Orientación de los huecos de la casa

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Si la orientación de la casa se ha considerado importante, a la hora de abrir huecos en las paredes es determinante, sobre todo en una época en la que, como veremos más adelante, a menudo no se disponía de cristales para cerrar las ventanas.

La distribución de los huecos dependía de la situación de la casa y de las condiciones climáticas de la zona. En general el mayor número se abría en la fachada más soleada, es decir, entre el sur y el este. En la pared norte o no se abrían ventanas o eran de reducidas dimensiones.

Sin embargo, en algunas poblaciones se ha constatado que si la cocina se ubicaba en esta parte de la casa solía contar con una fresquera adosada a una ventana, situada con esta orientación, cuya finalidad era conservar mejor los alimentos.

En Abezia (A) la apertura de huecos en el edificio venía determinada por las condiciones climáticas de la zona y la orientación de la construcción. Así, la puerta principal y las ventanas más grandes se orientaban al sol, mientras que en los laterales se situaba la puerta de la cuadra, alguna ventana como la del gallinero, que permitía la salida de las gallinas, y algún ventanuco. En la cara norte se evitaban los huecos debido a que es donde más se sufre el frío y la lluvia. En Bernedo (A) las ventanas se abren principalmente al mediodía y rara vez al norte.

En Ribera Alta (A) las ventanas se colocaban generalmente en la fachada orientada al sur o mediodía, como suelen decir en la zona. En esta misma población alavesa la puerta no se ubica obligatoriamente en la fachada en la que se localizan la mayoría de las ventanas. En el pueblo de Anucita, las casas que salvan el desnivel del terreno tienen la mayoría de las ventanas orientadas al sur y la puerta principal al norte. En esta última fachada únicamente se han situado las ventanas del sobrao o desván, ya en la parte superior.

En Andraka (B) los muros son gruesos y los huecos de las ventanas pequeños aunque en la actualidad es frecuente que se hayan agrandado. Generalmente las ventanas se abren en los lados noreste y sudoeste ya que estos caseríos suelen ser en su mayoría de dos viviendas.

Fachada norte carente de huecos. Arratzu (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Berastegi (G) la entrada de los caseríos se encuentra en la fachada principal que es la orientada al este-sureste. La que da al norte tiene huecos o ventanas muy pequeños para evitar la entrada del frío. En una de las fachadas laterales muchas casas tienen una rampa que une el exterior con el desván o granero, ganbara o mandio, por donde acceden los tractores con el remolque de hierba seca o los productos del campo para guardarlos allí.

En el Valle de Zuia (A) la mayoría de los edificios poseen planta baja, primera y desván. Las ventanas o huecos del desván varían según la orientación del caballete respecto a la fachada principal. Si el caballete es perpendicular suele tener una central o un balcón rasante y dos huecos a los lados de dimensiones muy reducidas. Por el contrario, si el caballete es paralelo, las ventanas suelen ser de forma apaisada. Los huecos existentes en la planta baja son escasos y de dimensiones reducidas. En general su forma es rectangular y se suelen encontrar en la fachada principal y algunas veces en los laterales. Es muy raro que se abran en la cara posterior, que suele ser totalmente ciega, ya que es la más expuesta a las inclemencias del tiempo.

En Hondarribia (G) en el muro este se ubican la fachada, las ventanas y balcones. El muro que daba a la mar no solía contar con ventanas o si acaso una y pequeña; pocas aberturas tenía también el muro norte, siendo el sur el que disponía de alguna otra puerta y ventanas.

En Ezkio-Itsaso (G) a finales del segundo decenio del siglo XX apenas había ventanas que mirasen al norte. En algunos caseríos existía una abertura estrecha y larga en las paredes de las cuadras a modo de saetera, sayeteria, que en épocas de frío cerraban con paja o con helecho. En el desván de la mayor parte de los caseríos había además de varias ventanas pequeñas un hueco grande, triangular o cuadrado, en la parte superior del frontispicio por el que entraba el viento que aireaba los granos, la paja o el heno que se almacenaban en este recinto.