La recepción de los Ultimos Sacramentos. Eleizakoak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Era práctica muy usual que el sacerdote visitara al enfermo anticipadamente para prepararle a la recepción de estos sacramentos y oír la confesión de sus pecados. En esta visita convenía con el mismo enfermo y con los familiares el día y la hora del Viático y de la Unción. Normalmente los llamados «últimos sacramentos» eran recibidos por el enfermo cuando éste se encontraba aún en buen uso de sus facultades. En algunos casos era el propio enfermo quien solicitaba la presencia del sacerdote para que éste le reconciliara con Dios y le diera los auxilios espirituales.

Un razonamiento muy común para tomar la decisión de llamar al sacerdote en estas circunstancias ha sido aquél que se expresaba en términos semejantes a éste: «Nunca está de más tener las cosas hechas y arregladas» (Beasain-G). En euskera se emplean sentencias similares: Gauza onak ez do gaitzik (La cosa buena -por los sacramentos- no contiene enfermedad) (Ataun-G). En Bizkaia la máxima empleada en estos casos es parecida: Gauza onak ez dakar txarrik (Lo que es bueno no trae perjuicio).

En Zeanuri (B) se decía de una persona que había tenido una buena muerte, eriotza ona izan dau, cuando ésta reunía tres condiciones: que sobreviniera después de una enfermedad corta, geixo laburre[1]; que el enfermo hubiera tenido tiempo para preparar su alma con los sacramentos, eleixakoak artute; que dejara resueltos los asuntos de la herencia y de las deudas contraídas, gauzak konpondute.

Píxide, corporal y bolsa de Viático. Mendibe (BN). Fuente: Ministère de la Culture. Commission Régionale d’Inventarie “Aquitaine”.

En Oiartzun (G), al recibir los últimos sacramentos elizakuak ittian, se observaba la costumbre de llamar a casa del enfermo a los enemistados con él, para obtener de ellos el perdón[2].

Cuando el enfermo muere después de recibir los sacramentos, su familia se resigna con más facilidad; en tales casos se solía decir: Bere lanak ondo eiñda juntzan benepein-da (Al menos se marchó después de haber concluido bien sus labores) (Ataun-G)[3].

No ha sido infrecuente el hecho de que el moribundo expresara como última voluntad el número de las misas que se habían de celebrar por su alma después de su muerte, así como otras disposiciones relativas a su entierro y exequias (tipo de mortaja, designación de los ande-ros, clase de funeral, limosnas, etc.).

La muerte no es un pasaje que cada uno recorre en solitario. Por de pronto en circunstancias normales, al moribundo se le asocian sus familiares, sus vecinos y su comunidad parroquial tal como se describe en los apartados siguientes.


 
  1. De esta misma localidad es la expresión Geixo luzeak, etxekoak aspertu eta auzokoa aaztu (En casos de larga enfermedad los de casa se cansan y los vecinos se olvidan).
  2. AEF, III (1923) p. 76.
  3. AEF, III (1923) p. 113.