Lampara de carburo, karburo-argia
La lámpara, candil o farol de carburo, según señalan los datos de las encuestas realizadas, ha sido utilizado preferentemente en la cocina y en la cuadra para las labores de ordeño y dar de comer al ganado.
La lámpara de carburo convivió con la de petróleo y así en Beasain (G) se ha recogido que mientras en unos caseríos se utilizó la lámpara de petróleo en otros optaron por la de carburo, kinkea, que también era redonda. Consta de dos partes diferenciadas, la inferior donde se deposita el carburo y la superior enroscada a la anterior herméticamente como depósito de agua que al gotear sobre aquél produce una reacción gaseosa que se prende al salir de la boquilla, es a modo de un cilindro vertical de unos 9 cm de diámetro por 20 cm de alto, con un dispositivo para colgar. En el Valle de Zuia (A), en la cocina, del candil se pasó al carburo, que daba una luz más viva y clara, pero despedía un olor fuerte y molesto. En el barrio de Murgia convivían los dos sistemas, pero el candil era más usado.
La descripción de Zerain (G) es similar a la anterior. Se trata de un recipiente de zinc llamado karburu-kandille con un doble depósito, el superior con agua y el inferior con carburo, con el goteo del agua se iba produciendo el gas que se encendía en el pitorro de salida. Daba una luz clara. Los candiles se compraban en las ferias de las localidades guipuzcoanas de Ordizia y Oñati, y en Álava.
En el Valle de Orozko (B) los candiles se usaban con carburo, karburo-argia, que emitía mejor luz que el candil de petróleo. El carburo se quema con agua y su combustión es la que produce más luz, a más agua más luz. El carburo no necesita mecha mientras que el petróleo sí.
En Amorebieta-Etxano (B) en la cocina se empleaba el alumbrado de carburo. La mitad superior cilíndrica se llenaba de agua, se cerraba en rosca con la mitad inferior donde iban las piedras de carburo. El agua al caer gota a gota provocaba una reacción y los gases que eran combustibles salían por un morro que al arder alumbraban.
En Abezia (A), en las casas había carburos para hacer frente a la oscuridad. Así durante la noche el carburo solía permanecer colgado en algún lugar intermedio de la casa, por ejemplo, entre la cocina y la cuadra. Tenía una boquilla de metal que había que cambiar periódicamente y se limpiaba mediante una aguja. Funcionaba con piedras y agua y solía dejar un olor fuerte. En Bernedo (A) señalan que las lamparillas de aceite fueron sustituidas por el carburo que daba más luz pero era más sucio.
Hay constancia del uso de la lámpara de carburo y los datos registrados son similares en las siguientes localidades: Añana, Apodaca, Lagrán, Ribera Alta, Valdegovía (A); Abadiño (B); Arrasate (G); Mirafuentes, Sangüesa, Valtierra, Viana (N) y Ortzaize (BN). En Zeanuri (B) señalan que la lámpara de carburo, karburontzia, fue muy utilizada por los pastores en las chabolas de monte. Además de las denominaciones en euskera mencionadas, en las encuestas se han consignado estas otras: en Andraka (B) karburo-argi, en Telleriarte (G) karburu-argie, en Bedarona, Bermeo y Lezama (B) karburoa, en Gorozika (B) kinkie y en Sara (L) karburu-lanpa.
Cuando se comercializó el butano se empezó a usar este combustible para alumbrarse. Se utilizaban bombonas pequeñas, llamadas de camping-gas, a las que se acoplaba un candil, butano-argia, que se transportaba fácilmente por las distintas dependencias de la casa. Daban buena luz y resultaban tan seguras como los faroles (Orozko-B).