Luces y resplandores. Argi-egileak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Según los estudios de Barandiarán, la creencia de que las almas de difuntos aparecen en forma de luces se halla muy extendida en Vasconia[1]. Encontró muchas pervivencias de estas apariciones en pueblos de diferentes regiones, más apegados a las tradiciones locales[2].

Tanto en las descripciones publicadas en los años veinte, como en datos recopilados en las encuestas actuales, estas manifestaciones en forma luminosa tienen lugar generalmente, aunque no siempre, de noche. Las luces pueden aparecerse en torno a la casa del difunto, pero la mayoría de las veces se muestran en el exterior, mientras el testigo discurre por un camino o desarrolla alguna labor en el campo.

Con cierta frecuencia estas luces cambian de posición o forma mientras dura el fenómeno llegando incluso a multiplicarse. Su aspecto externo puede ser el de un fuego llameante, pero de ordinario se describen más bien como globos o haces de luz. En cuanto a su tamaño presentan gran variedad. Se enuncian desde luces de pequeñas dimensiones, redondeadas, de gran movilidad (por ejemplo, las aparecidas entre las orejas de un mulo o caballo), hasta haces luminosos del tamaño de una persona.

Quizás haya que incluir en este grupo las apariciones de flamígeros en forma de filas de velas, que recuerdan el paso de un ejército de almas en pena, y los fenómenos luminosos atestiguados en los cementerios, que producen generalmente gran temor.

Se han consignado estas apariciones luminosas, tanto en las recopilaciones históricas de datos etnográficos[3] como en las encuestas actuales, en casi toda Vasconia: Apodaca, Artziniega, Galarreta, Gamboa, Zigoitia (A); Carranza, Orozko, Plentzia, Zeberio, Ziortza (B); Zerain (G); Ziga-Baztan, Zugarramurdi (N); Armendaritze, Baigorri, Izura-Azme (BN) y Sara (L).

En Artziniega (A), la gente creía ver la aparición de las ánimas cuando observaban luces en el camposanto. En esta misma localidad, algún informante, sin embargo, encuentra una explicación a este fenómeno diciendo que esas luces del cementerio son producto de reflejos en el agua cuando llueve después de un periodo de sequía.

En Berganzo (A) se relata que una vecina veía una luz, a veces, cuando miraba hacia el cementerio. Se interpretó que le sucedía esto porque debía una misa por su abuelo, tío o algún otro familiar. Al ofrecer el sufragio dejó de ver aquel fenómeno.

En Nanclares de Gamboa (A), se recoge el relato de un viudo del pueblo al que, en varias ocasiones, se le aparecía una luz en el camino que no dejaba de asustarle. Llegó a pensar que podía ser su difunta mujer, y fue a contar lo sucedido al cura del lugar.

En el antiguo cementerio de Ulibarri-Gamboa (A), cuando se miraba de noche a través de los barrotes de su puerta principal solían ver algunos una mancha blanca que se movía dentro de él. Resultó ser el resplandor de la losa de un panteón.

En el valle de Zigoitia (A) se recogieron datos sobre apariciones en forma luminosa[4], que pueden distribuirse en tres grupos bastante diferentes. Unas presentaban forma de hoz, de la altura de un hombre, que se movía de un lugar a otro, con estela chispeante. Otras a manera de fila de luces largas, como velas. Se consigna también un tercer tipo, bajo la figura de globo de fuego y luz, de unos 40 ó 50 centímetros, semejante a una luna descendida del cielo, que acompañaba a las personas durante largo tiempo. En todos los casos los fenómenos cesaron o diciendo misas o mediante rezos. Se vincularon estos hechos extraños a varios fallecimientos acaecidos en esos días por muerte trágica.

En el valle de Carranza (B), Vicario Peña describió un caso en el que los testigos creyeron ver una aparición luminosa de este tipo, pero al final resultó ser un hecho de fácil explicación: «En mi tiempo despertó gran curiosidad de los vecinos del Concejo de San Esteban el hecho de aparecer una luz en la Cuesta de Sierra, que andaba de un extremo a otro, de siete a nueve de la noche. Comentábase el hecho de diversa manera; decíase por unos que era el alma de tal o cual difunto, y cuando la alarma por la aparición extraña era mayor, se supo que la salida de la luz nocturna provenía de que un conocido pastor anciano iba en busca de las ovejas que le faltaban y para no caerse y andar mejor en el monte de Sierra, llevaba un farol, cuya luz produjo efecto sorprendente en el vecindario de enfrente»[5].

En Orozko (B) se describe un lugar concreto en que se observaron luces extrañas: «Ortik Sintxitatik agertan ziran argiak», las luces se aparecían por la zona de Sintxita (lugar en el camino del barrio de Urigoiti al macizo del Gorbea por Austegarbin).

Iluntzea. Fuente: AA. VV. Euskaldunak. Tomos III y IV. San Sebastián, Etor, [1988]. Foto X. Otero.

En Plentzia (B) se temía la aparición del gauargi, cierta luz que bajaba del cielo a la tierra.

En Zeberio (B) se han recogido varios relatos populares que describen estas lucecillas móviles[6]. En uno de ellos un albañil de Villaro es seguido, por su parte derecha, desde Dima hasta la iglesia de su localidad, «segitan eutsan argi batek eskoe alderditik». Encuentra allí un obstáculo invisible, como si de una barrera se tratara, que le impide el paso y vuelve huyendo de nuevo hasta Dima, acosado siempre por esta luz, ahora por su izquierda, «eta argiak bardin segiduten eutsan, ezkerretik orduan». Emprende nuevamente el viaje a Villaro, y la luz le persigue hasta que logra entrar en su casa, evitando pasar por la iglesia.

También se recoge en esta localidad un relato en que la luz se aparece a un testigo cerca de un hayedo. Se refugia bajo una de las hayas y la luz se posa entonces sobre una rama de ella. Golpea con su palo la luz y se le presenta un grupo de diablos que le persiguen hasta casa, causándole al día siguiente, al parecer, la muerte.

Se ha constatado además en Zeberio la creencia de que si, al anochecer, se dan tres vueltas al pórtico de la iglesia se aparecen luces en el cementerio, «guk beti euki dogu entzutea gauean elezportikuari iru buelta emon ezkero ortu santuan argiak ikusten dirala».

En Zerain (G) se describe la aparición de un ánima en forma de luz de grandes dimensiones que se muestra y se oculta misteriosamente. También se han recopilado relatos en esta localidad sobre apariciones en forma de llamas de vela. Considera algún testigo que una luz de vela vista de noche en un lugar fijo es un ánima que pide una oración en su sufragio. A veces es motivo de alegría para el testigo, que reza un padrenuestro en respuesta al hecho. Esta luz, en ocasiones, puede moverse lentamente y manifestarse dos o tres días seguidos.

En Etxalar (N), en las encuestas de los años veinte se describen apariciones de luces que persiguen a los testigos. También se consignan hechos similares en la localidad vecina de Urdazubi, donde esa luz se convierte a ratos en una constelación. Los vecinos del lugar interpretan que se trata de un alma del Purgatorio.

Contamos igualmente con testimonios de apariciones de luces en Zugarramurdi (N). En un caso la luz aparece delante de la ventana y luego se traslada hasta detenerse sobre la higuera junto a la casa[7].

En Armendaritze (BN), según la creencia popular, estas lucecillas se manifiestan generalmente de noche.

En Baigorri (BN) también se recoge el relato de una testigo que observó cómo aparecía una luz, argi-egilia entre las orejas de su jumento. Le pidió, al parecer, que encargara misas en su sufragio, en Roncesvalles. El marido de esta mujer fue de noche a pagarlas, y desde entonces no se volvió a oír nada de este argi-egilia.

En cierta casa de este mismo valle sucedieron tres muertes. Quedó deshabitado el lugar, y los vecinos observaron que, noche tras noche, se aparecía una luz sobre una contraventana.

También en Baigorri, en cierta ocasión, un pastor observó un fenómeno lumínico de este tipo que se posaba en medio de su rebaño, «atera zitzakon bere ardien erdirat argia».

En otro testimonio de esta misma zona fallecen la madre y dos de sus hijos, dejando la casa vacía. Los vecinos observaron que en aquellos días se aparecía una luz en la habitación situada sobre la cocina, que había pertenecido a la difunta, «gero auzoek, sukaldiaren gainekoa baitzen amaren ganbara izana, ikusten zuten han argi bat». No fue la narradora la única que observaba dicha luz, todos los que miraban allí la veían. Estos fenómenos cesaron cuando los demás hijos mandaron desde América el dinero para pagar las misas en sufragio de los hermanos y madre fallecidos.

En Izura-Azme (BN), se aparecía en una casa al mediodía una llama sobre una cuba de la bodega. Los que allí vivían no dudaron de que se trataba del alma de algún fallecido de su familia. Después de varias manifestaciones, el difunto les dio a entender que quería se celebrasen unas misas en su memoria. Así lo hicieron y dejó de aparecerse en adelante[8].

En Sara (L), según testimonio recogido por Barandiarán que él consigna a principios de este siglo, poco después de la muerte del dueño de Zulobia, se veía de noche una luz sobre el techo de aquella casa y otra en la fuente de Mendiondo. Todos creyeron que era el alma del difunto señor de aquella casa[9].

En Senpere (L), el alboroto anormal del ganado de la cuadra hace suponer a los de la casa que un ánima vaga por los alrededores, y deciden utilizar el procedimiento de la vela encendida bajo el celemín[10].


 
  1. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E321 y ss.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, p. 55.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, p. 55.
  4. Josefina de ARECHAGA. “Luces misteriosas” in Vida Vasca, XXXIX (1962) pp. 33-35. (Versión con tratamiento literario).
  5. Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao, 1975, p. 367.
  6. Juan Manuel ETXEBARRIA. Gorbeia inguruko Etno-Ipuin eta Esaundak. Bilbao, 1995.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, pp. 332-333.
  8. José Miguel de BARANDIARAN. Voz: Argui in Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca. OO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972.
  9. José Miguel de BARANDIARAN. Voz: Argui in Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca. OO.CC. Tomo I. Bilbao, 1972.
  10. Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in AEF, XI (1931) pp. 32-33.