Rezo del rosario durante el novenario

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Saltar a: navegación, buscar

La práctica de rezar el rosario en la casa mortuoria durante los nueve días de duelo intenso que seguían al fallecimiento ha tenido cierta extensión. En este acto que tenía lugar al anochecer, una vez concluidos los trabajos del día, participaban los familiares, amigos y vecinos del difunto. En algunas localidades para este rezo se acudía a la iglesia o a una ermita próxima.

Esta costumbre se ha recogido en Amézaga de Zuya, Apodaca, Berganzo, Laguardia, Llodio (A), Carranza, Durango, Lemoiz (B), Amezketa, Elgoibar (G), Allo, Aoiz, Artajona, Murchante (N) y Zunharreta (Z).

En Allo (N), en las primeras décadas de este siglo, se rezaba por la noche una novena de rosarios en el domicilio mortuorio desde el mismo día de la defunción. Este rosario era dirigido por alguna de las mujeres que durante años tenía costumbre de hacerlo. Acudían los familiares del finado, amigos y muchos vecinos, quienes se distribuían por la entrada, las escaleras, pasillos y cocina de la casa. Con el tiempo pasó a ser un triduo de rosarios. Esta costumbre ha perdurado hasta finales de la década de los años ochenta.

En Artajona (N), este rezo del rosario se hacía en la casa mortuoria y era dirigido por un hombre del pueblo, siempre el mismo para todos los casos. Participaban familiares, amigos y vecinos; posteriormente pasó a celebrarse en la intimidad[1].

En Murchante (N), hasta los años sesenta, el rosario se rezaba en la casa mortuoria y lo dirigía la avisadora. Le seguía una novena con una oración especial diaria que concluía con el «Lamento de las benditas almas del Purgatorio»:

Oíd, mortales piadosos
y ayudadnos a alcanzar
que Dios las saque de penas
y las lleve a descansar.
Rico ingrato que paseas
tan ricamente vestido,
y a costa de mis sudores
descansas en tanto olvido.
Mira a tu padre quemarse
y le puedes remediar.
Que Dios las saque de penas
y las lleve a descansar.
Todo lo que aquí padezco
es justo, santo y debido,
pues no se purga con menos
haber un Dios ofendido.
María de los Dolores
por las penas que sufrió,
tiene el mérito sobrado
en el concepto de Dios.
Nos falta lo que a ella sobra
si nos puede remediar.
Que Dios las saque de penas
y las lleve a descansar.

Cada día de la novena se decían dos de las estrofas que finalizaban con el estribillo: «Oíd, mortales piadosos... », que era recitado por todos los presentes.

Las familias que querían reducir el novenario a tres días, rezaban tres rosarios seguidos cada día. Al concluir el novenario se obsequiaba a los asistentes con un refrigerio. Actualmente este rezo del rosario tiene lugar en la iglesia antes de la misa vespertina.

En algunos barrios de Carranza (B), el rezo del rosario lo dirigía el cura de la parroquia que acudía al domicilio mortuorio durante el novenario. En ocasiones lo hacía alguna vecina piadosa. En la casa se colocaba sobre una mesita un crucifijo y dos velas. Los barrios de Presa y Villanueva de Presa de este Valle mantienen vigente la costumbre de reunirse los vecinos en la casa del fallecido para el rezo del rosario; el día del novenario que coincide en domingo o festivo, este acto tiene lugar en la iglesia después de la misa.

Después de los oficios exequiales. Altzürükü (Z), c. 1945. Fuente: Veyrin, Philippe. Les Basques. Bayonne, Musée Basque, [1934].

En Durango (B), los vecinos de la Villa que pertenecían al barrio de la Magdalena, rezaban el novenario de rosarios en la ermita de este nombre. En los barrios rurales que tenían ermita, como San Roque y San Andrés, se juntaban en estos recintos para el rezo del rosario. Esta práctica cayó en desuso en la década de los años setenta.

En Lemoiz (B), durante el novenario, bederatziurrena, el rosario era dirigido por una rezadora, errezadore. Al finalizarlo, la familia obsequiaba a los asistentes con un refrigerio.

En Amezketa (G), en la actualidad se reza el rosario de cinco misterios durante los tres primeros días después del fallecimiento.

En Amézaga de Zuya (A), en la función del rosario que tenía lugar diariamente en la iglesia, el cura rezaba un padrenuestro por el difunto. En Llodio (A) se mantiene vigente la costumbre del rezo del novenario de rosarios.

En Zunharreta (Z), durante nueve días, una mujer de la casa mortuoria y las vecinas acudían al atardecer a la iglesia a rezar el rosario; a continuación visitaban la tumba del fallecido.


 
  1. José María JIMENO JURIO. “Estudio del grupo doméstico de Artajona” in CEEN, II (1970) p. 357.