El féretro en el pórtico

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

En la mayoría de las poblaciones encuestadas se implantó durante el siglo pasado la costumbre de depositar el féretro en el pórtico de la iglesia mientras en su interior tenían lugar los oficios religiosos. Consistían éstos en Oficio de Difuntos y Misa de funeral si el entierro tenía lugar por la mañana o simplemente el Oficio de Difuntos si era por la tarde. Una vez finalizado, los sacerdotes y los asistentes salían al pórtico con la cruz parroquial y rezaban ante el féretro la absolución final asperjando con agua bendita e incensando el cadáver. Seguidamente se hacía el traslado del muerto al cementerio para su inhumación.

Esta vía de solución a la prohibición de introducir los cadáveres en la iglesia se ha constatado en las siguientes localidades de la Vasconia peninsular:

Alava: Amézaga de Zuya, Apodaca, Aramaio, Artziniega, Berganzo, Bernedo, Galarreta, Gamboa, Llodio, Mendiola, Narvaja, Otazu, Pipaón, Ribera Alta, Salcedo, San Román de San Millán y Valdegovía.

Bizkaia: Busturia, Gorozika, Kortezubi, Muskiz y Orozko.

Gipuzkoa: Amezketa, Arrasate, Ataun, Beasain, Berastegi, Bidegoian, Elgoibar, Hondarribia, Telleriarte-Legazpia, Urnieta y Zerain.

Navarra: Allo, Aoiz, Aria, Artajona, Eugi, Ezkurra, Izal, Izurdiaga, Lezaun, Mezkiriz, Monreal, Sangüesa y Viana.

Mesa para depositar el féretro en el pórtico durante las exequias en la iglesia. Urnieta (G), c. 1965. Fuente: Luis Mari Zaldua, Grupos Etniker Euskalerria.

En las localidades de Aramaio, Artziniega, Bernedo, Valdegovía (A); Asia, Artajona, Izal, Otxagabia, Viana (N); Beasain, Bidegoian (G); Kortezubi y Orozko (B) anotan que el féretro era depositado junto a la entrada de la Iglesia y en Berganzo (A); Alzola-Elgoibar, Zerain (G); Aoiz y Allo (N); precisan que las puertas del templo permanecían abiertas durante el oficio funeral.

El ataúd era colocado de suerte que los pies del cadáver estuvieran orientados hacia la iglesia (Aoiz-N). Esta misma orientación se registró en Kortezubi (B) donde «el ataúd se colocaba sobre una mesa que había en frente a la puerta del templo orientando los pies del cadáver hacia el altar mayor»[1]. También en Ezkurra (N), en la década de los años treinta, el féretro «era colocado en el pórtico en la orientación esteoeste, de suerte que los pies del difunto estuviesen en el lado este»[2].

En Ataun (G), en tiempos pasados, llegado el cortejo fúnebre, seizio, al pórtico de la iglesia, colocaban allí sobre una mesa el ataúd de modo que el cadáver quedara mirando hacia el altar mayor.

En Zerain (G), en la década de los años treinta, al féretro así depositado se le retiraba la tapa quedando el cadáver a la vista hasta su traslado al cementerio; en los años cuarenta se empezó a cerrar la tapa del ataúd depositado en el pórtico.

En el pórtico, el féretro era colocado sobre un catafalco flanqueado por candelabros que se encendían al inicio del funeral (Aria-N). En otros lugares se disponía sobre una simple mesa (Otazu-A, Lemoiz-B, Elosua-G) cubierta con un paño generalmente negro; en Monreal (N) anotan que este paño era negro si el difunto era casado y blanco si era soltero.

Introducción del cadáver en la iglesia. Urnieta (G), 1990. Fuente: Luis Mari Zaldua, Grupos Etniker Euskalerria.

En las poblaciones vizcainas de Busturia y Gorozika el ataúd se depositaba sobre la mesa de piedra que, en épocas anteriores, estuvo destinada a las reuniones «de anteiglesia» que tenían lugar en el pórtico; en Berastegi (G) sobre una mesa que había sido donada por un indiano en el siglo XVIII y que servía también como mesa de reunión. En Eugi (N), a comienzos de siglo, el cadáver era pasado encima de la denominada piedra de difuntos, illarria, que se encontraba en el atrio de la iglesia y tenía grabada una cruz y las iniciales R.I.P.

El féretro permanecía alumbrado por velas o cirios dispuestos a sus lados en candelabros de metal o hacheros y atriles de madera en número variado según fuera la categoría del funeral. En Salcedo (A) dos velas alumbraban el cadáver[3]. En Ataun (G), junto al féretro que se dejaba en el pórtico en un costado del hachero, aboa, la ofrendera fijaba la candelilla doblada y retorcida que había portado en el cortejo, encendiéndola por ambos extremos hasta el momento del Ofertorio de la misa[4]. En Zerain (G), en el suelo del pórtico, junto al ataúd se colocaba una tabla de cera enroscada, argizaiola, y dos candelas encendidas. Finalizada la misa la serora apagaba estas luces e indicaba la sepultura (simbólica) de la casa donde debían de dejarse en el interior de la iglesia. En Amezketa (G) se señala que en la cabecera del féretro se ponía la cruz parroquial mientras duraban las exequias.

En algunas poblaciones mientras los componentes de la comitiva fúnebre accedían a la iglesia para asistir a los oficios religiosos, algunas personas se quedaban en el pórtico para velar el cadáver. En las localidades alavesas de Amézaga de Zuya, Apodaca, Gamboa y San Román de San Millán eran los mozos del pueblo los encargados de esta vela; en Berganzo (A) lo velaban dos miembros de la Cofradía y en Telleriarte-Legazpia (G) los mismos porteadores. También en Mezkiriz (N) era velado el cadáver depositado en el pórtico[5], mientras que en Amezketa (G) anotan que el féretro quedaba «por primera vez sin compañía» durante las exequias.

Esta práctica de depositar el féretro en el pórtico durante el funeral fue remitiendo gradualmente a lo largo de este siglo. En Mendiola (A) señalan que finalizó en los años veinte, y en Narvaja y Ribera Alta (A) que en la década de los treinta. En Beasain (G) a raíz de la guerra de 1936 desapareció en la parroquia principal del centro urbano, pero no así en las demás iglesias donde perduró hasta los años sesenta. En Bernedo (A) y Muskiz (B) se puso fin a esta práctica en la década de los años cuarenta; en Artziniega, Nanclares de Gamboa (A), Artajona, Monreal y Viana (N) en los cincuenta; en Aramajo (A), Lemoiz, Orozko (B), Bidegoian (G), Izurdiaga y Viana (N) en la década de los años sesenta. En Valdegovía, Pipaón (A) y Hondarribia (G) indican que la costumbre perduró hasta la década de los años setenta.


 
  1. AEF, III (1923) p. 39.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio etnográfico del pueblo de Ezkurra. Notas iniciales” in AEF, XXXV (1988-1989) p. 60.
  3. AEF, III (1923) p. 50.
  4. AEF, III (1923) p. 120.
  5. Perpetua SARAGUETA. “Mezkirizko etxe barnea” in AEF, XXXI (1982-1983) p. 47.