Agua bendita

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La costumbre de rociar el cadáver con agua bendita ha sido general. En el improvisado altar doméstico, tal como anteriormente hemos señalado, se colocaba un vaso con agua bendecida en Sábado Santo así como una rama de laurel bendecido el Domingo de Ramos.

En Bidania (G) era costumbre que los niños fueran a la casa mortuoria y rociando el cadáver con agua bendita rezaran un padrenuestro. Pero eran generalmente los adultos los que acudían a la casa mortuoria. En Oiartzun (G), rezaban un Aita gurea precedido de una aspersión de agua bendita con la invocación Kirieleison, Christeleison, Kirieleison, Pater noster. Por este versículo litúrgico al acto se le llama Paternosterra botatzia, echar un padrenuestro[1].

En Orozko (B) se asperjaba con agua bendita la habitación en el momento del fallecimiento para ahuyentar a los malos espíritus y no permitir al demonio adueñarse del alma de quien acababa de morir[2].

En las encuestas realizadas más recientemente se constata la costumbre general de que, una vez producido el óbito, vecinos, parientes y amigos se acercan a la casa mortuoria para dar el pésame a la familia y rezar por el difunto. Es costumbre en muchos lugares mojar el ramo de laurel en agua bendita y asperjar con él el cadáver antes de rezar por el difunto.


 
  1. AEF, III (1923) pp. 105 y 78.
  2. En un capítulo anterior Agonía y muerte, también se ha recogido la costumbre de asperjar agua bendita sobre los agonizantes para ahuyentar a los demonios.