Denominación de la casa
A continuación se enumeran agrupadas las formas de denominar las casas. A lo largo de los años algunas han cambiado de nombre. En zona rural ha sido común que a quien vive en ella se le conozca por el nombre de la casa, por ejemplo Goikomendi o por el nombre resultante de agregar el suyo al de ella, así Goikomendiko Anton (Antón el de Goikomendi), y a sus hijos por Goikomendiko Antonen semea edo alabea (el hijo o la hija de Antón el de Goikomendi). Si hiciera falta precisar más, se añade la denominación del barrio donde se ubica.
Caro Baroja señala que los nombres de las casas obedecen a varios principios: que pertenezca a determinada persona, antigua utilización de ella, situación topográfica y condición de antigüedad o modernidad o calidad de su construcción. Los datos recogidos en nuestras encuestas parecen confirmar lo que este autor afirma de que la zona oriental de Vasconia (incluidos Álava, Navarra y el País Vasco norpirenaico) es muy rica en nombres de carácter personal mientras que la occidental (Bizkaia y Gipuzkoa) lo es en nombres descriptivos[1].
Hay casas, según recogió Barandiaran en Sara (L), que tienen marcada la fecha de su construcción en una de sus fachadas; en otras figura el nombre de su antiguo dueño o constructor; algunas muestran alguna piedra esculpida en forma de escudo o grabada y adornada con cifras o signos. Estos datos son aplicables a todo el territorio.
Nombre, apellido y apodo del dueño
Oficio y actividad del propietario
Toponimia
Casas de vecinos en población concentrada
- ↑ En la primera zona –señala este autor– se puede estudiar gran parte del proceso de población del campo a partir del pequeño núcleo urbano, en que abundan casas con nombres terminados en -enea, -ena, -baita, pues muchos de los que ahora se llaman caseríos y que constituyen la población diseminada ostentan otros que declaran su antigua dependencia de aquellas casas de la calle o núcleo urbano. Julio CARO BAROJA. Los vascos. Madrid: 1971, pp. 126-132.