Muebles auxiliares
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Ha estado generalizado, si bien no en todas las localidades ni en todas las casas en tiempos pasados, que en las habitaciones hubiera una o dos mesillas de noche de madera, mesanagoxea en Orozko (B), sobre todo en la habitación principal o habitación de los padres, haciendo juego con la cama y a veces con encimera de mármol. La mesilla disponía de un cajón en la parte superior que se destina a guardar pañuelos, el reloj, el joyero, y objetos personales. Entre estos objetos, las mujeres mayores, antiguamente, solían guardar el rosario, que era objeto de uso diario (Lezama-B). Debajo, la mesilla dispone de una pequeña dependencia con puerta y un estante en su interior, la parte de arriba destinada al orinal, kutxua en Ainhoa (L), y la baja, reservada al calzado. El orinal de casco o porcelana fue frecuente que, al menos por la noche, se tuviese debajo de la cama. Así se ha constatado en Abezia, Apellániz, Bernedo, Agurain, Moreda, Pipaón, Ribera Alta, Valle de Zuia (A); Abadiño, Amorebieta-Etxano, Bedarona, Bermeo, Gorozika, Lezama, Orozko, Portugalete (B); Beasain, Berastegi, Elgoibar, Elosua, Hondarribia, Leintz-Gatzaga, Oñati, Telleriarte (G); Aintzioa y Orondritz, Allo, Aoiz, Artajona, Barañain, Eugi, Goizueta, Izurdiaga, Lezaun, Mélida, Monreal, Murchante, Obanos, Valtierra, Viana (N) y Ainhoa (L). En algunas localidades han señalado que en tiempos pasados, el contenido del orinal era arrojado por la mañana por la ventana, a la voz de “Agua va” o sin previo aviso (Berganzo-A; Allo-N).
En época posterior, si la habitación lo permitía, había tocador. En Murchante (N) se ha consignado que en las habitaciones de las familias pudientes solía haber un tocador, adornado con tapetes de ganchillo confeccionados en casa, en el que no faltaba el joyero.
Sobre la mesilla con frecuencia había una palmatoria de cobre o un candelero con una vela o un trozo de cerilla (Abezia, Apellániz, Valle de Zuia-A; Gorozika, Lezama-B; Zerain-G); candelabros de adorno (Izurdiaga-N); imágenes religiosas tales como una figurita de la Virgen o de Jesús (Aoiz, Monreal-N); un escapulario o una estampa de algún santo (Bermeo-B); la fotografía de un ser querido (Valdegovía-A; Mélida-N) o un vaso de agua (Artajona-N).
En la década de los setenta se pusieron de moda las vírgenes fosforescentes que se ponían sobre las mesillas de noche. También unas pequeñas capillas de plástico que contenían la imagen de una virgen o un santo que al enchufarlas encendían muchas bombillas de colores. Había asimismo figuras de alguna Virgen o santo, sobre todo de la Virgen de Lourdes, metidas en una urna de cristal llena de agua y bolitas de un material de color blanco. Se movía la pieza y al posarla de nuevo, simulaba la acción de nevar (Aoiz, Obanos-N).
En los dormitorios antiguos las mesillas y el armario están cubiertos con tapetes de ganchillo blanco y sobre ellos se colocan las fotografías o recuerdos familiares (Zerain-G).
También había en los dormitorios una o dos sillas que respondían a distintos modelos (Añana, Apellániz, Bernedo, Pipaón, Ribera Alta, Valle de Zuia-A; Abadiño, Gorozika, Orozko-B; Berastegi, Elgoibar, Elosua, Hondarribia, Telleriarte, Zerain-G; Artajona, Goizueta, Luzaide/Valcarlos, Monreal, San Martín de Unx-N). Así las había con respaldo de madera (Abezia, Valdegovía-A), de madera chapeada, con diversidad de respaldos, tallas y tapizados (Agurain-A; Allo, Mélida-N); de paja (Agurain, Apodaca, Moreda-A; Kortezubi-B; Allo, Mélida-N), de rejilla (Agurain, Moreda-A; Allo-N); de mimbre y también de armazón de madera con base de paja o cuerda (Oñati-G). En algunos dormitorios antiguos, las sillas son de castaño o cerezo con asiento de anea (Zerain-G). Las sillas de los dormitorios sirven más para dejar la ropa que para sentarse, salvo que la cama esté ocupada por una persona enferma. No siempre formaban parte del conjunto mobiliar del cuarto, a veces pertenecían a otras dependencias (Allo-N). En zona rural, en algunos lugares hasta los años setenta las sillas eran de construcción artesanal y a partir de entonces se compraban en mueblerías (Amorebieta-Etxano-B).
A pesar de lo recogido mayoritariamente, en Améscoa (N) señalan que antiguamente apenas se usaban sillas en las habitaciones.
En Agurain (A) se ha señalado que este mobiliario auxiliar de mesillas y sillas existía en las casas una gradación según la categoría de las habitaciones, era más abundante e importante en el dormitorio principal que en las alcobas y en éstas que en los otros dormitorios. Algo semejante se indica en Lezaun (N) donde, antiguamente, lo común era que tan sólo los cuartos de los padres y de los abuelos tuvieran algún mueble distinto de la cama y de alguna esporádica silla.
En algunas localidades se han recogido datos complementarios referidos a la iluminación. Así en Aoiz (N) colocaban sobre la mesilla quinqués de aceite o petróleo y con la llegada de la luz eléctrica, aparatos de luz. En los dormitorios se preferían las lámparas formadas por muchos cristalitos tallados. En Gorozika (B) y en Berastegi (G) dicen que en las habitaciones había una bombilla, más tarde una lámpara, colgada del cordón para que alumbrara; en Gorozika advierten además que en las fiestas patronales se adornaba con papeles de colores. En Elosua (G), en los dormitorios de las personas mayores había una bombilla con tulipa colgada de un cordón y en el resto de las habitaciones, lámparas de varios brazos. En Viana (N) la lámpara de brazos se encendía mediante la llave de pera colocada en el respaldo de la cama. Podía haber como adorno en la habitación algún macetero de madera con un tiesto o una figura de yeso lacado. En Moreda (A) candelabros y lámparas para alumbrar la estancia. En Zerain (G) y en los años ochenta sobre la mesilla hay lámpara y en el techo lámpara de brazos.
En Valle de Zuia y Apellániz (A) en la habitación familiar había una lámpara con pantalla en la mesilla, lámpara de techo y algún espejo sobre el tocador. En las casas importantes un reloj de pared, conocido como “de guitarra”. En los otros dormitorios un espejo de pared y una percha plegable. En Portugalete (B) y en Elosua (G) en las habitaciones había tocador con espejo, en Bedarona (B) también hay constancia de espejo. En Mélida (N) en los dormitorios había un espejo cuadrado con remate circular, colgado de lo alto de la pared, para verse cuando se vestían. En Sara (L) había, a veces, un gran reloj de péndola.
En Astigarraga (G), en tiempos ya recientes, se han consignado los siguientes datos respecto a este mobiliario auxiliar de las habitaciones: en el dormitorio principal hay dos mesillas de noche de madera a ambos lados de la cama y tocador con una gran luna y cajoneras bajo la repisa; también en los otros dormitorios hay mesillas. En las casas y caseríos reformados los dormitorios muestran una uniformidad mayor en toda la casa: mesillas a ambos lados y armario sin empotrar, todo ello de madera de pino e iguales cortinas para todas las habitaciones. El toque personal lo da la colocación de fotografías familiares, como fotos de boda y algún pequeño adorno como una figura en la mesilla.
Lavabo portátil
Fue bastante común que en tiempos pasados en algunas habitaciones hubiera lavabos consistentes sencillamente en una palangana y una jofaina, ambas de cerámica blanca. Además podía haber en alguna habitación un mueble, a modo de tocador, que llevaba incorporado el lavabo. En la habitación principal o en la de huéspedes o en los dormitorios “para fuera” como dicen en Izal (N) solía encontrarse un lavabo más sofisticado que se utilizaba excepcionalmente por las personas ajenas alojadas en la casa y sobre todo por el médico cuando iba a visitar a una persona enferma. En Portugalete (B) subrayan este último dato diciendo que en esa ocasión se le ponía también la mejor toalla.
El que hubiera una, varias o todas las habitaciones con este tipo de lavabo era signo de categoría de la casa.
A continuación se describen varios modelos recogidos en algunas localidades encuestadas:
En Bernedo (A) la habitación que se reservaba para los huéspedes o cuando uno caía enfermo disponía de lavabo portátil con su jarra de agua, espejo y toalla. En Abezia (A) el lavabo portátil era un mueble de cuatro patas con espejo, palangana, jarra y jabonera a juego, de cerámica. Más tarde le añadieron un armario en la parte inferior. Si había una persona enferma se colocaba en su habitación para que el médico pudiera lavarse las manos; también se ponía en el cuarto en el que dormía una visita.
En Agurain (A) el lavabo era un mueble complementario que no faltaba en el dormitorio principal. Llevaba encimera de mármol perforado para colocar la palangana, otros modelos no tenían abertura y se colocaba la jofaina encima. En el frente disponía de dos cajones estrechos y abajo se cerraba con dos puertas para ocultar el cubo que recogía el agua de la palangana y la jarra de agua. Sobre la cubierta se elevaba otro cuerpo que se utilizaba como tocador y, sobre él, dos artísticos soportes a ambos lados del espejo, a veces basculante.
En Orozko (B) en el cuarto de los padres un mueble llamado lavabo, con espejo incorporado que se componía de un juego de piezas de loza formado por palangana, jarro, jabonera, paño para las manos y guardapeines. Su uso se reservaba al lavado de manos del médico cuando visitaba a los enfermos de la casa, porque el aseo familiar se efectuaba en la propia cocina.
En Zerain (G), en algunos dormitorios, sin uso, se conservan tocadores de madera, con espejo adosado, losetas de mármol blanco con un cajón o con armario de dos puertas u otros más sencillos que sirven de soporte de la palangana y la jarra.
En Mélida (N) el lavabo era de madera, con espejo ovalado en la parte superior. En la zona intermedia el barreño de porcelana con un agujero en el centro y jarra, también de porcelana, para derramar el agua. Contaba con otras dos piezas de porcelana, una ovalada para dejar el peine y otra circular con tapa para el jabón. Las toallas se colgaban de las barras de madera situadas a ambos lados del barreño. El recipiente situado debajo sobre una peana para la recogida de agua se llamaba caldera, llevaba un asa de hierro con la manillera de madera. El lavabo se apoyaba sobre un trípode de madera.
En Murchante (N) había lavabo portátil que se utilizaba en pocas ocasiones, tales como en la visita del médico. Las familias más sencillas sólo tenían un lavabo, por lo general en el cuarto de los padres, y las familias más pudientes uno en cada habitación. La mayoría eran de madera si bien los hubo de hierro, de tres patas. En Añana (A) han señalado que en las casas más ricas el mobiliario era más abundante y por ello solían tener en las habitaciones jofaina y palangana para lavarse, que hoy día se conservan como objeto decorativo. En Sangüesa (N) el dato recogido es similar pues se señala que una pieza significativa de los dormitorios de casas de cierta categoría era el contar con este lavabo.
En San Martín de Unx (N) los dormitorios, antes de que se generalizase la construcción de aseos en los años cuarenta y cincuenta, disponían de muebles-lavabo de porcelana blanca, donde se hacían las primeras abluciones del día. Eran de un cuerpo o de dos, con peto delantero para repisa y espejo. En Romanzado y Urraúl Bajo (N) el lavabo del dormitorio consistía en un trípode de hierro con un barreño y una jarra de agua debajo, y un espejo en la pared.
Datos similares se han recogido en Apellániz, Berganzo, Moreda, Pipaón, Ribera Alta, Valdegovía, Valle de Zuia (A); Abadiño, AmorebietaEtxano, Bedarona, Gorozika, Lezama (B); Oñati (G); Aintzioa y Orondritz, Allo, Aoiz, Artajona, Goizueta, Lezaun, Luzaide/Valcarlos, Obanos, Valle de Roncal, Viana (N) y Ainhoa (L). En varias de estas localidades se señala específicamente lo de que el lavabo portátil estaba colocado en la habitación principal, matrimonial o de los padres y que sólo lo utilizaba el médico cuando venía a visitar a algún enfermo de la casa.