Vida en común en el trabajo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En la sociedad tradicional existía una división de funciones en la familia y en el matrimonio. Algunas eran específicas del marido y otras de la mujer. Esquemáticamente se podría decir que en el mundo rural el lugar del hombre estaba en las labores de fuera de la casa y de la cuadra, en tanto que la mujer se ocupaba de todo lo relacionado con la casa y de la huerta próxima a la misma, baratza, ortua, que estaba encomendada a ella.

Junto a esos cometidos generales, según se ha recogido en las encuestas había ciertas labores compartidas por ambos si bien las tareas que exigían un mayor esfuerzo físico estaban asignadas al marido. También se ha consignado con carácter general que la mujer ayudaba más al marido en las labores agrícola-ganaderas que éste a la mujer en las tareas domésticas. Los informantes de Valtierra (N) lo expresan diciendo que a la mujer le correspondían los trabajos que no se acaban nunca.

Así se ha constatado, entre otras muchas localidades, en Agurain, Berganzo, Bernedo (A); Beasain, Elosua, Oñati, Zerain (G); Allo, Goizueta y Obanos (N). En Beasain se ha señalado que la administración general de la casa era compartida por el marido y la mujer.

En Zeanuri (B) señalan que en los trabajos agrícolas antiguamente la forma en que colaboraban marido y mujer estaba pautada. Los datos recogidos son comunes a otras localidades rurales:

–Hasta los años treinta del siglo XX se practicó el layado que se realizaba por grupos de cuatro labradores, las mujeres ocupaban siempre los puestos centrales que requerían menos esfuerzo físico.

–La siembra del trigo fue una actividad exclusiva del hombre. En la siembra del maíz era siempre el hombre quien hacía los hoyos, mientras la mujer depositaba en ellos las semillas.

–La escarda era un trabajo que se hacía en común, sin mayor especificación.

–En la recogida del helecho el corte se hacía en común, pero eran los hombres quienes cargaban el carro.

La mujer, normalmente, no ha realizado labores de cuidado de cuadras, carboneo, yuntas, transporte, etc.

Se estima comúnmente que ha existido una estrecha colaboración entre los esposos en los trabajos relacionados con la empresa doméstica. Se debe principalmente a la necesidad económica y en esa colaboración se fundamenta la compenetración en la vida matrimonial. Todos reconocen que la mujer ha sido y es muy trabajadora y activa en las responsabilidades que atañen a la casa.

Colaboración del matrimonio en el trabajo. Zeanuri (B), c. 1915. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: Fondo Felipe Manterola, con un particular agradecimiento a su nieto Mikel Manterola.

En tiempos más recientes, según se ha constatado en esta misma localidad vizcaína, en las mujeres de los caseríos recayó una carga de trabajo mayor que antaño, debido a que los maridos comenzaron a trabajar fuera de casa, bien en fábricas o en trabajos de explotación forestal en el monte. Como consecuencia de esta situación, lo que antes hacían en común lo tenía que hacer la mujer sola. Son pocos los caseríos que viven del trabajo agrícola y aunque los labrantíos se han reducido, recaen sobre la mujer ciertas labores que tradicionalmente no realizaba como la alimentación del ganado, el corte de hierba a guadaña, etc.

En Abezia (A); Gorozika (B); Elgoibar, Elosua, Hondarribia y Oñati (G) dicen que eran trabajos comunes: la siega, el hombre segaba y la mujer recogía; la siembra y la recogida de patatas, él pasaba el arado mientras ella recogía las patatas; la siembra del cereal o la trilla donde colaboraba toda la familia, incluso los hijos. En Liginaga (Z), en las labores del campo participaban ambos sexos. En Elosua y en Hondarribia (G) se ha consignado que colaboraban también en el cuidado y ordeño del ganado. En Ezkurra (N), las mujeres en el campo hacían la labor de la escarda con los hombres. En Agurain (A), en la adquisición de aperos y maquinaria agrícola intervenía el esposo de común acuerdo con la mujer, que también colaboraba en organizar la siembra y los trabajos del campo.

En Amorebieta-Etxano (B) dicen que la matanza de los animales pequeños, como conejos y gallinas, era compartida por hombres y mujeres; en Trapagaran (B) la mujer ayudaba a atender el ganado o en ir a por leña al monte; y en Altza (G) ambos trabajaban en el lagar, tolarea.

En Apodaca (A) los esposos compartían algunas labores agrícola-ganaderas de la casa como juncir y ordeñar el ganado, sacar la basura de las cuadras, sacar el ganado a abrevar o la escarda. La mujer además le llevaba al marido el almuerzo a la pieza. Esta última práctica ha sido común en muchas otras localidades. En Berastegi (G) la mujer ayudaba en la recogida de la hierba y en el ordeño. En Altza (G) era en las épocas de mucho trabajo, por la tarde, cuando ayudaba al marido en las labores agrícolas.

En Apodaca (A) dicen que hoy día los esposos comparten el manejo de la maquinaria, por ejemplo cuando cosechan la mujer va con el remolque a por el grano. La mayoría de mujeres de esta localidad no son labradoras, y el huerto que está pegado a la casa está al cuidado del hombre y de la mujer. También en Valdegovía (A) señalan que hoy día las mujeres sólo van al campo en contadas ocasiones, como a recoger patatas por ejemplo, y en esos casos comparten el trabajo marido y mujer.

En Allo (N) las mujeres cooperaban activamente en las faenas del campo, generalmente en la época de la recolección. Compartían también algunas labores agrícolas con el marido: sacaban el fiemo de las cuadras, limpiaban la pocilga o echaban el pienso a los animales. Los hombres en periodos de menor actividad agrícola se dedicaban a labores como recomponer los aperos y preparar leña para el invierno.

En San Martín de Unx (N) se ha recogido que antiguamente segaba, vendimiaba, escardaba, aventaba el trigo en la era y en una caballería llevaba la comida al marido que estaba trabajando en el campo. Todavía sigue colaborando con el hombre, aunque con un esfuerzo menor, en tareas agrícolas como la vendimia. En Moreda (A) el marido y la mujer comparten el trabajo común en la vendimia y la recogida de la oliva, también lo hacen en el embotado de hortalizas y en la matanza del cerdo. En Ribera Alta (A) los datos recabados son similares.

En Mezkiritz (N) si la heredad estaba cerca de casa el matrimonio iba junto a trabajar, mientras que si estaba alejada, la mujer se quedaba en casa realizando labores domésticas y enviaba la comida al marido. Si había dos matrimonios en la casa, la mujer joven iba a trabajar al campo en tanto que la mayor se quedaba en casa, encargada de preparar y enviarles la comida.

En Luzaide/Valcarlos (N) se ha consignado que en otro tiempo a los esposos se les veía juntos en el trabajo, pocas veces en la diversión. Ello se debía a que para que el hombre pudiera disfrutar de una tarde de asueto, la mujer tenía que hacerse cargo del ganado. Otras veces los niños dificultaban la salida de la madre.

En Uharte-Hiri (BN) los cónyuges, de mutuo acuerdo, decidían la adquisición o la venta de los bienes importantes como el ganado, las tierras, etc. Cada uno tenía sus propios trabajos y una cierta independencia económica. En Donoztiri (BN) la mujer ayudaba al marido en las faenas del campo.

En las encuestas que se llevaron a cabo a principios del siglo XX también se constató que la mujer compartía con su marido las faenas del campo y ambos tomaban parte en las labores agrícolas, en algunas localidades indican que “trabajando tanto como él” y “desempeñando labores de fuerza como los hombres”, y así quedó recogido en Gernika (B); Azpetia, Bergara, Oñati, Tolosa, Zestoa (G); Sunbilla, Estella, Falces y Valle de Burunda (N)[1].

En las localidades de población concentrada, según se ha registrado en nuestras investigaciones de campo, las funciones de ambos cónyuges eran variadas según cual fuera la actividad a la que se dedicara la familia: comercio, industria, agricultura, ganadería, etc., o según fueran obreros o terratenientes. En caso de tener un pequeño negocio solía ser regentado por la mujer. También ha sido común que si el marido trabajaba fuera, no en el caserío, él se encargara de aportar el dinero a casa.

Con carácter general en nuestras encuestas se ha constatado que hoy día hay un mayor reparto de tareas cotidianas de la casa, aún así sobre la mujer sigue recayendo el mayor peso y responsabilidad de las tareas domésticas. Si es el hombre el único que trabaja fuera de casa, la mujer se ocupa de las tareas del hogar y de atender a los hijos. Si la mujer trabaja fuera de casa, el marido colabora más en las tareas domésticas y también en la crianza y educación de los hijos.


 
  1. EAM, 1901. (Arch. CSIC. Barcelona).