Cuidado de las tumbas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Con motivo de las festividades de Todos los Santos y día de Difuntos ha sido costumbre arreglar de víspera o unos días antes los cementerios y las sepulturas. Como ya se ha comentado repetidas veces en los apartados anteriores esta costumbre está hoy en día ampliamente extendida pero antaño no siempre fue así en Vascofia peninsular, sí, en cambio, en el País Vasco continental.

Las sepulturas, sean del tipo que sean, son adecentadas por la familia a la que pertenecen, generalmente por las mujeres. Además son engalanadas con flores cultivadas en casa como crisantemos y cada vez más con ramos y coronas adquiridos en el mercado. A veces también se adornan con flores vivas o artificiales.

Con este fin, en aquellas poblaciones donde hay costumbre de mantener cerradas las puertas del cementerio se abren con una periodicidad establecida en cada población y especialmente los días anteriores a Todos los Santos. En otras localidades se deposita la llave en una casa estipulada de antemano de modo que cualquier vecino pueda acceder al cementerio siempre que lo estime oportuno.

En las localidades de la zona continental de Vasconia había costumbre de cuidar y en algunos casos decorar las tumbas de tierra que pertenecían al grupo familiar. En unos sitios se procuraba que el túmulo estuviera bien limpio de hierbajos y en otros se le llegaba a hacer dibujos en forma de cruz u otro símbolo pasando un rastrillo por la tierra o gravilla.

Tras haber desherbado la tumba se rehacía el túmulo de forma que destacase el montículo de tierra; tras esto se aplanaba la cumbre y se marcaban estrías según los gustos de cada uno: en zig-zag, onduladas, formando segmentos de círculo, etc. Después se decoraba el túmulo con flores y ramas de boj y laurel. En algunas localidades también se adornaba con guijarros y piedrillas blancas o negras dispuestas en cruz o formando figuras geométricas.

Comentan los informantes de Izpura (BN) que por Todos los Santos se escuchaba el ruido de las azadas y los rastrillos que llegaba del cementerio, agiri zen haitzurren eta arrestelien azantza hil herrietarik.

Estos arreglos se hacían, además de para Todos los Santos, con motivo de otras fiestas importantes del año y además como era común visitar la tumba los domingos a la vez que se iba a la iglesia, los sábados se dedicaba un tiempo a acondicionarla. Esta labor era realizada por la familia, principalmente por las mujeres y entre éstas las jóvenes.

Adecentando el cementerio para el Día de Ánimas. Pipaón (A), 1990. Fuente: Pilar Alonso, Grupos Etniker Euskalerria.

En Beskoitze (L) reconocen que existe cierta familiaridad con el cementerio, que aún se halla ubicado en el centro de la localidad alrededor de la iglesia. No resulta extraño que dos vecinos se sienten sobre una tumba para mantener una conversación.

En Santa-Grazi (Z) los que vivían lejos del cementerio pagaban a alguien para que les arreglase las tumbas de sus familiares difuntos. En Barkoxe (Z) el mantenimiento o cuidado semanal o estacional de las tumbas estaba encomendado a las familias del núcleo. Estas cuidaban también las de sus familiares que vivían lejos del centro. Además se encargaban de esta labor las casas en las que los que venían de lejos a la iglesia se cambiaban de zapatos; a cambio recibían una aportación simbólica en metálico o en especie (castañas, embutidos, queso).

El mantenimiento de las áreas comunes del cementerio, como la capilla, los muros o los pasillos, corre a cargo en la mayoría de las localidades del ayuntamiento. En Lehuntze y Azkaine (L), por ejemplo, las familias se encargan del cuidado de las tumbas mientras que el municipio se ocupa del mantenimiento y limpieza del conjunto. En Eskiula (Z) ocurre otro tanto, cada familia se ocupa del cuidado de su tumba mientras que las calles las limpia el ayuntamiento una vez al mes. En Gamarte (BN) eran las mujeres las que se encargaban regularmente del cuidado del cementerio pero hoy día el ayuntamiento ha asumido las labores de limpieza.

En algunos pueblos de Iparralde como Baigorri (BN) el cuidado del cementerio ha estado encomendado a una mujer; en Oragarre (BN) a andere serora.

En localidades como Laguardia, Llodio, Moreda (A), Abadiano, Amorebieta-Etxano, Muskiz, Orozko, Plentzia (B), Mélida, Sangüesa o Viana (N) ha sido el enterrador el que ha combinado sus labores propias con las de mantenimiento del cementerio. Esta persona, que suele ser empleada del ayuntamiento, se encarga de eliminar los hierbajos y antes de los entierros o en vísperas de Todos los Santos hace limpieza general. En algunos lugares limpia también las sepulturas. En Portugalete (B) eran los familiares los encargados del cuidado de la sepultura aunque también era habitual encomendar al enterrador estas faenas, que las realizaba a lo largo del año a cambio de una cantidad de dinero.

En Monreal (N) hasta los años setenta el sacristán hacía las veces de enterrador y también se encargaba del cuidado del camposanto. En Heleta (BN) desempeñaba este papel el campanero, la familia tenía que pagarle a cambio.

En Goizueta, Lekunberri y Murchante (N) el cuidado del cementerio corre a cargo de una persona del pueblo contratada a tal fin. En Donoztiri (BN) antiguamente una persona pagada por la gente de la localidad se encargaba de arreglar el cementerio para Todos los Santos.

En algunas poblaciones ha existido la costumbre de acondicionar el cementerio en régimen de trabajo vecinal. En Narvaja (A) lo adecentan dos veces al año haciendo dicho trabajo en común, de vereda. También en Gamboa (A) trabajan de vereda. En Zerain (G) cuidan el camposanto igualmente mediante el trabajo comunitario o auzolan, para lo que acuden una vez al año antes de Todos los Santos.