Prohibición de dar vueltas al cementerio

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Popularmente se recogen aún con profusión datos en muchas localidades encuestadas que indican la prohibición de dar vueltas alrededor del cementerio, aparejada a la de hacer giros a la casa y a la iglesia. Este hecho es particularmente grave cuando se realiza de noche, en fechas señaladas (día de Difuntos, por ejemplo) y cuando se repite (generalmente tres veces o más). Contrariamente, el hecho de dar vueltas alrededor de ciertas ermitas o iglesias también puede preservar o curar de un mal o enfermedad al individuo que lo haga.

Hace mucho tiempo que Barandiarán llamó la atención sobre el tema y aportó con profusión tanto descripciones etnográficas como sus posibles interpretaciones[1]. En su opinión, este hecho bien pudiera remontarse a la época dolménica, y sin lugar a dudas, a su juicio, está estrechamente vinculado con la evitación de turbar el descanso de las almas de los antepasados. La iglesia parroquial, y posteriormente el cementerio, no serían más que las prolongaciones históricas de la primera morada de los muertos: la casa familiar.

En muchos relatos populares son estas mismas ánimas las que arrebatan de este mundo a la persona que se atreve a quebrantar esta regla, llevándola por los aires.

En Berganzo (A) no se daba ninguna vuelta alrededor del cementerio porque se podía perturbar el descanso de los muertos. El ir por la noche al cementerio o a la iglesia causaba pánico, miedo y respeto a la población de Berganzo. Tampoco se daban vueltas de noche en torno a la iglesia porque pensaban que iban a salir las ánimas del cementerio.

En Galarreta (A), algunos dicen que no es posible dar tres vueltas alrededor del cementerio durante la noche, pues en la tercera vuelta sale algún cadáver o alguna luz verde, cuya visión asusta al osado y le obliga a retroceder. También señalan que si por la noche se mete tres veces el pie por la gatera de la puerta de la iglesia, en la tercera lo agarra y sostiene durante un rato largo alguna ánima[2].

En Gamboa (A), igualmente, se recoge en las encuestas actuales la prohibición de dar vueltas alrededor del cementerio.

En Pipaón (A) se giraba en torno a estos recintos por apuesta, pero siempre con temor a posibles consecuencias negativas.

En Salcedo (A) sólo se conserva entre niños la creencia de que dando tres vueltas alrededor del cementerio, y profiriendo un grito cada vez que se haga, aparecen las ánimas del Purgatorio[3] .

En Salvatierra (A) la gente guarda aún la precaución de no dar giros al cementerio, la iglesia o la casa, para no turbar el reposo de las almas.

En Abadiano (B) la prohibición de dar vueltas alrededor de la casa, era al mediodía. Pero sí era posible hacerlo tres veces si hubiera algún laurel plantado contra la pared de la casa[4]. Barandiarán vinculó esta creencia con otras como la de Oiartzun (G), en que, de no colocar una rama de laurel en el tejado de una casa al acabar de construirla, sobreviene una desgracia. De ahí el dicho que corre en la localidad cuando suceden siniestros en una vivienda: «Erramurik gabea duk itxi hau» (esta casa no tiene laurel)[5].

Antiguo cementerio de Jatsu (L). Fuente: Boissel, W. Le Pays Basque. Sites, Arts et Coutumes. Paris, A. Calavas edit.

En Elorrio (B) es creencia popular que es peligroso dar cinco vueltas a la iglesia. J. M. de Barandiarán recogió el testimonio de una mujer que lo hizo con un niño en brazos, y a la quinta vuelta escuchó una voz que le decía que se libraba de la muerte gracias al niño que sostenía: «Eskerrak besuan daroiazun umetxu orri, bestela etzinien luzaruan bizi izango» (Gracias al niño que llevas en brazos, si no, no hubieras vivido largo tiempo). En este caso interpreta el relator que se trata de la voz del Angel de la Guarda[6].

En Berriz (B), según datos recabados por León Bengoa, a la tercera vuelta se hace presente un muerto o una luz verde que produce pavor y le hace a uno echarse atrás en el intento. En la villa de Zarautz (G) también se producen 96 apariciones de difuntos por este motivo[7].

En Garai (B) se recoge también que es peligroso dar tres vueltas al cementerio[8].

En Gorozika (B) se creía que a partir de la medianoche no se podía dar tres vueltas alrededor del cementerio pues salían sorgiñek, brujas.

En Kortezubi (B) y Oñati (G) se recogió la creencia de que no se debían dar tres vueltas alrededor de la casa después de los arimetakoak, es decir, después de las campanadas de ánimas. Alguien apostó a que daba las tres vueltas pero cuentan que no le sucedió cosa buena. Los testimonios no concretan qué le ocurrió[9].

En Lekeitio (B) se dice entre los niños que si alguien pasa al lado de un cementerio tras el toque del ángelus vespertino se le aparece un muerto[10].

En Zeberio (B) se cree que si se dan tres vueltas al pórtico de la iglesia se ven fuegos en el cementerio que está al lado, «beti euki dogu entzutea gauean elezportikuari iru buelta emon ezkero ortusantuan argiak ikusten dirala».

En Ataun (G) se recogió en diversos testimonios que es peligroso dar tres vueltas al cementerio)[11]. Se indicaba, sin embargo, que es posible darlas llevando una rama de laurel en la mano[12].

También recogió J. M. de Barandiarán testimonios en Berastegi (G) en que una mujer quedaba embrujada por dar tres vueltas a la iglesia parroquial[13].

En Elosua (G) no se pueden dar tres vueltas a la casa y mucho menos al cementerio. Sin embargo algún encuestado indica a la vez que es posible dar tres vueltas a la cruz, la iglesia y el cementerio si en cada una de ellas se reza un credo.

En Oñati (G) se cree que quien dé tres vueltas alrededor de la iglesia será llevado por el diablo.

En Zerain (G) las encuestas recogen estos testimonios: «Elizai ta kanposantuai iru buelta eman ezkero, animak bearrean daudenak askatura gelditzen dira» (en caso de dar tres vueltas a las iglesias o los cementerios las ánimas necesitadas quedan sueltas); «elizari edo kanposantuari iru buelta eman ezkero Purgatorioko animak askatzen dira» (las ánimas del Purgatorio se liberan si se dan tres vueltas a la iglesia o al cementerio); «etxeari iru buelta eman ezkero sorgiñak askatzen dira» (si se dan tres vueltas a la casa se liberan las brujas); «elizari iru buelta eman ezkero gaubekoak artzen zaitue, eta berakin eman...» (al que da tres vueltas a la iglesia le apresan los espíritus de la noche y se lo llevan con ellos). «Kataliñek Elizari iru buelta eman baiez apustuba egin, ta abiatu bera... irugarrena ematen ari zala, entzun zan kantue, esaten zuna:

«Egune egunezkoantzako,
gaube gabekontzako,
Katalin guretzako...»

Ez ementzan bere berri geiago jakin».

(Cuentan que Katalin apostó a que daba tres vueltas a la iglesia y según iba por la tercera se escuchó una canción que decía: «El día para los del día / la noche para los de la noche/ Katalin para nosotros...». Y ya no se supo más de ella).

En Aldaz (Lekunberri-N) se decía a los niños, hace más de 30 años (1960), que no se podía dar de noche tres vueltas alrededor del cementerio, pero era para que se retirasen a casa en cuanto oscureciese, nunca como creencia real.

En Obanos (N) se tenía mucho respeto a las almas y al cementerio e iglesia. No han faltado apuestas que parece que terminaron mal para el «valiente». Un vecino asegura que los habitantes del lugar tenían miedo a salir de noche y desde luego no se atrevían a quedarse solos en la iglesia ni a oscuras ni con luz: «Había mucho respeto a los santos».

En Baigorri (BN), incluso hoy día, consideran que no se pueden dar tres vueltas alrededor de una casa ni de la iglesia.

En Azkaine (L) consideran brujería la prevención en no dar tres veces la vuelta a la iglesia, de noche, o al cementerio o a una casa.

Contrariamente a todo lo dicho hasta ahora, en Getaria (G) se recoge la creencia opuesta a la descrita en este apartado. En esta localidad, en caso de dar vueltas alrededor de la casa se podía ayudar al difunto que estuviera necesitado de auxilio.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, LXIX (1926) pp. 35-36.
  2. AEF, III (1923) p. 61.
  3. AEF, III (1923) p. 49.
  4. José Miguel de BARANDIARAN. Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, p. 51. También vide: Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, LXIX (1926) p. 37.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, LXIX (1926) p. 37.
  6. Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, LXIX (1926) pp. 35-36.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, p. 49.
  8. José Miguel de BARANDIARAN. Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, pp. 35-36. También vide: Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionaros, LXXVII, (1927), p. 19.
  9. José Miguel de BARANDIARAN. “Steles et rites funéraires au Pays Basque” in Ekaina, XI (1984) p. 145. También Vide: Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, p. 49.
  10. José Miguel de BARANDIARAN. Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, LXIX (1926) pp. 35-36 y LXXVII (1927) p. 19.
  11. José Miguel de BARANDIARAN. Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, LXIX (1926) pp. 35-36 y LXXVII (1927) p. 19.
  12. Barandiarán recogió un relato en el que una hilandera se atrevió a contravenir la prohibición, y que desapareció al momento. Sus compañeras la llamaron y en ese preciso instante les contestó Gaueko, el genio de la noche, diciendo que él se había llevado a la joven. Hay historias de secuestro parecidas, pero debidas a la acción de gentiles u otros seres mitológicos. Vide: José Miguel de BARANDIARAN. Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, pp. 51-53 y Eusko-Folklore. Materiales y Cuestionarios, LXX (1926) pp. 38-39.
  13. José Miguel de BARANDIARAN. Estelas funerarias del País Vasco. San Sebastián, 1970, p. 49.