Anderos vecinos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Vasconia continental. Hilketariak

En Lekunberri (BN) los anderos, hilkarriak, eran los cuatro primeros vecinos. Se consideraba un honor llevar el cadáver. Para evitar herir susceptibilidades, eran los familiares los encargados de elegir los portadores. En Arberatze-Zilhekoa (BN) eran también los cuatro primeros vecinos los anderos, hilketariak o hiltiazaleak. En Oragarre (BN) el cadáver era llevado, hila karreatzen zuten, por los cuatro primeros vecinos, lehenauzoak, acompañados de otros cuatro para el relevo.

En Gamarte (BN) cada casa tenía sus propios anderos, hilketariak, proporcionados siempre por las mismas casas vecinas. En Santa-Grazi (Z) los anderos, hilketariak, Armendaritze, Izpura, Uharte-Hiri (BN), Barkoxe (Z) y Beskoitze (L) eran también los vecinos de la casa mortuoria los portadores del cadáver. En esta última localidad señalan además que los nombraba la familia del difunto.

En Baigorri (BN) los anderos, hiletariak, Hazparne hil-karreatzezaliak, e Itsasu (L) la caja era llevada por vecinos de las casas próximas a la del difunto, designados por el primer vecino, lehenauzo, según el parecer de la familia. Según los informantes de Hazparne, en principio, los nombrados solían ser los seis vecinos más cercanos de la casa mortuoria. Igual costumbre se ha constatado en Iholdi (BN) para la selección de los anderos, hilketariak.

En Heleta (BN) los que transportaban el cadáver, hilketariak, eran vecinos distintos del primer y segundo vecinos, lehen eta bigarren auzoak; éstos tenían otras obligaciones como ir en busca de la cruz procesional a la parroquia, llevarla encabezando el cortejo o presidir el duelo.

En Urdiñarbe (Z) la caja era llevada entre cuatro vecinos, siendo uno de ellos el carpintero que la había fabricado. En Bidarte (L) los portadores solían ser seleccionados entre los vecinos o los amigos de la persona fallecida.

En Sara[1] (L) los portadores del féretro, gorpuzgaileak, eran cuatro o seis jóvenes solteros, vecinos del difunto. Llevaban el ataúd a hombros aunque el camino a recorrer fuera largo; las andas por los años veinte no se usaban ya. Antiguamente, por su trabajo se les retribuía con un franco a cada uno, en la segunda década de este siglo se les pagaba cuatro francos por persona. Como el cargo de portador de la cruz era gratuito, los anderos invitaban al vecino encargado de llevarla al refrigerio, hameketakoa, que tomaban tras las exequias fúnebres. En los años 40 se les retribuía con 10 francos a cada uno y después del sepelio hacían una comida en uno de los restaurantes del pueblo. Si el difunto pertenecía a una familia que tuviera inquilinos eran éstos, solteros o casados, los que conducían el cadáver a la iglesia y al cementerio. En Biriatu[2] (L), por los años setenta, todavía el cuerpo era llevado a hombros desde los caseríos hasta la iglesia. Los anderos, altxazaliak, solían ser cuatro vecinos solteros.

En Azkaine (L) el féretro era llevado por cuatro jóvenes del barrio, denominados kaxa-altxatzaileak. Si el fallecido formaba parte de la Tercera Orden franciscana, era antiguo combatiente o miembro de alguna asociación, los portadores del féretro eran cuatro miembros del colectivo al que hubiera pertenecido.

En Liginaga (Z), si se trataba de un hombre o una mujer casados, conducían el cadáver su padrino de pila o su ahijado más tres vecinos. Si era soltero, cuatro jóvenes de la vecindad[3].

Vasconia peninsular. Andariak

En Busturia y Gorozika (B) los anderos, denominados anderuek y andariek respectivamente, eran antiguamente los vecinos. Debían tener la condición de casados si el difunto lo era y solteros en su caso. Más tarde se introdujo la novedad de que fueran los familiares o parientes próximos quienes llevaran al difunto. Hoy en día se mantiene esta tradición y participan también los amigos. En otros tiempos, en Orozko (B) donde se les denomina andariik, Ziortza (B), Ezkurra[4] y Valcarlos[5] (N), se recogió la misma costumbre de que los anderos fueran casados o solteros según el estado civil que hubiera tenido el difunto.

En Zeanuri (B), hasta los años setenta, el féretro, atautia, era llevado a hombros por los vecinos. Los portadores, andariak, eran cuatro normalmente y si el trayecto era largo seis u ocho; casados, si el muerto lo era y chicos jóvenes si el difunto era soltero. De antemano se sabía quiénes iban a ser, beti ziren bertako jakin batzuk. Más tarde, el cadáver pasó a ser llevado por parientes del difunto, generalmente sobrinos o primos y más recientemente, en los años ochenta, es portado por los hijos o yernos del finado. En Zeberio (B) los portadores se denominaban igualmente andariak y su evolución ha sido similar.

En Bidegoian (G), hasta los años cincuenta, el féretro era llevado por cuatro hombres que eran los primeros vecinos. Antiguamente se utilizaron las angarillas, angaillak, que al principio eran portadas por los vecinos hasta que paulatinamente fueron sustituyéndoles los familiares. En los años ochenta se introdujeron los coches fúnebres. En Lemoiz (B), hasta la guerra civil de 1936, el féretro se transportaba sobre unas andas, anderolak, portadas por los vecinos.

En Aramaio (A) antaño los portadores, anderuek, solían ser hombres adultos y más bien fornidos elegidos entre los vecinos más próximos, auzo urrenak. A partir de los años setenta se encargan de esta labor los familiares. También en Bera[6] (N), en los años cuarenta, el cadáver era llevado en un ataúd a hombros de cuatro hombres que eran los vecinos más próximos, hacia la parte que mira a la iglesia, por lo general.

En Améscoa (N) eran cinco individuos los que estaban obligados a asistir a un entierro de parte del vecindario, uno de ellos para llevar la cruz parroquial y los otros cuatro para hacer de anderos. La elección se hacía «a renque». Una cruz de madera recorría las casas de la localidad, según la lista de vecinos, pasando de una a otra cada vez que ocurría una defunción. La casa en que se encontraba la cruz el día del entierro era la encargada de avisar a los cuatro vecinos siguientes de la «renque» de que les «tocaba» portar el cadáver y ella era la obligada a llevar la cruz procesional en el entierro[7].

Salida de la casa mortuoria. Bera (N), 1995. Fuente: Anton Erkoreka, Grupos Etniker Euskalerria.

En Beasain (G), antiguamente, eran jóvenes del barrio del fallecido o de los caseríos próximos los encargados del traslado del féretro. Ahora son los familiares del difunto, acompañados ocasionalmente por algún vecino.

En Amézaga de Zuya (A) antaño eran los vecinos del pueblo los encargados del traslado del cadáver. Paulatinamente se ha introducido la costumbre de que sean los familiares del difunto quienes lo lleven a la iglesia. Algunos informantes atribuyen el hecho de que antiguamente no fueran los familiares a que éstos se encontraban apenados y no parecía correcto que se encargaran de dicha tarea.

En Abadiano y Kortezubi (E), los anderos denominados anderuak, antiguamente eran jóvenes del vecindario, normalmente cuatro. Era tradición que los inquilinos de los caseríos portaran el ataúd del dueño de la casa. Los informantes de Abadiano señalan que hoy son los familiares o amigos los encargados de la conducción del cadáver.

En Amorebieta-Etxano (B) los portadores, andariak, de ordinario eran cuatro. Las empresas funerarias comenzaron a ser conocidas y a encargarse de estas labores a partir de mediados de los años cincuenta.

En Murelaga (B), era el grupo doméstico afectado por la muerte el que elegía cuatro hombres para llevar las andas, llamados anderuak. Normalmente eran vecinos, a veces parientes, si bien en este caso los elegidos tenían el mismo grado de parentesco con el difunto (p.e. todos sobrinos del finado)[8].

En Elosua (G) en otros tiempos los anderos, illozaliak, fueron los vecinos. En principio eran cuatro adultos no parientes del difunto; los de la casa mortuoria y los familiares nunca realizaban dicha labor. En Ataun (G) eran mozos los encargados de conducir el cadáver, illoizaleak (los de la cama mortuoria). En Getaria (G) también eran cuatro vecinos los anderos, siendo posterior la costumbre de que se ocupen de ello los familiares.

En Urnieta (G) el féretro era transportado por cuatro vecinos, denominados eramantzailliak. En tiempos pasados, en ciertos barrios, los portadores eran fijos.

Un entierro en Gipuzkoa el año 1917. Fuente: Archivo Aguirre. Donostia.

En Izal (N), en otros tiempos, eran los barrios y los contrabarrios los que se ocupaban de trasladar el cadáver. Desde la década de los sesenta son los familiares varones los encargados de hacerlo.

En Ezkio (G) los portadores del cadáver, jasotzaileak, en tiempos pasados eran jóvenes de la localidad. Los encuestados que en su juventud realizaron dicho cometido aseguran que era una labor muy dura tanto por el mal estado y angostura de los caminos como por lo largo del recorrido.

En Zerain (G), antes de los años sesenta, los portadores, illoi jasotzaleak, eran los muchachos jóvenes solteros, a ser posible del mismo barrio. Se han recogido también las denominaciones de ilkotariak y andatakoak. Hoy día, además de los jóvenes solteros, participan en la conducción del féretro los familiares del difunto.

En Arraioz[9] (Baztan-N) los que hacían de anderos, garraieriak, eran muchachos jóvenes que se solían ofrecer voluntarios para cargar con el féretro.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara (VI)” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 118. Vide también , A. ARÇUBI. “Usages mortuaires a Sare” in Bulletin du Musée Basque, IV, 3-4 (1927) p. 22.
  2. Luis Pedro PEÑA SANTIAGO. “Notas etnográficas de Biriatou (Laburdi). Costumbres religiosas” in Munibe, XXIII (1971) p. 594.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: en Liginaga (Laguinge)” in Ikuska, III (1949) p. 34.
  4. José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio etnográfico del pueblo de Ezkurra. Notas iniciales” in AEF, XXXV (1988-1989) p. 60.
  5. APD. Cuad. 2, ficha 198-3.
  6. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid, 1944, p. 170.
  7. Luciano LAPUENTE. “Estudio Etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1979) p. 146.
  8. William A. DOUGLASS. Muerte en Murélaga. Barcelona, 1973, p. 46.
  9. Vidal PEREZ DE VILLARREAL. “Arrayoz, un lugar del Baztan. Estudio etnográfico” in CEEN, XXII (1990) p. 299.