Celebraciones domésticas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Se retrasaban las bodas de la familia (Artziniega-A, Aria-N). En caso contrario se hacían de forma recogida y silenciosa y restringiendo el número de invitados (Murelaga, Portugalete-B, Lezaun, Obanos-N). Tampoco se acudía a otras bodas (Zerain-G, Baigorri-BN).

La familia en duelo no celebraba las fiestas patronales de la localidad (Zerain-G, Améscoa, Eugi, Garde, Obanos-N, Izpura-BN). En Izpura, esta prohibición duraba entre dos y tres años y dos en Eugi. En Obanos estaba mal visto que el amo, la dueña o los herederos celebrasen y abriesen la casa en fiestas antes de cumplir el año. No se convidaba en las fiestas del pueblo (Salvatierra-A, Murelaga, Orozko-B, Izal-N) ni se acudía de invitado a otras casas a comer (Gorozika, Orozko-B, Zerain-G, Améscoa-N). En Izal y Lezaun (N), por el contrario, la familia en duelo podía ser invitada por algún vecino a la comida de esos días.

En Moreda (A), Allo y Sangüesa (N) era costumbre que la familia en luto permaneciese sin salir de casa o marchase a la de algún familiar residente en otro pueblo de la comarca, volviendo una vez finalizadas las fiestas.

Para remarcar el duelo y aislarse del resto del vecindario que celebraba las fiestas, la casa afectada por el luto permanecía con las puertas y ventanas cerradas mientras durasen las celebraciones.

En Orozko (B), uno de los signos de duelo consistía en mantener cerradas las ventanas de la casa el día de la fiesta patronal para indicar que no se participaba en la misma. Se recuerda que esta costumbre fue practicada en el primer cuarto de este siglo. En Murchante (N) se cerraba la casa «a cal y canto». En Obanos (N), la familia de luto no abría las ventanas ni la puerta cuando pasaba la música por la calle.

En Lezama (B), Aoiz y Mélida (N), los más viejos recuerdan que se procuraba mantener cerradas todas las puertas, ventanas o contraventanas de la casa en duelo no solamente con ocasión de las fiestas sino durante el periodo de un año aproximadamente.

Los vecinos también mantenían una actitud de respeto en consonancia con el dolor de la familia en luto.

El pueblo de Amézaga de Zuya (A) pedía permiso a la familia del fallecido para celebrar las fiestas de ese año. Normalmente no se negaba pero esta casa permanecía durante esos días con las ventanas y puertas cerradas a fin de aislarse de la música. Si la muerte acontecía los días próximos a las fiestas, se suspendían.

Si coincidía que el baile de la fiesta local se acostumbraba celebrar cerca de la casa en duelo, se cambiaba de era o lugar (San Román de San Millán-A). La banda de música no desfilaba ese año por delante del domicilio (Amézaga de Zuya, Mendiola A). En Artajona (N) dejaba de sonar, en señal de respeto, al pasar por la casa tanto en la fiesta patronal como en la fiesta de los quintos. En Obanos (N), si la muerte se había producido hacía poco. En Orozko (B), el txistulari municipal que tocaba ante todas las casas el día de la fiesta, dejaba de hacerlo en aquéllas que estuvieran de luto.

En Artajona (N), la costumbre de permanecer en casa en las fiestas patronales como signo de duelo, ha sido sustituida por la de marchar del pueblo durante esos días. En los últimos años los jóvenes sí se quedan a celebrar las fiestas. En Itsasu (L) la familia que anteriormente evitaba las fiestas en periodo de luto, hoy en día asiste solamente a veladas familiares.

También ha sido común que los grupos de mozos que se dedicaban a postular por las casas con motivo de una festividad, al llegar a un domicilio con luto no cantasen sino que rezasen por el alma del fallecido. Así lo hacían en Orozko, Zeanuri (B) y en Urkizu (Tolosa-G) los que pedían de casa en casa la víspera de Santa Agueda. En esta última localidad también con motivo del Olentzaro de Nochebuena.

En Améscoa (N) los niños de la escuela que el día de ardero cantaban y pedían limosna para celebrarlo con una merienda, rezaban un padrenuestro delante de las casas que guardasen luto.

En Artajona e Izal (N), cuando la ronda pedía por las casas dejaba de tocar la música delante de la que estaba en duelo. Lo mismo ocurría en Améscoa (N) cuando los mozos iban de ronda por las noches. En Apodaca (A), los jóvenes de la casa mortuoria no hacían de mozos en la fiesta mientras les durase el luto.

Las comidas de los días festivos eran muy corrientes y sin café (Amézaga de Zuya-A). También se observaba mayor austeridad y silencio en las fiestas de Navidad (Portugalete-B).