Anderos familiares y amigos
Esta última categoría agrupa poblaciones en las que tanto antes como ahora son los familiares próximos al finado, otros familiares, o amigos los que llevan el féretro a la iglesia y al cementerio. Se trata mayoritariamente de villas o localidades de población concentrada donde el concepto de vecindad no goza de la significación y protagonismo que tiene o tuvo en otro tiempo en las de poblamiento disperso.
En Trapagaran (B) en tiempos pasados, el féretro era conducido a hombros de familiares cercanos. Así, si el fallecido era el padre, el ataúd lo llevaban sus hijos o sus hermanos. En Berastegi (G) son por lo general los familiares más próximos los portadores, sin descartar a amigos y vecinos. En Bernedo (A), tanto antes como ahora, son cuatro familiares los encargados de la tarea.
En Carranza (B) en tiempos pasados, según Nicolás Vicario[1], eran los familiares cercanos o los amigos del finado los encargados de la conducción del cadáver. Si se trataba del dueño de una casa alquilada era a los inquilinos a quienes quedaba confiada tal encomienda. En los años cincuenta se introdujo el coche fúnebre, a cuya utilización la gente en un principio opuso cierta resistencia. Aún hoy día (años noventa) en que se ha generalizado el recurso a la funeraria para los traslados, en los barrios donde está ubicada la parroquia se mantiene viva la antigua costumbre de que lo hagan los familiares a hombros.
En Moreda (A) son familiares allegados del difunto, generalmente jóvenes, y amigos los encargados de transportar la caja mortuoria. En San Román de San Millón (A) el féretro lo conducen los familiares cercanos, al igual que en Pipaón y Valdegovía (A) donde el traslado corre también a cargo de familiares o allegados del difunto.
En Mélida (N) son los familiares más allegados los que se encargan de llevar el féretro, casi nunca los amigos o los vecinos. En Lezaun (N) de ordinario lo llevaban los parientes más próximos. A los miembros de la Cofradía del Rosario, los llevaban otros cofrades.
En San Martín de Unx (N) la conducción se llevaba a cabo en andas y sobre los hombros de los familiares varones o los amigos más íntimos, los más «llegaus», que a menudo coincidían con los vecinos. Hoy día los anderos siguen siendo los familiares o las personas más allegadas, turnándose. En Laguardia (A) eran cuatro o seis personas, familiares o amigos del difunto.
En Bermeo (B), antaño, eran cuatro hombres, anderuek, generalmente parientes o amigos del finado los que se encargaban del traslado. Hoy día son dos empleados de la funeraria los que realizan las pequeñas operaciones de traslado precisas, salvo la entrada y salida a la iglesia que la siguen haciendo los familiares o amigos. En Gatzaga[2] (G) el féretro, a principios de siglo, era llevado a hombros de parientes o amigos del finado. En el Valle de Elorz[3] (N) el féretro era conducido a la iglesia por familiares y, a trechos, también por algunos otros parientes próximos del finado. En Goizueta (N), a ser posible, lo llevan los de la casa del finado, otros familiares o amigos.
En Hondarribia (G), antiguamente, los que transportaban el féretro eran los familiares o los amigos del difunto. Era un trabajo duro cargar con el féretro hasta la parroquia por lo que lo común era que los anderos fueran los mismos jóvenes encargados de avisar a los parientes la noticia del fallecimiento, mandatariak. En Murchante (N) el traslado corre a cargo de los familiares y amigos, generalmente jóvenes.
En Portugalete (B) la introducción del cuerpo en el templo para la celebración del funeral es casi coincidente en el tiempo con la implantación del coche fúnebre. Hasta entonces el cadáver era llevado directamente desde la casa mortuoria al cementerio por familiares y amigos del difunto. En Durango (B), hoy día, son también los familiares y amigos los portadores del féretro; en Plentzia (B) los sobrinos o los nietos del difunto y en Viana (N) los familiares.
En Aoiz (N), hasta los años cincuenta, hacían de anderos los amigos o familiares colaterales del finado debido a que los parientes directos debían ir en el cortejo fúnebre. Aún hoy día, de ordinario, no suelen ser los familiares directos del difunto. Lo más común es que los encargados de la conducción sean elegidos por la familia o aceptados por ella si se han ofrecido voluntariamente.
En Artajona (N), generalmente, no lo llevaban los familiares más directos porque, al igual que se ha recogido en Aoiz, éstos debían marchar en el cortejo fúnebre. Los cuatro vecinos más próximos portaban sendas hachas a ambos lados del féretro.
En Sangüesa (N), antiguamente, los portadores no eran familiares del difunto. La «mandarresa», por encargo de la familia, avisaba a quienes debían llevarlo, de ahí la expresión «avisar a caja». A veces se escogían personas pobres y se les remuneraba. A partir de los años cincuenta se hace normal y hasta obligatorio que conduzcan el cadáver los familiares y a veces los amigos.
En Salvatierra (A), durante muchos años, por disposición municipal, fue derecho exclusivo de los empleados municipales el llevar a los muertos al cementerio, cobrando los derechos de arancel correspondientes cuando los condujeran los familiares, cofrades u otras personas.
- ↑ Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El noble y leal Valle de Carranza. Bilbao, 1975, p. 324.
- ↑ Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 415.
- ↑ Javier LARRAYOZ. “Encuesta etnográfica del Valle de Elorz” in CEEN, VI (1974) p. 84.