Fachadas revocadas y con piedra a la vista

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Un ejemplo de cómo cambian los gustos con los tiempos lo encontramos precisamente en las fachadas. Antaño en algunas zonas del territorio estudiado se consideraba como más apropiado recibir las paredes y encalarlas de blanco. En cambio hoy en día se observa una tendencia a “sacar la piedra”, es decir, a picar los muros y dejar la piedra a la vista. Esta costumbre afecta no sólo a los muros exteriores sino también a las caras interiores de los mismos, y además de a las viviendas también a otro tipo de edificios públicos como las iglesias.

En Andoain (G) en el segundo decenio del siglo XX ningún edificio de la calle se encontraba sin revocar, zarpiatu, y casi todos los caseríos tenían su revoque. Había todavía costumbre de encalar o pintar de un color especial una faja de la pared exterior alrededor de algunas ventanas y balcones. En las construcciones levantadas esos últimos años, se tendía a imitar a los caseríos que tenían entramado de madera. Para ello, al hacer el revoque, formaban unas fajas en relieve y las pintaban de color de madera; a eso llamaban estilo vasco[1].

En Abezia (A) el revoco era sin lugar a dudas uno de los elementos decorativos más importantes. Se hacía a base de cal, agua y arena. Servía para proteger la piedra pero también para dar mejor imagen al caserío. En muchos casos sólo se revocaba la fachada del edificio y se dejaban al descubierto las laterales y la parte trasera, así como los sillares, los esquinales y los marcos de ventanas y puertas. También era frecuente revocar sólo las juntas de las piedras dejando éstas visibles.

En Apodaca (A) las fachadas son de piedra y aparecen revocadas y blanqueadas; otras casas sólo tienen revocadas las juntas entre las piedras.

Muros exteriores enlucidos y encalados. Zerain (G), 2011. Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Murchante (N) era y es costumbre blanquear el exterior de la casa, excepto el zócalo. Lo hacían con yeso y por eso el resultado final presentaba un color blanco sucio. Esta tarea, que se realizaba anualmente unos días antes de las fiestas patronales, además de tener fines estéticos servía como desinfección. El zócalo, de un metro de altura más o menos, se pintaba con una mezcla de cal y almazarrón (hoy pintura), tomando un color gris, blanco o granate. Hasta 1930 también se cubría con azulejos. Desde los años cincuenta se blanquea con cal.

En Oñati (G) en la segunda década del pasado siglo las paredes exteriores eran encaladas ordinariamente por los caseros que habitaban sus casas en propiedad con la rara excepción de que se hallasen en una situación económica apurada o que fuesen muy negligentes. En este sentido las casas más abandonadas eran las ocupadas por inquilinos a quienes les faltaba el aliciente de la propiedad para hacer el gasto que originaba dicha operación.

En tiempos recientes esta costumbre se mantiene en algunas poblaciones.

En Aintzioa y Orondritz (N) el único elemento estético que presentan los muros de las casas es la combinación de las paredes encaladas con los colores oscuros de puertas y contraventanas.

En Luzaide/Valcarlos (N) los muros exteriores son lisos e impecablemente blancos sin más adorno ni contraste que las contraventanas.

Pero el revocar los muros exteriores ni siquiera fue común en todas las localidades, posiblemente por cuestiones económicas.

En Pipaón (A) las casas no se solían pintar por fuera por no estar revocadas. En ocasiones sí se encalaban pero duraban poco así, a causa de la lluvia y de la baja calidad de la cal.

Sin embargo el blanqueo de las casas obedeció a veces a razones principalmente higiénicas y fue ordenado por las autoridades. Así, en el verano de 1924 se hizo en Andoain (G) un blanqueo general de todas las casas del pueblo por orden del delegado gubernativo de Tolosa. En tal ocasión casi todo el trabajo se hizo a máquina y en alguna casa aplicaron cal hasta en el escudo de armas. En 1914 blanquearon igualmente todos los caseríos para contrarrestar el efecto de la napar miña (literalmente enfermedad navarra), que aquel año se cebó en el ganado vacuno. También entonces se hizo a máquina y a cuenta de los dueños de los caseríos.

En Ataun (G) Barandiaran recoge en una encuesta publicada en 1925 que desde hacía dos años habían sido rociadas con un baño de cal todas las cuadras y paredes exteriores de las casas por orden del delegado gubernativo. En Kortezubi (B) también se constató en la misma época y por la misma razón, la obligación de encalar la cuadra y los muros exteriores.

Es también frecuente que las fachadas aparezcan completamente revocadas menos en las piedras que dibujan los vanos de ventanas y puertas y en los esquinales, precisamente donde se han empleado las piedras de mejor calidad y a menudo labradas. Ya se ha recogido algún ejemplo en los párrafos anteriores.

Casa Elizaldea revocada excepto en los recercos y esquinales. Arraioz (Baztan-N), 1999. Fuente: Marisa Picabea, Grupos Etniker Euskalerria.

En el Valle de Zuia (A) el revoco es un elemento decorativo y la inmensa mayoría de las casas lo muestra con una gran carga de cal y arena del lugar que al estar mezclada con tierra da en los alzados, principalmente en la fachada principal, unos variados semblantes. Aun así siempre se dejan visibles recercos de huecos, dinteles y esquinales.

En Ribera Alta (A) las paredes no llevaban más adorno en el exterior que el propio revocado y el de la piedra de sillería en los esquinales, las ventanas y a veces las puertas.

En Berastegi (G) la decoración en los muros se limita a unas pocas casas que han dejado a la vista las piedras sillares de los cimientos, esquinales y platabandas.

En Obanos (N) algunos muros, en general de sillarejo, muestran una hilada de sillares de mejor calidad que a la vez de reforzar las construcciones sirven de adorno. También suele marcarse al exterior el punto de unión entre pisos mediante hiladas horizontales de ladrillos o con cal. Las ventanas y puertas generalmente aparecen enmarcadas por sillares más perfectos o por un reborde de cal blanca. Otro motivo ornamental lo constituye una línea de pintura blanca rodeando el sillarejo, aunque no es un adorno frecuente.

En Bernedo (A) las casas presentan externamente aspectos diferentes, mientras que unas están adornadas con sillares de piedra, que recortan puertas y ventanas y a veces la separación de pisos, otras se muestran más toscas y sencillas, compuestas con maderos y mampostería. Algunos vecinos han revocado últimamente los muros de sus casas, pero en otras vemos revoques anteriores en regular estado. De estos revoques, unos cubrían todas las piedras, excepción de dos o tres sueltas por la pared como adorno, otros cubrían las piedras pequeñas y las junturas entre las mayores, quedando éstas a la vista.

En ocasiones los recercos se remarcan precisamente del modo contrario, encalando las piedras que rodean puertas y ventanas. Esta práctica tuvo una distribución amplia aunque con las continuas reformas que han experimentado las casas sobre todo en las últimas décadas, sólo se observa en los edificios más humildes. Además de por alguna de las razones que se exponen en los párrafos siguientes, quizá permitió que el interior de las estancias recibiese un poco más de luz ya que en tiempos pasados las ventanas eran de reducidas dimensiones.

Recercos de puertas y ventanas encaladas. Arrabal de San Felices, Viana (N), 2006. Fuente: Juan Cruz Labeaga, Grupos Etniker Euskalerria.

En los barrios de Sasiola, Astigarribia, Olaz, Mijoa y Galdua (Deba-Mutriku-G) las casas antiguas tenían encalada por fuera una faja alrededor de las ventanas de los dormitorios y de aquellas otras piezas que por dentro estaban encaladas. Sin embargo, para cuando se realizó esta encuesta, a finales de la segunda década del siglo XX, todas las casas que habían sido construidas recientemente se hallaban completamente encaladas por fuera.

Una costumbre muy observada en Oñati (G) era la de encalar por fuera la faja de pared que circundaba las ventanas. Esa faja se encalaba siempre que se hacía lo propio en el interior de la casa y constituía un símbolo ya que indicaba que estaban blanqueadas las paredes internas.

En Ataun (G) las casas antiguas no estaban encaladas por fuera y en el interior a veces se blanqueaban los dormitorios y una faja en la parte de fuera alrededor de las ventanas de los dormitorios. Según Barandiaran la costumbre de revocar y encalar el exterior de los caseríos databa de hacía cincuenta años (hacia 1875) coincidiendo con el desarrollo de las casas tipo Perune.

En Zeanuri (B) a mediados del segundo decenio del siglo XX se encalaban los dormitorios y en varias casas, además, la parte de fuera de las ventanas. Se ignoraba qué fin tenía esto, pero se contaba que antiguamente en Txorierri, donde encalaban del último modo, significaba que allí habitaba una joven casadera. Cuando Gorostiaga realizó esta investigación muchísimas casas modernas ya se encalaban por fuera dejando, sin embargo, entrever las piedras de las paredes.

Encalado de las juntas de las piedras. Zeanuri (B), 1980. Fuente: Ander Manterola, Grupos Etniker Euskalerria.

En Kortezubi (B) en la segunda década del siglo XX las casas de construcción reciente en esa época se hallaban encaladas por fuera, pero no así las antiguas aunque entonces se estaba introduciendo la costumbre de blanquear una estrecha franja de la pared exterior alrededor de las ventanas de los dormitorios. En el interior sólo se encalaban esos mismos dormitorios y la sala. En Busturia (B), en décadas más recientes, al exterior aún se blanqueaban sólo los contornos de las ventanas.

En Roncal (N) las fachadas no se encalaban antiguamente aunque sí se pintaban de blanco las piedras de los marcos de los vanos, como aún se ve en algunas casas.

En Allo (N) una costumbre que hasta hace bien poco ha estado muy arraigada es la de blanquear con cal una franja en derredor de los vanos de puertas y ventanas en la fachada de la planta baja.

En San Martín de Unx (N) una manera de adornar los muros es usando hiladas de piedras de distintas facturas: sillar y sillarejo, o sillarejo y revoque, o refuerzos de piedra sillar en esquinas y vano, que a veces era costumbre blanquear.

Hoy en día conviven casas que muestran sus fachadas con la piedra al exterior con otras en las que la mampostería ha sido revocada y encalada.

En Berganzo (A), por ejemplo, precisan que hay tres tipos de fachadas: de piedra que únicamente aparece revocada en las juntas; de piedra sin sacar y de adobe revocado con yeso.


 
  1. Francisco ETXEBARRIA. “Pueblo de Andoain” in AEF, V (1925) p. 91.