Esquelas de periodicos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Las esquelas que se insertan en los periódicos tienen por finalidad anunciar el óbito a las familias más alejadas tanto geográficamente como en parentesco, así como a determinados conocidos del difunto a los que no se les llega a avisar por los procedimientos habituales y más inmediatos. En este sentido la esquela permite acceder de modo casi inmediato a un número indiscriminado de personas que por otros medios posiblemente no se llegarían a enterar con suficiente antelación para acudir a las honras fúnebres si así lo deseasen. Debido a esta finalidad anunciadora, las esquelas aparecen en el periódico o periódicos de mayor difusión de la comarca a la que pertenece el fallecido.

Las esquelas se conocen en el lenguaje periodístico actual como «necrológicas» si bien la denominación más frecuente que aparece a principios de siglo, por ejemplo en los diarios bilbainos, es la de esquelas de defunción; con anterioridad se empleaban otras como esquela mortuoria, en «El Nervión» en 1891, o papeletas de defunción en «El Noticiero Bilbaino» en 1878.

El formato de la esquela se ajusta al criterio de columnas según el cual suelen estar estructurados los periódicos. Como norma general tienen forma rectangular y apaisada. Una página de necrológicas de un conocido diario de nuestro entorno puede contener dieciocho esquelas normales dispuestas en seis hileras y tres columnas.

Como en muchos de los acontecimientos que siguen a la muerte, las esquelas también se prestan a remarcar la categoría social del difunto, en esta ocasión mediante un tamaño mayor al habitual o insertando un número de ellas superior al que es corriente, lo que obviamente acarrea un costo económico más elevado.

En el pequeño espacio de una de estas esquelas se indican todos los datos necesarios para la identificación del fallecido y de su familia así como para conocer el lugar, día y hora en que tendrán lugar las honras fúnebres.

Para facilitar la identificación del fallecido, desde hace años se incorpora con cierta frecuencia una fotografía suya. A veces se añade el apodo por el que era conocido y también su cargo, profesión o lugar de trabajo, o, en el caso de que se halle jubilado, cuáles eran.

La invitación a las exequias es realizada en la esquela por el grupo doméstico, cuyos miembros aparecen detallados en un orden que suele coincidir con el grado de parentesco y con el que a su vez se guardaba antaño en los bancos de duelo de la iglesia. Este orden experimenta modificaciones en función del número de familiares, de la ausencia o presencia de determinados grados, de las buenas o malas relaciones que mantengan entre ellos y del criterio de cada periódico. En el caso de existir hermanos, hijos o nietos políticos sus nombres aparecen en el mismo orden que sus respectivos cónyuges. Una vez se ha detallado la familia más próxima, al final del párrafo se engloba al resto bajo fórmulas como «sobrinos, primos (o el parentesco que proceda) y demás familia». A veces se especifica entre paréntesis si las personas mencionadas son viudas o pertenecen a una orden religiosa; y si, por hallarse lejos, no pueden acudir al funeral también se indica con el término «ausente». Entre gente rica algunos incluyen a la «fiel sirvienta» o a los «mayordomos». La omisión de un nombre puede ser deliberada a causa de enemistades, pero cuando es involuntaria llega a acarrear conflictos. No suelen aparecer los nombres de los familiares ya difuntos.

Esquela en la puerta de la iglesia. Maruri (B), 1992. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

En un entorno católico como el nuestro las esquelas han solido estar encabezadas por una cruz latina, que a veces, en el caso de los niños, se sustituye por un angelito. Algunas personas sustituyen la cruz por un lauburu. Del mismo modo cuando el fallecido forma parte de una agrupación política o sindical a menudo se incluye el anagrama del partido o sindicato al que pertenecía.

Las esquelas tienen gran importancia en nuestro entorno, ocupando un espacio considerable en los periódicos. La mayoría de las familias incluyen al menos una esquela cuando pierden a uno de sus miembros, hasta el punto de que resulta raro que no se pongan. Las personas que compran el periódico, sobre todo a partir de una cierta edad, suelen leerlas habitualmente. A veces se compra expresamente un diario para comprobar si viene una esquela.

Además del modelo de esquela comentado y que habitualmente es el encargado por la familia a veces se publica otro tipo de idénticas dimensiones, que aparece contiguo al primero pero cuyo diseño no se suele ajustar al visto. Su aspecto puede ser muy variable pero consta en líneas generales del nombre del difunto, un mensaje de quienes acuerdan su publicación y la identidad de los mismos.

También se suelen insertar en los periódicos notas de menor tamaño y de texto más breve en las que la familia agradece la presencia de los asistentes a los funerales. Tampoco son infrecuentes, pero sí menos habituales, esquelas que anuncian la misa de aniversario por un difunto.

Esquelas en la puerta de la iglesia. Mañaria (B), 1992. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.