Aviso a los animales del establo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

Además de la comunicación de la muerte a las abejas, en algunas localidades también existió la costumbre de anunciarla a otros animales domésticos de la casa. La extensión de este rito parece haber sido más reducida que la del llevado a cabo con las abejas y en la mayoría de las localidades donde se constató también se practicaba este último.

En Sara (L) era costumbre comunicar la muerte de un miembro, sobre todo la del dueño o dueña de la casa, a los bueyes y vacas haciéndoles levantar de sus establos. También se anunciaba a los demás animales del gallinero, de la pocilga y del redil. Los inquilinos debían anunciar a su vez a sus bestias la muerte del dueño, como si éste se hallase en la casa. Dejar de hacerlo era exponer al ganado a toda suerte de perturbaciones. El dueño de un caserío de la localidad murió repentinamente hallándose fuera. Antes de conocer este triste acontecimiento en su hogar, no se explicaban los mugidos inusitados de las bestias. Un hecho semejante aconteció en otro domicilio. Los mugidos provenientes del establo advirtieron de la muerte de la hija de la casa. La madre, después de haberlo constatado, tuvo que ir a anunciarlo a las bestias para calmarlas[1].

En Liginaga (Z) también se les comunicaba a los animales domésticos la muerte del dueño de la casa; para ello se les obligaba a levantarse, caso de que se hallasen tumbados. Si no se procedía así se decía que podían morir[2].

Cuando en Donibane-Garazi (BN) fallecía el dueño o dueña de un caserío, algún miembro de la familia daba la noticia a los animales de la cuadra diciendo esto: Kabale maiteak: etxeko nagusia (naiz etxeko andrea) il zauzue (Amados animales: se os ha muerto el amo -o el ama-). Al ganado se le daba el tratamiento de zu[3]. En Beasain (G), algunos informantes recuerdan que sus padres notificaban cada muerte a los animales de casa.

En Ostibarre (BN), cuando el heredero visitaba por primera vez el establo después de producida la muerte, acariciándoles el lomo a las vacas les decía: Orai ni nausi (Ahora soy yo el dueño).

En Baigorri (BN) se anunciaba la muerte a las vacas y se les quitaba los cencerros. En Haltsu (L) y Barkoxe (Z) también se les comunicaba a estos mismos animales. Si estaban tumbados se les obligaba a ponerse en pie[4]. Igualmente en Valcarlos (N) hubo constancia del anuncio de la muerte del amo al ganado vacuno[5]. En Bidarte (L) se avisaba a los animales de la cuadra, especialmente a las vacas, además de a las abejas.

En Zunharreta (Z) se hacía el anuncio a las vacas y era el señor de la casa quien se encargaba de ello. Se decía que sólo se procedía así ante la muerte de un hombre, pero el testigo comenta que su padre cumplió con esta tradición a la muerte de su abuela.

En Gamarte (BN), si moría el patrón de la casa, etxeko nausia, se iba al establo a comunicar el deceso. En esta localidad se decía que cuando fallecía el cabeza de familia a menudo también moría una vaca, la mejor de la cuadra, en los seis meses siguientes. Los testigos comentan que esto ha ocurrido muy a menudo y algunos aseguran haberlo comprobado.

Por último, según el testimonio de una anciana informante de Oragarre (BN), había que anunciar la muerte al perro para que éste se lo dijese a los demás animales[6].

Amortajamiento de un niño. Durango (B). Fuente: Archivo Asociación Gerediaga: Foto Germán.


 
  1. A. ARÇUBY. «Usages mortuaires à Sare» in Bulletin du Musée Basque, IV, 3-4 (1927) pp. 18-19.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. "Materiales para el estudio del pueblo vasco: En Liginaga (Laguinge)" in Ikuska. № 10-13 (1948) p. 34.
  3. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 222.
  4. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 222.
  5. José María SATRUSTEGI. «El Grupo Doméstico de Valcarlos» in CEEN, I (1969) p. 184.
  6. Michel DUVERT. «Données Ethnographiques sur le vécu traditionnel de la Mort en Pays Basque-nord» in Munibe, XLII (1990) p. 484.