Los caminos mortuorios en localidades de población concentrada

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En las localidades de población concentrada que abundan en gran parte del territorio de Alava, en la Navarra Media y la Ribera y en las villas y en los núcleos urbanos de Bizkaia y Gipuzkoa, para la conducción del cadáver se tomaba un camino u otro en función de la situación de la casa mortuoria respecto de la iglesia y del cementerio.

En algunas localidades alavesas encuestadas como Amézaga de Zuya, Gamboa y Salvatierra generalmente para la conducción del cadáver se utilizaba el camino vecinal o el camino público. En Domaikia, pueblo próximo a Amézaga de Zuya, había que atravesar propiedades privadas para llegar al cementerio, pero por ello el paso no se convertía en camino. Al propietario sólo le afectaba en lo referente a dejar pasar el cortejo fúnebre. En algunos lugares de Gamboa como Marieta o Nanclares de Gamboa las casas estaban comunicadas con la iglesia por la calzada, que era un camino empedrado como alternativa al camino vecinal que solía estar en malas condiciones por el paso de carros y de ganado.

En ocasiones, por tratarse de un pequeño núcleo urbano, se utiliza la carretera general o la conducción se hacía por las calles sin que se tomara una ruta determinada. Así, en Apodaca (A) el cortejo seguía el camino principal o real. Los que morían en el barrio de Las Ventas traían el cadáver por la carretera de Vitoria a Bilbao.

En Bernedo, Moreda y Valdegovía (A) se ha recogido que el cortejo marchaba por la calle o el cantón más propicio. En Laguardia, Mendiola, Narvaja y San Román de San Millán (A), Artajona, Garde, Lekunberri, Monreal y Murchante (N) lo hacía por el camino más cómodo y corto. En Pipaón (A) por la calle más directa a la iglesia y en Ribera Alta (A) y Obanos (N) cada casa utilizaba el camino o calle que la familia empleaba habitualmente para ir a la iglesia.

En Eugi, Izal, San Martín de Unx y Sangüesa (N) el trayecto de la conducción se realizaba ordinariamente por las calles del pueblo o por caminos públicos, o, tal como se ha recogido en Izurdiaga (N), el cortejo discurría por el único camino posible. En Aoiz (N) la comitiva salía siempre a la carretera, constituida en arteria principal del pueblo.

En Portugalete (B), al tratarse de una villa con población concentrada, se tomaba un camino u otro en función de la situación de la casa respecto del cementerio. Normalmente se transitaba por la vía más directa.

En la villa de Bilbao, hasta finales de los años veinte, el cortejo fúnebre seguía el camino más corto entre la casa mortuoria y la iglesia y entre ésta y el lugar de despedida del cadáver. Al no respetarse tan siquiera el sentido de la circulación general de los vehículos, en el 1928 la alcaldía dictó un decreto obligando a los cortejos fúnebres a respetar las reglas de la circulación general, exigiéndoles además que hicieran las paradas en lugares determinados para evitar la interrupción del tráfico. Hasta los años treinta fue también costumbre el que la comitiva al pasar por una parroquia se parara para rezar un responso.

En algunas localidades el camino que va desde la iglesia al cementerio recibe una denominación específica. Así, en Garde (N) este camino es único y se conoce como «camino del seise». También en Mélida (N) hay un camino tradicional para la conducción al cementerio, que es camino obligado, lo que hace que la calle reciba el nombre de «paso forzoso».