valdegovía (A); Busturia, Carranza, Orozko, (B); Amezketa, Elgoibar, Elosua, Ezkio, Getaria, Hondarribia, (G); Aoiz, Allo, Aria, Artajona, Eugi, Goizueta, Lekunberri, Mélida, Monreal, Murchante, Obanos, Sangüesa, San Martín de Unx (N) y Armendaritze (BN).

En Berastegi (G) se ocupaba de ello la mujer, si el moribundo era su marido, su padre o su hijo; si la enferma era la madre, se los descubría alguna de sus hijas o nueras. Igualmente en Pipaón y en Ribera Alta (A), la persona encargada de este menester era la más próxima al enfermo: esposa, madre o hermana.

En Abadiano, Durango, Lezama, Plentzia, Zeanuri (B) solía hacerlo una mujer familiar de la casa o bien alguna vecina próxima. En Urdiñarbe (Z) eran siempre las vecinas quienes hacían esta operación. En Zerain (G) era la mujer del primer vecino.

En Lemoiz (B) indican que descubría los pies al enfermo una persona de su sexo; en Apodaca (A), si en la casa había un religioso o religiosa, era éste quien se encargaba de ello y en Azkaine (L) se los descubría una persona de su entorno a quien hubiera podido ofender el enfermo.

En casos de enfermedad súbita o de accidente se llamaba urgentemente al sacerdote para que diera al enfermo o al accidentado la Extremaunción. Aun después de haber pasado varias horas de la muerte, no se dejaba de hacer este llamamiento para que, al menos, le diera la bendición, bedeinkaziñotxue (Bermeo-B), atribuyendo a ésta una eficacia muy grande para que el recién fallecido alcanzara la salvación.


 
  1. A. ARÇUBY. «Usages mortuaires à Sare» in Bulletin du Musée Basque, IV, 3-4 (1927) p. 17.