Cambios de costumbres
A modo de síntesis de los datos que reflejan las encuestas podríamos decir que los padres ven con naturalidad que los hijos vivan a un ritmo diferente al que ellos lo hicieron. Se reconoce que los nuevos tiempos han aportado ventajas para la vida práctica. Antes no había modificaciones, las costumbres se aprendían en el hogar y en el discurrir uniforme del pueblo. Al que se salía de la norma se le criticaba y esto desanimaba a correr el riesgo. Hoy es la sociedad la que conforma a las personas, pero no la que forman las familias del pueblo sino una lejana que adoctrina a diario a través de los medios de comunicación. El cúmulo de costumbres y tradiciones que daban entidad a los pueblos ha caído en descrédito en su conjunto. Se las ve anacrónicas y ridículas, aunque no todas. Algunas son valoradas como queriendo ver en ellas la identidad del pueblo.
En otro orden de cosas, aparece recogido en las encuestas que hoy día los nombres de pila de los niños y niñas se imponen mayoritariamente en euskera tanto en localidades vascófonas como castellanohablantes. También se consigna el dato de que algunas personas alteran el orden de los apellidos porque legalmente está permitido. Se señala asimismo con carácter general que los motes familiares están cayendo en desuso entre la gente joven, y si bien se mantienen los apodos antiguos, apenas se ponen nuevos.
Los lugares de reunión y diversión de los jóvenes han cambiado en las localidades donde viven. Los horarios se han modificado, ahora la noche ha cobrado protagonismo. Además, debido a los medios de locomoción, los lugares de esparcimiento no se circunscriben a los pueblos de residencia, existe una gran movilidad sobre todo hacia zonas urbanas.