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Esta costumbre de que el sacerdote sea el primero en arrojar la tierra sigue vigente hoy en día, al menos en algunas de las localidades donde perduran las tumbas en tierra.
[[File:7.186 Tierra al sepulcro. Grabado de Tillac.jpg|framecenter|600px|Tierra al sepulcro. Grabado de Tillac. Fuente: Azkue, Resurrección M.ª de. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935.]]
En Bernedo (A), después de las oraciones rituales los sacerdotes asistentes mandan introducir el ataúd en la fosa abierta y tras echar una palada de tierra cada uno se retiran. Los demás presentes cogen un puñado con la mano, lo besan y lo echan sobre el ataúd. Por último el enterrador acaba el trabajo. Esta costumbre sigue vigente hoy en día.