Animales domésticos que guardan la casa

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Es común el dato recogido en las localidades encuestadas de que los dos animales por antonomasia destinados a guardar y proteger la casa son el perro y el gato. El primero la guarda y avisa con sus ladridos de la presencia de personas ajenas y el gato la protege de los roedores, cuestión que en zonas rurales tiene su importancia y la ha tenido mayor cuando los elementos constructivos y de aislamiento de las casas eran más endebles y se almacenaban en los graneros trigo, maíz y otros cereales.

En muchas localidades se señala que, con frecuencia, en ambas especies se mezcla la condición de ser animales de guarda y protección de la casa con la de hacer compañía.

También se han conocido otros animales que alertan de la presencia de extraños merodeando la casa. Así en Beasain (G) se ha consignado el dato de que en los años cuarenta del siglo XX y con anterioridad a dicha fecha, solían tener una oca suelta a la entrada de los caseríos porque en cuanto percibía que se acercaba alguien, lanzaba unos potentes graznidos. Luego, no adopta ninguna actitud atacante y no asusta como los perros, por lo que fue sustituida por éstos. En Hondarribia (G) también se ha constatado que la oca, antzara, es buena guardiana porque organiza una escandalera ante la presencia de extraños.

En Moreda (A) se ha recogido que antiguamente las caballerías de las cuadras avisaban si alguna persona se acercaba a la casa. Dicen los informantes que los machos barruntaban a los extraños y enseguida comenzaban a relinchar.

A continuación se ofrecen algunos datos aportados en las encuestas que completan la información general mencionada sobre perros y gatos.

Perros

Es común que se tengan uno o varios perros para guardar la casa o como animal de compañía tal y como ha quedado constatado en Añana, Berganzo, Pipaón, Valdegovía, Zuia (A); Abadiño, Bedarona, Bermeo, Lezama, Valle de Carranza (B); Arrasate, Berastegi, Elgoibar, Elosua, Oñati, Zerain (G); Allo, Aoiz, Valle de Elorz, Eugi, Goizueta, Izal, Mélida, Mirafuentes, Obanos, Sangüesa y Valtierra (N). Hay localidades donde subrayan su importancia sobre todo en caseríos solitarios y alejados del núcleo, donde el animal suele ser más fiero (Amorebieta-Etxano-B; Hondarribia-G). Tradicionalmente en algunos lugares los perros han acompañado al dueño al campo, custodiando la alforja y los aperos (Allo-N).

Los guardianes de la casa. Morga (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En las casas de los pastores, obviamente, hay perros de pastor, ardi-txakurrak, para cuidar los rebaños de ovejas, antiguamente en muchos casos se trataba de mastines (Abezia, Agurain, Zuia-A; Amorebieta-Etxano, Gorozika-B; Elosua, Zerain-G; San Martín de Unx, Sangüesa-N). En Astigarraga (G) señalan que generalmente estos perros son de la raza pastor vasco o de mezcla y dicen que suelen ser más apreciadas las hembras por ser más finas y menos fáciles de ser engañadas por extraños.

En las casas en que alguno de sus miembos tiene aficiones cinegéticas es habitual que haya uno o más perros de caza, kazatxakurrak, (Agurain, Apodaca, Moreda-A; Amorebieta-Etxano-B; Hondarribia, Telleriarte-G; Valle de Elorz, Monreal, Murchante, San Martín de Unx-N).

En las localidades encuestadas se mencionan muchas clases de perros que se tienen en las casas, desde perros rateros o ratoneros, arratoi-txakurrak, pasando por perros domésticos, etxetxakurrak, hasta pastores alemanes. En muchos lugares se dice que suelen ser perros corrientes, de raza indefinida, sin que se preocupen de hacer ninguna selección, aunque últimamente se es más exigente en este aspecto debido al mayor nivel de vida. En el Valle de Carranza (B) describen a los perros ratoneros como animales muy cruzados que se caracterizan por su pequeño tamaño, los hay de pelo muy corto y lanudos, de diversa coloración. Unos nacen sin rabo y a los que nacen con él, se les corta.

Con frecuencia el perro suele estar atado a un hierro incrustado a la pared con una cadena larga que le proporciona autonomía para vigilar la entrada y poder guarecerse del sol y del frío. Hoy día hay muchas casetas de perro. Los pequeños suelen estar ordinariamente sueltos. Su misión fundamental es avisar de la presencia de alguna persona ajena a la casa (Abezia, Apodaca, Bernedo-A; Bermeo, Gorozika, Orozko-B; Beasain, Hondarribia-G; Izurdiaga-N). A modo de curiosidad, en Viana (N) se ha consignado que en casi todas las casas había en tiempos pasados algún perro que ladraba cuando se acercaba un extraño, especialmente si era un pobre vagabundo, guardia civil o cura.

Gatos

Se ha recogido con carácter general que en tiempos pasados –y también hoy día pese a los raticidas– en las casas de labranza había uno o varios gatos, principalmente por el problema de los roedores. Se hace hincapié en las localidades encuestadas en la necesidad que había de mantener limpios de ratones los graneros, cuadras, desvanes y otras dependencias domésticas. En el Valle de Roncal (N) aportan el dato de que la casas tenían gateras en los portales para que los gatos subieran al desván a por ratones. En Izurdiaga (N) advierten que los gatos son buenos asimismo para limpiar las huertas de roedores y de pájaros, y en el Valle de Zuia (A) y en Lezama (B) hacen hincapié en su utilidad para cazar alimañas menores. En Hondarribia (G) dicen que no hay que tenerlo cebado porque entonces deja de cazar. En Gorozika (B) se ha recogido el dicho: Sutondora asko arrimatzen dan katua erkina izaten da (el gato que se acerca mucho al fuego suele ser flojo).

En el Valle de Carranza (B) señalan que el gato es el animal doméstico que más próximo ha vivido al hombre ya que se le ha permitido deambular por toda la casa y dependencias anejas. Antaño se les tenía en el sobrao o desván porque era el lugar donde se almacenaba el cereal. En la vivienda gusta de estar en la cocina, donde se amodorra junto al fuego, lo que ocasionalmente ha sido motivo de sustos al prenderle el pelo.

El gato, al igual que el perro, hoy día muchas veces es también animal de compañía.

Se han recogido algunas creencias en torno a los gatos:

El ver un gato negro es señal de mal agüero, y si se ve al gato lavándose la cara, cambiará el tiempo (Abezia-A). En el Valle de Zuia (A) se dice que si el gato doméstico se limpia la cara mirando al monte Gorbea, anuncia temporal; si lo hace mirando a Oro, hará buen tiempo. En esta localidad alavesa también se han registrado otras creencias como las siguientes: si nace en casa un gato negro es señal de felicidad; quien pise el rabo a un gato, no se casará ese año; el gato no se vende por dinero, se regala o se cambia por una polla.