Conmemoraciones de difuntos a lo largo del año

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Además de en los dos primeros días de noviembre en algunas localidades ha existido la costumbre de rememorar a los muertos en fechas diferentes. Ha sido relativamente común celebrar una misa en memoria de los vecinos difuntos el día de la repetición de la festividad patronal. Se debe tener en cuenta que en la cultura tradicional los fallecidos siguen siendo considerados como integrantes de la comunidad y por lo tanto son recordados en las celebraciones que acontezcan tanto en la casa como en la vecindad. En algunas localidades esta misa del segundo día de fiestas era sufragada por el ayuntamiento, que además asistía a la misma.

En Apodaca (A) el segundo día de las fiestas patronales se dedicaba a conmemorar a los fallecidos del pueblo. Se hacía una misa de requiem cantada y ofrenda de pan; al final de la misa responso cantado alrededor del catafalco sencillo. A la tarde también había responso tras el rosario y las vísperas. Todo ello pagado por el concejo.

En Carranza (B) el día siguiente a la fiesta patronal de cada concejo del Valle se celebraba una misa en memoria de los difuntos de la parroquia. La asistencia a la misma no era tan numerosa como en el día anterior, reduciéndose a los vecinos. Si en una casa se había producido recientemente un fallecimiento y por lo tanto no se había celebrado la fiesta, acudían a misa numerosos familiares que no lo habían hecho la jornada anterior. En las fiestas patronales del municipio la misa de difuntos era en memoria de todos los difuntos del Valle. La celebración de estas misas sigue vigente.

En Zeanuri (B) en las fiestas patronales del pueblo que tienen lugar en torno al 15 de agosto, festividad de la Asunción, Andra Mari, se dedica el tercer día a la conmemoración de los difuntos. Ese día denominado arimen egune (día de las almas) se celebraba misa mayor con canto de nocturno y responso ante el catafalco. Hoy en día (1991) la celebración de la misa por los difuntos del pueblo sigue vigente. Esta misma costumbre se practica en las fiestas patronales de los barrios. Al día siguiente de la festividad patronal cada vecindario celebra el día de los difuntos, animen egune, con una misa en la ermita por los difuntos de la vecindad.

Por la misma razón expuesta antes las cofradías han honrado a sus miembros muertos en fechas distintas a las instituidas con este fin, generalmente coincidiendo con la fiesta bajo cuya advocación se halla cada una de ellas. En el capítulo dedicado a Asociaciones en torno a la muerte se tratará más ampliamente este aspecto.

También se constatan costumbres locales que difieren de lo visto hasta aquí. Algunas de las siguientes descripciones parecen ajustarse a la costumbre de dedicar a los muertos un día a la semana y otro al mes, concretamente el lunes y el primer día libre de cada mes.

En Zeanuri (B) el día más significativo para activar la sepultura, además del domingo, era el lunes ya que se consideraba dedicado a los difuntos.

Adornando las sepulturas para el día de Todos los Santos. Bilbao (B), 1990. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

En Gaztelu (G) los lunes, por contrato inmemorial con el vecindario, el cura encargado de la parroquia celebraba la misa por los difuntos del pueblo y el vecindario le gratificaba con la ofrenda de un panecillo de cuarto de libra por cada familia. No se llevaba la ofrenda a la iglesia, sino que el cura cobraba de los panaderos en dinero. En 1965 esta costumbre aún se conservaba[1].

En Ataun (G) a principios de los años veinte desapareció la costumbre de las misas cantadillas que consistía en que el cura que había estado de semanero la semana anterior, el lunes celebraba misas por las ánimas y le contestaba o cantaba el sacristán. Al terminar la misa se cantaban cuatro responsos por las ánimas. En el siglo XVIII ya se consideraba que venía de tiempo inmemorial esta costumbre de que todos los lunes, no siendo festivos, el semanero celebrase la misa mayor cantada por las ánimas del purgatorio para cuyo estipendio se solía recaudar limosna los días festivos[2].

En Améscoa (N) además del día de Animas estaba especialmente dedicado a los difuntos el de «San Lázaro» (Lunes de Pasión). En estas fechas se celebraba antes de amanecer una misa de difuntos cantada con su «nocturno» a la que acudía todo el pueblo. Las dueñas de las casas acomodadas hacían ofrenda de pan. Terminada la misa se rezaban responsos en todas las sepulturas. Ya de víspera era habitual pasar la tarde «sacando responsos». Se rezaban en la sepultura propia y en la de la casa troncal y cada responso tenía su estipendio[3].

En tiempos pasados en Carranza (B) se conmemoró a los difuntos el segundo día del mes de febrero. Esta fecha las mujeres llevaban a la iglesia para colocar en la sepultura de sus difuntos, grandes tortas adornadas con barniz de yema de huevo o un huevo entero colocado en el centro[4].

En Vitoria (A) el culto a las Animas del Purgatorio, además del mes de noviembre, se celebraba en torno al día 2 de julio, festividad de la Visitación de Nuestra Señora, titular de la capilla del cementerio. En el día de Difuntos la devoción a las ánimas se concentraba en las sepulturas de la iglesia, mientras que este día era más propio visitar el cementerio. «Algunas personas, principalmente forasteras, han introducido, en estos últimos años [década de los treinta], la costumbre de ir al cementerio el día de Difuntos; sin embargo, la población conserva la costumbre de ir en julio». Hasta 1931 el día de Santa Isabel se celebró una misa cantada con responso en la capilla del cementerio a la que asistía el ayuntamiento[5].

En Mendiola (A) las visitas al cementerio son obligadas, además de por Todos los Santos y Animas, los días de Pascua. En estas fechas los familiares y allegados del difunto llevan flores y luces a la tumba junto a la que rezan un padrenuestro. Antaño se acudía también en julio el día de la Visitación, en agosto el día de la Virgen y por la Natividad; el cura acudía a todas las sepulturas del cementerio rezando responsos.

En Zerain (G) el 17 de enero, festividad de San Antón, se celebraba el día de ánimas de Zerain. El sacerdote, al finalizar la misa, rezaba un responso en la «sepultura de la Villa» emplazada en la primera fila.

En Obanos (N) el día 14 de enero se celebraba el día de Almas de forma similar al 2 de noviembre. Las familias también llevaban vela a la iglesia el lunes siguiente a esta segunda fecha.

Banderas de Asociaciones en la comitiva fúnebre. Andoain (G), 1957. Fuente: Argazkiak Andoain Fotografías. San Sebastián, Aurrezki Kutxa Munizipala, 1990.

En Abadiano (B) era costumbre visitar los cementerios además de por Todos los Santos el domingo siguiente a esta festividad y en Nanclares de Gamboa (A) se recordaba en la última misa del año a todos los vecinos fallecidos recientemente y se rezaba un responso en su memoria.

En el País Vasco continental, como ya se comentó al inicio del capítulo, además de por Todos los Santos, existía la costumbre de visitar el cementerio mayoritariamente con motivo de ciertas fiestas importantes. En Heleta (BN) por Pascua, Navidad y Corpus; en Izpura (BN) también por Pascua y en Lekunberri (BN) y Santa-Grazi (Z) por Navidad, Domingo de Ramos, Pascua de Pentecostés y el día 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen.

En los territorios del norte de Vasconia además se visitaba el cementerio y se sigue visitando semanalmente, aprovechando que en la mayoría de las localidades este recinto se halla junto a la iglesia.

Esta visita y los rezos ante la tumba tienen lugar el domingo antes o después de misa (Lehuntze-L, Izpura-BN) pero preferentemente después (Heleta, Martxuta-BN, Eskiula, Ezpeize-Undüreiñe-Z).

En Lekunberri (BN) las tumbas son visitadas por lo menos los sábados y domingos. Hasta aproximadamente los años cincuenta, antes del comienzo de la misa del domingo se salía de la iglesia en procesión: el cura en cabeza, a continuación los monaguillos y después los niños, mujeres y hombres. Llegaban cantando hasta la cruz del cementerio que rodea el templo y allí se reagrupaban y rezaban. Tras bendecir el cura las tumbas daban la vuelta completa al cementerio, mientras cantaban, y regresaban de nuevo a la iglesia para asistir a la misa.

En Oragarre (BN) se visitan las tumbas y se reza ante ellas todos los domingos y festivos después de oír misa. Antaño estas visitas tenían lugar también después de las vísperas. En Lakarra (BN) se reza ante la tumba todos los domingos y festivos.

En Barkoxe (Z), antaño, todos los domingos, a la salida de misa, hombres, mujeres y niños iban en familia a visitar la tumba. Hoy en día se sigue haciendo los domingos pero como también se celebra misa el sábado al anochecer y debido a que el cementerio no está suficientemente iluminado, pocas personas se atreven a ir si las tumbas están alejadas.

En Azkaine (L), según los informantes, por estar las mujeres más vinculadas que los hombres al recuerdo de los muertos, todos los domingos visitan las tumbas de los difuntos de la familia. En Senpere (L) también se dice que son ellas quienes más a menudo se desplazan al cementerio. En Izpura (BN) que al ser las que acuden con más frecuencia a misa entre semana, visitan las tumbas más que los hombres.


 
  1. Pedro RODRIGUEZ DE ONDARRA. “Costumbres religiosas y datos históricos concernientes a la parroquia de Santa María de la Asunción, en Gaztelu (Guipúzcoa)” in AEF, XXI (1965-1966) p. 41.
  2. Juan ARIN. “Ataun. Toponimia de carácter religioso” in AEF, IX (1929) p. 60.
  3. Luciano LAPUENTE. “Estudio etnográfico en Améscoa” in CEEN, VIII (1971) pp. 147-148.
  4. Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. El Noble y Leal Valle de Carranza. Bilbao, 1975, p. 306.
  5. José María FERNANDEZ DE RETANA. “Algunas noticias acerca del culto de las ánimas en Vitoria” in AEF, XVIII (1961) pp. 73-74.