Apéndice: Casas nobles. Palacios. Jauregiak
En la parte introductoria de esta obra ya se señala que su contenido está dedicado a la casa ordinaria, quedando excluidos de estudio los edificios públicos, iglesias... y también las casas singulares. No obstante, se aportan algunos ejemplos de casas nobles y, en su caso, de la distribución interna, que son extensibles a otros lugares y territorios.
En San Martín de Unx (N) se aborda la estructura de la casa de Juan Blanco, como modelo de casa fuerte, de base económica agrícola, de grandes proporciones y compleja planta constructiva.
Se halla situada entre la calle del Norte, a la que da su fachada principal, y la Plazoletica Estanis, algo más elevada de nivel, a la que da su trasera. La planta baja consta de entrada, dos graneros, carbonera, bodeguilla y cuadra. A un lado tiene un cerradillo con pajar, leñera y gallinero, todo él cubierto parcialmente con tejado a un agua, cuya menor inclinación da a la calle del Norte. Toda la planta baja resume el género de vida de la casa: sus grandes proporciones hablan de dilatadas propiedades y su economía se define como agrícola con una tendencia a la autarquía alimenticia.
La primera planta tiene salida por detrás, a la Plazoletica. La diferencia de nivel facilita el acceso a la cocina y al área de servicio de la casa sin necesidad de entrar por la puerta principal. La cocina tiene al lado, pero independientes, la despensa de temperatura fresca y la leñera. El resto de las estancias, salvo la alcoba, dan a la fachada principal: así, el comedor, vestíbulo, cuarto de estar, salón de verano, que es bastante fresco, y dormitorio.
La segunda planta está pensada para el descanso, pues en ella hay tres dormitorios junto a un amplio baño y un aseo. Es también zona de estar con una salita, un cuarto de costura, y salón de invierno, más cálido que el del piso inferior.
La planta tercera continúa con la zona de servicios con un cuarto de amasar con horno de dos metros de diámetro, un cuarto para cerner la harina, un dormitorio de servicio, desván, trastero y una habitación triangular que por dar al norte y ser muy fría ha sido destinada al secado de perniles.
La siguiente descripción pertenece a Allo (N), en concreto a la casa número 6 de la calle Mayor. Esta vivienda todavía conserva buena parte del sabor propio de otros siglos. Es una casa noble que además presenta la peculiaridad de que en su construcción se aprovechó el desnivel existente entre las calles Mayor y Sancho el Fuerte.
La planta baja, cuyo acceso principal da a Sancho el Fuerte, consta de cochera, amplio patio descubierto, cuadras, bodega para almacén del vino y bodeguilla para guardar las comportas, otro patio descubierto y el trujal aceitero. Sin embargo la entrada principal la tiene por la calle Mayor mediante una puerta arqueada que conduce a un amplio y cuidado zaguán, cuyo suelo y zócalos de pared están empedrados. De aquí parte una monumental escalera hacia los pisos superiores.
Esta primera planta consta de las siguientes dependencias, además de la entrada: el lago, una bodeguilla donde se guardan los tinos de piedra para contener el aceite, dos roperos, un cuarto leñero, el lavadero o cuarto de hacer la colada, dos graneros, el comedor de verano y el de invierno, la cocina y la cocina vieja, el cuarto de planchar y otro más pequeño conocido como la canariera; el pajar, situado justo encima de la cuadra, el henil, encima de la cochera, y un cuidado jardín con vistas a Sancho el Fuerte y Cuesta de Montero.
En la planta segunda hay un amplio salón con tres balcones que se asoman a la Plaza de los Fueros, a la calle Mayor y un tercero, un poco más pequeño, hacia Sancho el Fuerte, varios dormitorios, entre ellos un cuarto oscuro para las criadas y otros dos que todavía son conocidos como “el cuarto de los curas” y “el cuarto del obispo”; el primero porque en él dormían los frailes cuando venían a predicar o a dar misiones mientras que en el segundo pernoctaban los prelados en sus visitas pastorales. Hay también en esta planta un despacho, la masandería y un cuarto llamado “el estrado” que es una amplia alcoba de ceremonias o recibidor cuyas paredes, puertas y techo se hallan profusamente decorados con pinturas de un estilo rústico-popular curioso y similar a lo que hoy conocemos como naïf.
La planta tercera ocupa la misma superficie que la anterior y está formada por un enorme granero y un pequeño palomar. La casa remata en torre de planta cuadrada cuya ancha base coincide con la caja de la escalera.
El palacio surge en Bizkaia con el abandono de los conflictos entre bandos. Van a ser las villas (Elorrio, Ermua, Durango) donde preferentemente se van a ubicar los palacios. Pero antes del s. XIX y en este siglo algunas familias se establecen en palacios en el propio campo. Uno de estos casos ocurre en Izurtza que cuenta con tres palacios de este tipo. Vamos a aportar la descripción de uno de ellos, tal y como se recogió en los años noventa[1].
El palacio Arana ocupa aproximadamente el mismo lugar que otro anterior, desaparecido en un incendio. Está situado en una parte privilegiada de la anteiglesia, junto a la carretera y a pocos metros de la parroquia. Su aspecto –muchas veces se ha recurrido a esta comparación– es el de un palacete francés rodeado como está de un jardín enverjado donde crecen árboles gigantescos. El jardín es una parte del conjunto que constituyen el palacio propiamente dicho y la cochera que son dos partes cuidadosamente separadas, pues aquél solo sirve al palacio que es un aglomerado edificio, apaisado, de dos plantas más ático abuhardillado, de tipo francés, claramente diferenciado de los dos pisos bajos por una rotunda cornisa. Los vanos son adintelados con frontones rectos y sometidos a una rigurosa ordenación regular, discriminando también a este nivel la planta baja, que tiene ventanas, mientras la segunda, la noble, de habitación, dispone de balcones. Hay en la fachada principal a Levante una concesión a la axialidad al disponerse en el centro ingreso, que es adintelado, y cobijado por el balcón, correspondiente del piso. Su repisa descansa en sendas columnas toscanas evidente recuerdo clasicista (y también georgiano británico), como se ve en palacios como los de Samaniego en Laguardia (A), del siglo XVII, o de Buniel en Balmaseda (B), algo más tardío y en innumerables portales de viviendas de Escocia, Inglaterra e Irlanda.
El eje citado se prolonga además por el referido balcón y por el escudo que suelda los dos pisos con el ático. Es muy bella la solución de los vanos en la buhardilla, rebajados con placa que se recorta abajo cóncavamente con aletones avolutados. También hay una bonita secuencia de rosetas allí arriba que es el lugar donde el edificio es más permeable a los modelos cultos foráneos de pleno siglo XIX, momento en que la arquitectura culta nacional vivía todavía de recursos neoclásicos.
El promotor de este edificio tan suntuoso trabajado en piedra excelentemente apurada es, según reza una cartela de hierro D. Juan Ramón de Arana (Reedificado por D. Juan Ramón de Arana/Año de 1852). Su blasón, también metálico luce las armas que están en el escudo que hay en la parroquia.
Un pasillo entre el jardín y la cochera hace pasar a las personas de servicio a la portada secundaria defendida por patio de altas tapias, desde el que se pasa a las huertas también cerradas que se dilatan por la parte zaguera hasta donde llega una conducción de agua, un canal grande para servicio de la casa.
La cochera se enfila con el portón central del jardín que atraviesa un camino. Es un edificio sencillo, en mampuesto con amplio ingreso. Hoy es almacén y corral.
- ↑ Gurutzi ARREGI, José Ángel BARRIO LOZA y Ander MANTEROLA. Anteiglesia de Izurza. Tradición y patrimonio. Izurtza: 1990, pp. 206.208.