Cambios

Aprovechamiento

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Precisamente fue una preocupación continua mantener los prados limpios, es decir, libres de este tipo de vegetación espontánea para lo cual se realizaban periódicas tareas de ''resiego''. Además durante la siega se llevaba a cabo una limpieza adicional conocida como ''escoger''. Los niños o mujeres que participaban en la tarea de esparcir la hierba escogían previamente los helechos, zarzas y otras especies invasoras y las retiraban a montones a las orillas o márgenes del prado o a zonas en las que no interfiriesen en las labores posteriores de secado. La mayor parte de estas plantas eran recogidas a mano, por ejemplo los helechos. Se iba eligiendo cada helecho con una mano y colocándolo bajo el brazo opuesto hasta formar un ''brazao ''considerable que se retiraba a un montón. Para escoger las zarzas había que emplear la horquilla ya que en esos tiempos no se disponía de guantes. Los segadores, cuando al ir segando se encontraban con alguna zarza, la sacaban de entre la hierba recién segada con la punta del dallo y la depositaban sobre el lombillo para que así la persona encargada de escogerlas la encontrase con facilidad. También se escogían plantas invasoras como las ''bernaulas ''(del género ''Rumex'') y en este caso se tenía especial cuidado en no esparcir sus semillas si la planta ya estaba en sazón porque se conocía perfectamente su facilidad para germinar allí donde cayesen.
 
 
 
 
 
 
 
 
La preocupación por escoger estas especies era en parte para evitar que se diseminasen, como en el último ejemplo citado, pero sobre todo para no pincharse en los trabajos posteriores de secado, como al esparcir la hierba a mano y sobre todo durante el proceso de almacenamiento en el ''sobrao'', lo que se conocía como ''empayar'', que se describe más adelante. Añade una de las personas consultadas que precisamente a raíz de la generalización de las enfardadoras movidas por tractor disminuyó notablemente la preocupación por elegir estas especies.
Una vez concluida la tarea de dar vuelta a la hierba había que dejar que el sol fuese secándola. Después se debía repetir de nuevo la misma operación. La segunda vez que se le daba vuelta el trabajo resultaba más cómodo, ya que la hierba pesaba menos y además no había que prestar tanta atención a levantar la que permanecía adherida al suelo pues esto ya se había solucionado la primera vez. Sí que ocurría de vez en cuando que se encontraban algunos montones pegados al suelo que se habían colado en la primera ocasión. Destacaban sobre la demás hierba que ya comenzaba a tener un aspecto más seco, por conservar su verdor y humedad. Recibían el nombre de ''pelucones ''y era necesario esparcirlos con detenimiento, tratando de que quedasen en la superficie y que los tallos que los formaban no siguiesen apelmazados.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image017.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.505cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 172. Volteando la hierba. Berastegi (G), 1978. |- |}]]El número de veces que había que llevar a cabo este trabajo en un mismo prado dependía básicamente de si el sol calentaba lo suficiente y de la cantidad de hierba que tuviese. También influían otros factores como la época del año ya que la hierba que se segaba temprano, por ejemplo en el mes de junio, tardaba más en secarse; o que se hubiese mojado durante el proceso de secado lo que obligaba a darle un mayor número de vueltas.
Por lo general si el sol alumbraba lo suficiente el número mínimo de vueltas que se le daba era de dos. Transcurrido el tiempo necesario una vez dada la segunda la hierba solía estar lo suficientemente seca como para ser recogida. Excepcionalmente se ha secado con una sola vuelta si la cantidad segada era escasa y coincidía con un día de mucho calor, pero era más habitual tener que darle un número mayor de vueltas.
Al día siguiente los pilucos se esparcían de nuevo con la ayuda de la horca o de la ''rastrilla''. Esta labor no se realizaba a primera hora de la mañana sino que se aguardaba a que el sol calentase lo suficiente para que secase el rocío caído sobre la hierba amontonada y sobre el prado segado y ''arrastrillado''. De este modo tras ''esparcer ''la hierba se secaba antes ya que la capa que quedaba en contacto con la superficie del prado segado no solo no recibía la humedad del suelo al haber sido evaporada por el sol sino que lo que recibía era el calor que desprendía el suelo recalentado. El trabajo de esparcir los pilucos era relativamente sencillo y se efectuaba con rapidez.
Al hacer cada pilo se procuraba sacar la hierba más verde y húmeda a la superficie del mismo. Al otro día, como se esperaba a esparcirlos una vez hubiese calentado el sol un tiempo, se conseguía que se secase más rápida, así que este trabajo permitía acelerar el proceso. Por ello si se hacían pilucos no solía ser necesario dar vuelta a la hierba una segunda vez. La razón era que al quedar la hierba más “en el aire” se secaba mejor por la acción de la brisa que corría, solo se mojaba por el rocío en la parte superior de cada piluco y no toda la hierba ''tendida ''y además no se compactaba tanto. Si la hierba estaba extendida por toda la superficie del prado quedaba aplastada contra el suelo por la acción del rocío, se decía que ''se sentaba''. A la hierba que quedaba ''esparcida'', por lo tanto, había que darle vuelta y aún así no se secaba tanto como la que había estado en pilucos.
Cuando el sol no brillaba con intensidad como en los días de nubes altas o con calima (días de ''poca ''sol o de ''resol''), resultaba más difícil secar la hierba. En vez de poder recogerla en dos jornadas era necesario emplear más. En un intento por paliar la falta de sol y acelerar el proceso, muchos le daban vuelta unas cuantas veces y la recogían en pilucos cada noche. Eso suponía dedicarle más trabajo ya que a fuerza de moverla se sabía que se secaba. De ahí que se acuñase el dicho que aseguraba que “la hierba se seca en los ''pinos ''de la rastrilla”, queriendo indicar que cuanto más se trabajase en ella con esta herramienta antes se secaba.
Sin embargo, en algunas ocasiones la segunda opción era la más acertada. Esto era así cuando, por ejemplo, tras una jornada dándole vuelta al otro día lloviznaba o peor aún, caía agua abundante. Si ocurría este percance la hierba que había sido movida se estropeaba más que la segunda, ya que cuando amenaza lluvia es mejor no tocar la hierba, pues si se moja en verde apenas se estropea mientras que si le pilla el agua estando medio seca, después cuando se logra secar completamente queda oscurecida, ''renegrida'', y pierde sus cualidades.
Así que cuando el tiempo atmosférico se presentaba inestable tan importante como efectuar los trabajos adecuados para tratar de secar la hierba, era ser capaz de predecir si iba a llover. Casi todos los informantes de más edad han heredado conocimientos para anticipar el tiempo, que abarcaban desde los relacionados con los tipos de nubes, los vientos y otros meteoros, hasta la observación del comportamiento de los animales. Sin embargo, con el paso de las décadas la atención se desvió hacia los informativos, en concreto al “hombre del tiempo”.
=== Recogida y acarreo ===
Tras realizar las labores descritas en el apartado anterior encaminadas a secar la hierba, el último trabajo en el prado consistía en recogerla para acarrearla hasta la casa. En el mismo participaba toda la familia además de parientes y vecinos que echasen una mano y la distribución de los trabajos tenía que ver con el sexo y la edad, en definitiva con la fuerza física. Los hombres trabajaban con las horquillas, que era el trabajo más duro, las mujeres y las personas mayores iban por detrás ''arrastrillando ''y los niños, si aún ''adevanaban''[[#ftn8|[8]]] <ref> Realizar una tarea de un modo un tanto precario, sin que quede bien.</ref> demasiado con la rastrilla, ''juntaban ''hierba con una horca.
Era frecuente que si se tenía una buena ''tanda ''de hierba que recoger, la familia, después de ''haberle dado vuelta ''o tras realizar otras tareas con alguna hierba que estuviese más verde, se quedase a comer en el prado. Esto era así porque los prados estaban a veces lejos de casa, eso suponía perder bastante tiempo en el desplazamiento además del cansancio adicional que suponía trasladarse caminando hasta la casa y regresar al prado en plena ''calmera'', es decir, en las horas de más calor.
Si bien, como se indicó antes, las herramientas que manejaba cada uno dependían de su edad, sexo y condición física, este era un trabajo duro y cansado en parte por el esfuerzo físico que suponía y también porque requería muchas horas a pleno sol.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image019.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.505cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 173. Cargando hierba seca. Berastegi (G), 1979. |- |}]]La primera labor consistía en reunir la hierba en uno o varios puntos bien para hacer ''cinas ''o almiares, si amenazaba lluvia o no había posibilidad de transportarla ese día, o para cargarla en el carro de bueyes a fin de llevarla a casa. Este trabajo se denominaba ''atropar la hierba''.
La celeridad que debía imprimirse al mismo dependía de varios factores: De si había gente suficiente para el trabajo; de la superficie de terreno que tuviesen que recoger y la cantidad de hierba que hubiese en él, y sobre todo de si amenazaba tormenta o no. Si se disponía de ''fuerza ''suficiente y la tarde se presentaba soleada, los participantes podían llevar a cabo este trabajo de un modo más desahogado. El mayor problema se planteaba si se “veía venir el trueno”, esto es, si comenzaban a formarse nubes de tormenta, entonces había que trabajar con rapidez a fin de evitar que se mojase.
Con esta técnica se facilitaba notablemente el trabajo. La parte más laboriosa consistía en ir disponiendo la hierba de modo que al hacer girar el rodo que se iba formando diese lugar a un cilindro. Después se hacía rodar ladera abajo. Si la pendiente era acusada lo hacía solo, de lo contrario había que empujarlo desde arriba procurando que no se desbaratase. Como contrapartida, una vez el rodo llegaba a la parte baja del prado, donde se iba a cargar la hierba que contenía en el carro, surgía el problema de soltar la hierba que se había entrelazado al girar el cilindro. A horquilla solía ser difícil, así que se empleaba la ''picona ''que por la disposición curva de sus ''gangas ''o púas permitía clavarla en la hierba del rodo y tirar de ella con fuerza. Si la hierba estaba muy seca se soltaba más fácil, pero si no lo estaba suficientemente era muy costoso hacerlo.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image021.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.505cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 174. Belarretan. Berastegi (G), 1976. |- |}]]Además de la inclinación también influía que el terreno estuviese ''bien tirao'', es decir, que su superficie fuese uniforme, o por el contrario que tuviese hondonadas u ''hoyadas ''y lomos o ''cuetos''. Esto determinaba la dirección en la que se debía desplazar la hierba, ya que era necesario reunirla en lugares donde se pudiese cargar el carro de bueyes sin correr el riesgo de que después, para salir del prado, se diese vuelta a causa de la inclinación.
Algunos prados en pendiente contaban con ''carreteras'', es decir, caminos acondicionados que los recorrían y que permitían juntar la hierba a lo largo de los mismos facilitando así la labor de carga. En otras ocasiones había rellanos donde se disponía el carro. Si el terreno estaba completamente en cuesta se veían obligados a cavar un hoyo para que entrase en el mismo “la rueda de arriba”, es decir, la que quedaba a mayor altura en la pendiente. Lo que se pretendía era que el carro quedase “de llano”, es decir, lo más nivelado posible a fin de facilitar la labor de carga de la hierba.
La delantera podía ser de dos formas. Una similar a la rabera solo que con los largueros rectos y apoyada en la cartola, de modo que sobresaliese sobre los bueyes hasta prácticamente la altura de la melena. La otra constaba de dos pares de ''grampones ''fijados a ambos lados del ''tirón'', un par a la altura de las paletillas de los bueyes y otro más atrás, de modo que en los mismos se insertaban unos ''rejos ''curvos que vistos de frente describían un par de uves abiertas. Los ''rejos ''de cada lado se unían después mediante unos palos para así retener la hierba.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image023.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:16.193cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 175. Arrastrando hierba seca con la narra. Carranza (B), 1977. |- |}]]No se podía cargar un carro solo con la rabera a pesar de que colocar y cargar la delantera resultaba más complicado. La razón era que del primer modo quedaba cargado muy ''trasero ''y si se tenía que ascender una cuesta el carro se ''pingaba, ''lo que dificultaba enormemente el avance de los bueyes.
A la cantidad de hierba que se cargaba en el carro, si era grande, se le llamaba ''carretada''<nowiki>; si era normal se empleaba la voz común de </nowiki>''viaje'': “viaje de yerba seco”.
Una vez cargado el carro se llevaba hasta la casa. Si había que regresar al prado con la pareja a por más, se descargaba el ''viaje ''en el portal con la ayuda de la ''picona''. Más tarde esa hierba junto con la que se siguiese trayendo del prado se debía subir al ''sobrao ''o camarote, que era donde se almacenaba para el invierno. Dado que las carreteras y ''cañaos ''no siempre tenían buen firme, antes de iniciar los trabajos de recolección de la hierba los vecinos de cada barrio acudían ''a concejo ''y determinaban “salir un día a caminos” para reparar los desperfectos que durante el invierno el agua hubiese ocasionado en los mismos. De esto modo garantizaban que los carros cargados de hierba, dado el volumen que alcanzaban, no se diesen vuelta en el trayecto de regreso a casa.
=== Almacenamiento ===
En Carranza (B) en tiempos pasados toda la hierba “se metía a granel”, es decir, no se enfardaba como comenzó a ocurrir en las últimas décadas del siglo XX. Se almacenaba en el sobrao, la última planta de la casa, formando ''tascones. ''
Al ser la planta más alta de la casa mantenía mejor aislada la hierba de las fuentes de humedad. Además los tejados estaban construidos con tablas separadas entre sí (la ''chilla ''o ''lata''), eso permitía que corriese el aire dentro de este recinto contribuyendo así al secado y dificultando los enmohecimientos. Se decía que la hierba ''iba curando''.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image025.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:16.193cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 176. Recogiendo hierba. Gaintza (G), 1963. |- |}]]Como ya hemos indicado en apartados anteriores, una vez la hierba se había llevado hasta el portal de la casa el siguiente trabajo consistía en subirla al sobrao, tarea laboriosa y dura ya que se realizaba cargando sobre la espalda cada coloño de hierba seca y teniendo que ascender por las escaleras desde la cuadra, es decir, dos plantas. Esta era la razón de que las escaleras fuesen bastante anchas, no demasiado ''pinas ''o pendientes y con las puertas de entrada a la ''vivienda ''y de acceso al sobrao de buena amplitud para que no tropezasen los laterales del sábano cargado, lo que dificultaría enormemente el ascenso con el mismo.
Como contrapartida, este trabajo se realizaba al final del día, prolongándose por la noche y hasta la madrugada, con lo que la temperatura más fresca aliviaba el esfuerzo. Claro que también había que contar con las horas de trabajo acumuladas a lo largo de la jornada.
El frente del tascón se ''peinaba ''regularmente pasando la horquilla de arriba abajo para arrastrar la hierba que sobresaliese. Esta labor la realizaba el que daba hierba y conseguía así un frente vertical.
=== Consumo ===
La hierba seca almacenada en el sobrao servía para alimentar al ganado durante el invierno. Se utilizaba no solo para las vacas sino también para todos los demás animales, a excepción de cerdos y gallinas. En el caso de los bueyes se recurría a la misma al poco de subirla al sobrao si no había otra fuente de alimento seca; para ello se bajaban uno o dos ''carpanchos ''o cestos o bien un ''sabanillo''.
La última tarea realizada en Carranza cuando se vaciaba el sobrao de hierba seca era barrer el ''tamo'', nombre con el que se conocía la mezcla de polvo y ''granilla ''o ''granuja'', y recogerlo para sembrar los prados.
=== Almiares, belar-metak ===
Una práctica muy extendida geográficamente era la de levantar almiares con la hierba seca. Debido a la disposición cónica y a la forma en que eran acondicionados permitían almacenar la hierba de un modo relativamente seguro ya que el agua de lluvia no podía penetrarlos. Por lo común se hacían una vez repleto el espacio de almacenamiento bajo techo con que contaba la casa.
En Lanestosa (B) antaño se segaban todos los prados a dallo, más corto y ancho que la actual dalla, iniciando la siega por la mañana para terminar al atardecer. En algunas ocasiones se aprovechaba la luz de la luna para segar la hierba por la noche y mientras se realizaba esta labor se cantaba como divertimento. Con las ''cambadas ''extendidas (cantidad de hierba en cada corte del dallo) se hacían lombíos con el fin de que el rocío de la noche no mojase toda la hierba. A la mañana siguiente, cuando ya calentaba el sol, se esparcían los lombíos con las ''rastrillas''. Pasadas dos horas se hacían ''piluchos'', unas pilas pequeñas; horas después se extendían nuevamente y se le daba vuelta. Si la hierba se iba a dejar en el prado uno o dos días antes de llevarla al ''payo ''se hacían ''medias hacinas''. Por el contrario, si se iba a dejar en el prado definitivamente se hacían ''hacinas ''grandes acondicionándolas para que en tiempo de lluvia no se mojase la hierba, para lo cual se les colocaba un trozo de sábano o plástico en la parte superior, costumbre que aún se conservaba en las ''hacinas ''la década de los ochenta del pasado siglo XX.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image027.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.505cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 177. Belar-metak. Gipuzkoa, 2014. |- |}]]La hierba seca se trasladaba a los ''payos ''en carros a los cuales se les colocaba la rabera, una prolongación hecha con dos maderas paralelas terminadas en curva hacia arriba, unidas por tres o cuatro listones cuya finalidad no era otra que la de aumentar la capacidad de carga. De igual modo se colocaba otra de menos longitud que la rabera y sin curva denominada ''telera''. Cuando la cantidad de hierba a transportar no era mucha se hacía en sábanos y a lomos de burro.
Actualmente la hierba para seco se corta con la segadora excepto en aquellos lugares que por su dificultad orográfica se hace a dalla. Se recoge en fardos alquilando para ello una enfardadora del vecino concejo de Sangrices en Carranza y transportándolos al ''payo ''en tractores y carros.
En los almiares de hierba y de paja, la punta del poste o ''meta-ziria ''estaba coronada por una tablilla horizontal llamada ''txapela ''o de un puchero puesto boca abajo que le protegía.
Sobre el almiar de hierba se colocaba un aro, ''uzteia'', de madreselvas, o de cadena o bien un anillo de hierro. De este aro pendían cada uno por su lado, tres madreselvas, ''ezker-aihenak'', o tres cadenas de metro y medio de longitud, a cuyos extremos inferiores se ataban grandes piedras, maderas o viejos instrumentos de hierro que mantenían tirantes y en posiciones equidistantes las cuerdas de donde pendían. Este dispositivo contribuía a inmovilizar la hierba del almiar.
En otoño era costumbre colocar en la parte superior del almiar de hierba una caperuza, ''zorroa'', de paja de trigo atada alrededor del poste: servía para mantener la hierba al abrigo de las lluvias.
En Liginaga (Z) el montón de hierba que el segador cortaba de un golpe de guadaña se llamaba ''naia'', ''belhar-naia''. La hierba segada se secaba al sol en el mismo herbal y después se almacenaba en la granja. Las operaciones que se efectuaban con la misma se designaban así: ''dallatu'', segar; ''naiak ihaurri'', extender la hierba alineada por la guadaña, era operación que se hacía con un rastrillo; ''itzuli'', darle vuelta; ''bildu'', recoger; ''mondoiltu'', apilar; ''sabailat sartu'', meterla en la granja. Los montones de hierba que se hacían para su mejor conservación se llamaban ''mondollak''. Para apreciar la cantidad de heno se pesaba en kilos. Formado el haz, ''haxia'', de heno, se colocaba en ''iratzuña ''y en él se conducía.
En Ustárroz, Isaba y Urzainqui (N) los prados se segaban con guadaña: ''dailua'', ''daila ''o ''taia''. Los segaba la misma familia y solo los grandes propietarios contrataban peones, que gran parte de las veces eran las mismas cuadrillas de segadores. Segada la hierba se dejaba secar en el campo unos días, revolviéndola con la horca para que se secase por todos los lados. Era recogida en montones con un rastrillo largo y se  Fig. 178. Almiar. Santa Grazi (Z), 1975. depositaba en los ''sabaiaos ''de las bordas o de las casas de forma que no se mojase. Se transportaba a caballo o en carro.
En Izurdiaga (N) la hierba se segaba, ''segatu'', con la guadaña, ''talla ''o ''sega'', y se dejaba secar unos días; de mientras se le daba la vuelta con el ''sarde ''todos los días. Cuando se recogía se hacían ''malzas ''o gavillas en un carro.
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