Bienes y herencia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Hay tres factores que han influido notablemente en el cambio de la transmisión de la propiedad tanto a través de la herencia como en vida. El primero, que en lugares donde se viene aplicando el derecho foral no es uno de los hijos quien hereda la propiedad con sus pertenecidos sino que hoy día en vez de transmitir la casa como una propiedad íntegra se divide entre los hijos haciendo lotes más o menos homogéneos.

El segundo aspecto es que en algunas localidades como consecuencia de la concentración parcelaria, las fincas no se pueden dividir y hay que transmitirlas como una unidad. El tercer factor es que muchos matrimonios realizan separación de bienes al casarse y entonces cada uno dispone de su parte, cuando antiguamente el régimen de gananciales era mayoritario o el de comunicaciones de bienes que se da en territorio foral.

Estas diferencias que se manifiestan en la cuestión hereditaria se han reflejado también en nuestras encuestas.

En Zerain (G) el mayorazgo encontraba en el “contrato” la salida legal de la herencia familiar y aún en el caso de que por cualquier razón no se hubiere formalizado, el deseo que el padre hubiera expresado era respetado por todos a pesar de la manifiesta desigualdad entre los hijos. La propiedad familiar se transmitía íntegra ya que el mayorazgo la recibía con pocas cargas en relación con sus hermanos, quienes muchas veces se sentían orgullosos de cooperar en la mejora de la casa paterna si su situación en la vida se lo permitía. El rendimiento del caserío era muy reducido y sólo en estas condiciones se podía mantener como unidad económica defendible sin caer en el minifundio. A cambio, el mayorazgo se obligaba a mantener íntegro el patrimonio familiar y como compensación la casa era el centro del grupo familiar donde todos tenían derecho de acogida y la seguridad del apoyo. Las fiestas y los acontecimientos familiares eran verdaderas concentraciones en las que se reafirmaban los lazos de sangre. Y el parentesco se mantenía vivo hasta el cuarto o quinto grado relacionándose los distintos miembros en la referencia del abuelo, que se erigía en patriarca familiar, respetado por todos en razón de sus cualidades y buen criterio. El mayorazgo quedaba realmente dueño de la casa e incluso en el caso de falta de descendencia directa, era libre de tomar la solución que estimara más conveniente. El criado era tenido como un verdadero miembro de la familia sin que ningún signo externo indicara la diferencia de posición y no era extraño, que si sus dotes de hombre trabajador y seriedad complacían a los viejos, fuera un candidato con muchas posibilidades para la hija mayorazga.

En Pipaón (A), en cambio, la herencia se reparte entre todos por igual, no hay mejoras para el que se queda en la casa. Las posesiones familiares eran de pequeño tamaño debido a que en cada generación se repartían entre los herederos, así que en 1970 cuando se llevó a cabo la concentración parcelaria, Pipaón fue el pueblo de Álava con mayor número de propietarios y menos tierra. Hoy es poco el terreno que se labra, se ha abandonado mucho por ser trabero, pedregoso, y de poco fondo. Y en cuanto a los testamentos se hacen por lotes de fincas, ya que no se pueden partir por la ley parcelaria.

Nuevas casas de los hijos junto a la casa paterna. Carranza (B), 2011. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.

En algunas localidades se hace referencia a la complejidad de los antiguos testamentos en comparación con los actuales.

En Moreda (A) la sucesión hereditaria se hace hoy en día a través de testamento abierto. Antes, en algunos casos, era recogida en las capitulaciones matrimoniales, otras en testamentos o simplemente no se hacía nada. Además a la hora de inventariar el patrimonio familiar para repartirlo entre los herederos, se realizaba de forma más exhaustiva que ahora. Eran registrados no sólo los bienes inmuebles o las fincas rústicas sino también todo tipo de bienes y objetos de la casa de labranza. Se repartían en lotes que comprendían cada hijuela hereditaria. Los testamentos antiguos eran más complejos y enrevesados, y disponían de más cláusulas, mandatos y apartados que los de hoy día.

En Pipaón (A) no se conocen fallecimientos sin testamento y si se ha dado el caso, lo arreglan entre los herederos. Ya no acontece aquello de tiempos pasados en que por poco que fuera se repartían cazuelas, mantas, gallinas y el ganado a partes iguales o como estaba testado. Si fallece el cabeza de familia y la madre puede valerse por sí misma, se queda en casa aunque esté sola; si está enferma se la llevan y la tiene cada hijo tres o cuatro meses. Los tíos que están solteros o viven solos terminan en alguna residencia, donde dejan parte de sus posesiones para ir pagando su estancia.

Los cambios en el mundo rural citados en el apartado anterior han afectado a la sucesión de la casa y de las tierras.

En Abezia (A) al perder la agricultura y la ganadería su importancia es habitual que la hacienda se reparta entre todos los hijos sin que ninguno reciba mejoras. De hecho, el heredero de la casa tiene a veces que pagar a sus hermanos debido a su alto valor económico.

En el Valle de Roncal (N) la Carta de Hermandad está vigente, la necesidad de mantener unido el patrimonio se está perdiendo en este momento, las herencias se formalizan en testamento notarial y se empieza a dividir el patrimonio por igual entre los hijos, y si el que testa no tiene descendencia, entre los sobrinos. Sí que aún se mantiene el dar algún bien propio a los hijos por si quieren salir de la casa antes de morir el padre. Comienzan a verse divisiones de bienes en los matrimonios, pero si no es así el viudo o viuda puede modificar el testamento si en el anterior estaba prevista esta posibilidad. Si la sucesión es intestada se procede al reparto de bienes.

En Abezia (A) los matrimonios suelen llegar a acuerdos que plasman en el testamento para evitar que los hijos puedan apropiarse de la herencia cuando uno de los dos fallezca, dejando al sobreviviente en la calle. Algo que sucede en casos extremos pero que los informantes tienen muy presente.