1 de noviembre. Festividad de Todos los Santos. Domuru Santu

Esta festividad recibe en euskera las denominaciones de Domuru Santuru / Domu Santu / Domini Santu (Bermeo, Lezama, Murelaga, Zeanuri-B, Elosua, Zerain-G), Domisanture (Plentzia-B), Dominu Sandorio (Aria-N), Dome Santoe (Liginaga-Z), Orniasaindu / Omia-sendore (Iholdi-BN).

Desde finales del siglo pasado hasta la actualidad ha experimentado variaciones notables, pero no tantas como la del día de Animas o de Difuntos, que se tratará en el apartado siguiente. Ambas celebraciones forman una unidad y además existe cierta confusión entre ellas ya que al no ser festiva la del dos de noviembre, algunos ritos que tradicionalmente eran propios de la misma se han ido desplazando con el paso del tiempo a este día anterior.

Las ofrendas a los difuntos también se han modificado a lo largo del siglo. Antaño era común llevar velas y pan a la sepultura del interior de la iglesia. Con posterioridad se abandonaron las ofrendas de esta naturaleza o se trasladaron en algunas localidades, al menos en lo referente a las luces, a las sepulturas reales del cementerio, y más adelante fueron sustituidas por las flores. Por lo tanto han sufrido una evolución paralela a la experimentada por el resto de ofrendas efectuadas durante el funeral y en las fechas posteriores al mismo.

El día de Todos los Santos, una vez concluida la misa mayor de la mañana, se rezaba un responso general. Este día no se solía celebrar misa de difuntos, pero por la tarde se rezaban vísperas de difuntos ya que litúrgicamente hacían referencia al día siguiente.

Responso en la iglesia. Amezketa (G), 1987. Fuente: Antxon Aguirre, Grupos Etniker Euskalerria.

Por lo que respecta a las flores, los más ancianos de Aria (N) recuerdan que la costumbre de llevarlas al cementerio se inició en unas pocas casas durante la última guerra civil, cuando se dejaba alguna sobre la tumba de un ser querido muerto en el frente. El hecho no era tan habitual como ahora, ya que esta costumbre comenzó a generalizarse a partir de la década de los sesenta, cuando personas del pueblo que vivían en la capital comenzaron a enviar ramos.

En un capítulo anterior se ha tratado sobre las ofrendas de flores en los funerales, describiéndose los tipos de flores así como los procedimientos caseros para preparar los ramos y coronas. En el caso concreto de la festividad de Todos los Santos se ha recurrido mayoritariamente a los crisantemos. La coincidencia de su floración con estas fechas los ha convertido en una planta tradicionalmente cultivada en los caseríos con tal fin; hasta tal punto se la asocia a estos primeros días de noviembre que es conocida por algunos como «flor de muertos».

A continuación se detalla la información recopilada en las poblaciones encuestadas. Los datos que los informantes recuerdan aparecen ordenados según su antigüedad, siempre que ello ha sido posible. Esto no quiere decir que en las poblaciones citadas en último lugar, donde sólo se ha constatado la costumbre de adornar con flores las sepulturas del cementerio, nunca se hayan ofrendado panes o luces. Probablemente las transformaciones acaecidas en unas localidades y en otras han sido similares a grandes rasgos, por lo que no es arriesgado suponer que en tiempos pasados también practicaron estos ritos.

Ofrendas en la iglesia

Asistencia al cementerio