Cofradía del Santo Rosario

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En otras localidades encuestadas era la Cofradía del Santo Rosario la encargada de la asistencia a los enfermos y moribundos. Sus cofrades debían acompañar al Viático y asistir a las misas que se ofrecían por los hermanos muertos. Cofradías bajo esta advocación encontramos en Amézaga de Zuya, Apodaca, Nanclares de Gamboa, Narvaja, Otazu, San Román de San Millán, Valdegovía (A); Abadiano, Amorebieta-Exano, Bermeo, Bilbao, Busturia, Carranza, Durango, Galdames, Lemoiz, Lezama, Muskiz, Orozko, Plentzia, Portugalete, Zeberio (B); Elosua, Zerain (G); Allo, Goizueta, Izal, Lezaun, Monreal (N) y Armendaritze (BN).

En Amézaga de Zuya (A) quedaban inscritos en la Cofradía del Rosario todos los miembros de la casa pagando una única cuota. Las obligaciones en el caso de la muerte de un cofrade eran las siguientes: como mínimo uno de cada casa debía asistir al funeral; cuatro cofrades tenían que portar las hachas durante los oficios fúnebres; el mayordomo se encargaba de llevar el manto de la cofradía y colocarlo sobre el ataúd hasta su enterramiento; la cofradía ofrecía por el alma del cofrade difunto una misa a la que tenían obligación de asistir todos los miembros de la asociación.

En Nanclares de Gamboa (A) pertenecían a esta cofradía todos los hombres del pueblo. El Presidente, cuyo cargo lo ejercían rotativamente por el periodo de un año todos los cofrades, portaba la cruz parroquial delante del cortejo fúnebre.

En Narvaja (A) pertenecían a ella todos los varones del lugar y era regida por el mayordomo que solía ser el de mayor edad de entre los cofrades. Este se encargaba de comprar el hábito de San Francisco en el Convento de las Clarisas de Salvatierra y de custodiarlo para el primer cofrade que muriera.

En Elosua (G) existió también esta misma asociación a la que pertenecían todos los vecinos del pueblo. El día del entierro se celebraba una misa a cargo de la Cofradía en el altar de la Virgen del Rosario.

En Zerain (G) estuvo establecida la Cofradía del Rosario desde el siglo XVI. En sus libros figuran como miembros las casas de la localidad con sus nombres y se indican los nacimientos y defunciones habidas en cada una de ellas. Se ha mantenido hasta nuestros días la costumbre de inscribir en la cofradía a los niños el día mismo del bautizo. Entre las obligaciones figura la de rezar un triduo de rosarios de quince misterios por el cofrade difunto, así como la de asistir a la Misa de la Cofradía que se celebraba dentro de los nueve días siguientes a la defunción. En el entierro se portaba el estandarte de la Virgen del Rosario.

Libro de la Cofradía del Rosario. Orozko (B). Siglo XIX. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

En Izal (N) pertenecían a la Cofradía del Rosario todos los vecinos desde que hacían la Primera Comunión. Era obligación de los cofrades acompañar al cadáver desde la casa hasta la Iglesia portando una vela y asistir a la misa que ofrecía la Cofradía por el difunto. Si algún cofrade no acudía puntualmente a estos ritos y no se excusaba por ello, el prior de la cofradía le imponía una multa.

En Lezaun (N), además de las misas que se ofrecían por los cofrades difuntos, el día de la Virgen del Rosario se celebraba una misa por todos los difuntos de la cofradía. El Alcalde asistía a ella portando capa y vara.

En Viana (N), al fallecimiento de un cofrade, la familia avisaba al «cursor» de la Cofradía para que éste lo comunicara a los demás cofrades y también al sacristán para que, al tocar a muerto, hiciera la señal indicadora del fallecimiento de un hermano cofrade.

En Allo (N), las Constituciones de la Cofradía del Rosario datan de 1882. Cuando ocurría el fallecimiento de algún cofrade, el tesorero entregaba a la familia del difunto la cantidad de cien reales de vellón para concurrir a los gastos del funeral. Tenían obligación de asistir a los funerales nueve cofrades varones, por turno riguroso, en nombre de la Cofradía. La inasistencia estaba penada con una multa de media libra de cera blanca en favor de la Cofradía. En el primer día festivo inmediato al fallecimiento se aplicaba la misa de alba en sufragio del cofrade difunto y a ella tenían obligación de asistir, en representación de la Cofradía, ocho cofrades varones por turno riguroso y bajo la pena anteriormente dicha.

Los cofrades de ambos sexos tenían obligación de rezar, privadamente o en comunidad, la Letanía de la Stma. Virgen en sufragio del alma de cada cofrade difunto y todos los anos se celebraba una misa solemne en sufragio de los cofrades difuntos.

En Armendaritze (BN), la Cofradía del Rosario disponía de un paño mortuorio negro con decoración plateada, franjas y pompones plateados en los cuatro ángulos. Cuatro miembros de ella llevaban este paño el día del entierro y esperaban al cortejo fúnebre en el pórtico. El paño penetraba en la iglesia justo detrás de la cruz. La cofradía encargaba también misas por el difunto. El paño mortuorio no se colocaba sobre el féretro sino en el suelo, delante del ataúd de cara al altar. Era uno de los miembros de la cofradía quien guardaba el paño.