Cambios

Bienes y herencia

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Estas diferencias que se manifiestan en la cuestión hereditaria se han reflejado también en nuestras encuestas.
[[Image:.png|thumb|left|{| style="border-spacing:0;margin:auto;width:10.499cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 492. Nuevas casas de los hijos junto a la casa paterna. Carranza (B), 2011. |- |}]]En Zerain (G) el mayorazgo encontraba en el “contrato” la salida legal de la herencia familiar y aún en el caso de que por cualquier razón no se hubiere formalizado, el deseo que el padre hubiera expresado era respetado por todos a pesar de la manifiesta desigualdad entre los hijos. La propiedad familiar se transmitía íntegra ya que el mayorazgo la recibía con pocas cargas en relación con sus hermanos, quienes muchas veces se sentían orgullosos de cooperar en la mejora de la casa paterna si su situación en la vida se lo permitía. El rendimiento del caserío era muy reducido y sólo en estas condiciones se podía mantener como unidad económica defendible sin caer en el minifundio. A cambio, el mayorazgo se obligaba a mantener íntegro el patrimonio familiar y como compensación la casa era el centro del grupo familiar donde todos tenían derecho de acogida y la seguridad del apoyo. Las fiestas y los acontecimientos familiares eran verdaderas concentraciones en las que se reafirmaban los lazos de sangre. Y el parentesco se mantenía vivo hasta el cuarto o quinto grado relacionándose los distintos miembros en la referencia del abuelo, que se erigía en patriarca familiar, respetado por todos en razón de sus cualidades y buen criterio. El mayorazgo quedaba realmente dueño de la casa e incluso en el caso de falta de descendencia directa, era libre de tomar la solución que estimara más conveniente. El criado era tenido como un verdadero miembro de la familia sin que ningún signo externo indicara la diferencia de posición y no era extraño, que si sus dotes de hombre trabajador y seriedad complacían a los viejos, fuera un candidato con muchas posibilidades para la hija mayorazga.
En Pipaón (A), en cambio, la herencia se reparte entre todos por igual, no hay mejoras para el que se queda en la casa. Las posesiones familiares eran de pequeño tamaño debido a que en cada generación se repartían entre los herederos, así que en 1970 cuando se llevó a cabo la concentración parcelaria, Pipaón fue el pueblo de Álava con mayor número de propietarios y menos tierra. Hoy es poco el terreno que se labra, se ha abandonado mucho por ser ''trabero'', pedregoso, y de poco fondo. Y en cuanto a los testamentos se hacen por lotes de fincas, ya que no se pueden partir por la ley parcelaria.
 
[[File:2.492 Nuevas casas de los hijos junto a la casa paterna. Carranza (B) 2011.jpg|center|600px|Nuevas casas de los hijos junto a la casa paterna. Carranza (B), 2011. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En algunas localidades se hace referencia a la complejidad de los antiguos testamentos en comparación con los actuales.
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