El hacha con el filo apuntando a la tormenta. Aizkora ahoaz gorantza

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Para evitar que el rayo cayese sobre una casa, en muchos lugares fue costumbre, hasta hace pocas décadas, colocar en el umbral de la puerta principal un hacha con el filo dirigido hacia arriba o una hoz en la punta de un palo plantado en el portal[1]. De esta manera se contraponía a la piedra lanzada por la tormenta (el rayo) el hacha originariamente (de piedra) que defendía la casa.

Algunas de nuestras recientes encuestas constatan todavía el recuerdo de esta antigua medida de protección de la casa contra el rayo, si bien actualmente prevalece la idea de que las herramientas que contienen acero atraen al rayo. Como se recordará más adelante la creencia en la virtud protectora del hacha contra el rayo era más común en el segundo decenio del siglo XX, cuando Eusko Folklore realizó las primeras encuestas etnográficas.

En Liginaga (Z) durante las tormentas era costumbre colocar delante de la puerta de la casa, borda aitzinian, un hacha con el filo mirando arriba.

En Obécuri (A) todavía se conserva algún recuerdo de haber colocado sobre la puerta el hacha con el corte hacia arriba cuando se formaba una tormenta. Hoy en día esta creencia ha sido sustituida por la idea de que el metal atrae el rayo por lo que hay que poner a resguardo toda herramienta de metal en caso de tormenta.

En Luzaide/Valcarlos (N) en los años sesenta estaba desapareciendo la costumbre de colocar un hacha en la ventana de la casa.

En Abadiño y en Bermeo (B) se dice igualmente que no es conveniente tener a la vista herramientas metálicas, pero en tiempos pasados se creía que un hacha colocada con el filo hacia arriba alejaba los rayos. Así en Urduliz (B) cuando había tormenta se ponía el hacha con la hoja hacia arriba en la parte delantera de la casa para que el rayo se dirigiera hacia ella. “Trumoi ta justuriak egoten zirenean, azkorea imintten zan, agoaz gorantza ara tiratu deien; etxaurrean kanpoan imintten zan”.

En Zeanuri (B) una costumbre hoy perdida pero todavía recordada era la de colocar en el umbral de la puerta principal, un hacha con elfilo dirigido hacia arriba. En otros casos se ataba una hoz al poste que sobresalía del almiar de hierba que estaba junto a la casa.

Hoz, zerra, en el palo del almiar, meta-palua, (representación). Gautegiz-Arteaga (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Aia (G) antiguamente colocaban en el portal el hacha y la guadaña mirando hacia arriba para que el rayo no penetrara en la casa. En esta misma localidad también ponían un hacha en la ventana, por la parte de fuera y con el filo hacia arriba. Además, en la chimenea, colgando del llar, se colocaba una caldera con agua para que el rayo no entrara por allí[2]. En Olaeta (A), recogió Azkue a comienzos del siglo XX la costumbre contraria, los días de trueno se ponía la caldera de cobre pendiente del llar, gelaratsua, para que si venía el rayo cayera allí mismo[3].

En Aoiz (N), algunos informantes recuerdan que sobre el tejado de su casa tenían las “piedras de rayo” (hachas pulimentadas) para proteger la casa de la tormenta.

En Arrasate (G) colocan un hacha de acero a cierta distancia de la casa para que, según creencia popular, atraiga el rayo.

En el Valle de Carranza (B) en el segundo decenio del siglo XX consideraban que el hacha colocada en la puerta con el filo hacia arriba libraba de las tormentas[4].

En Ataun (G) contra el rayo colocaban antaño hachas delante del portal con el filo mirando al cielo.[5]

En Kortezubi (B) para preservar del rayo la casa algunos colocaban en el tejado una hoz, zerrie, de las no dentadas que eran las que allí se usaban en la segunda década del siglo XX.

En Aiara (A) había la creencia que cuando caía un pedrisco, si se colocaba el hacha con el filo hacia arriba la tormenta de piedra cesaba, aunque después siguiera lloviendo[6].

Como resume Barandiaran esta creencia que consideraba el rayo como una piedra lanzada por la nube tormentosa con su práctica correspondiente, estuvo extendida en toda el área de Vasconia hasta tiempos recientes.

Arriba se ha señalado que hoy día más bien se cree lo contrario, es decir que los objetos metálicos atraen el rayo, pero ya en tiempos pasados hay testimonios en ese sentido. Azkue recogió a comienzos del siglo XX que en Gernika (B) los días de trueno era menester echar la siega y la hoz, por ser de acero, pues si no atraían hacia ellas el rayo. También en Zeanuri (B) al volver del monte solían traer la hoz detrás escondida por temor al rayo[7].

En Gautegiz-Arteaga (B) un informante recuerda que ya en los años cuarenta y cincuenta existía el convencimiento de que los instrumentos metálicos atraían el rayo y para evitarlo se retiraban las herramientas, “tiretu ez deijjen oñeztarrijjeri”. Si se encontraban trabajando en el campo, también se abandonaban las herramientas metálicas para que el rayo no las atrajese. Otro tanto se ha constatado en Ajuria y en Nabarniz (B) donde aseguran también que las herramientas metálicas atraen al rayo, tiretu egiten dau.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio de la mitología vasca” in Homenaje a Fritz Kruger Tomo I. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo, p. 134.
  2. LEF. Recogido por Jon Iruretagoyena.
  3. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 174.
  4. LEF. Recogido por Manuel López Gil.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. Fragmentos folklóricos. Paleografía vasca. San Sebastián, 1921, pp. 41-42.
  6. Andrés de AGUIRRE. “Creencias. Ayala (Alava)” in AEF I (1921), p. 81.
  7. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 173.