Los toques de campana. Hil-kanpaiak, hil-zeinuak
Los toques de campana han constituido una forma de comunicar la muerte muy efectiva en poblaciones rurales con un número limitado de habitantes.
Los vecinos más próximos suelen conocer de antemano la situación del enfermo al haber oído previamente los toques de viático y/o agonía; además de por haber realizado alguna visita al mismo o por haberse interesado sobre su estado. Cuando oyen el tañido de las campanas «a muerto» saben por tanto quién es el recién fallecido. Este toque les indica exclusivamente el momento del óbito, salvo en el caso de muertes repentinas o que ocurren tras una enfermedad muy breve, pero sirve también para poner de sobreaviso a aquéllos que viven más alejados pero no tanto como para que no les llegue el son de las campanas. Una vez oído, cada uno trata de informarse preguntando a los demás hasta que da con alguien que conoce la identidad del muerto; entonces esa misma persona actúa de difusora de la noticia.
Ha sido habitual que, al sonar las campanas a muerto, los que las escuchaban dejasen por un momento aquello que estaban haciendo y rezasen una oración por el difunto.