Nombres de pila más usuales

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Antaño fue usual imponer al niño el nombre del santo del día, eguneko izena, tomado del santoral cristiano o también el nombre del padrino o la madrina[1] (Abezia, Apodaca, Berganzo, Ribera Alta-A; Orozko, Trapagaran, Zeanuri-B; Berastegi, Elgoibar, Elosua, Getaria, Hondarribia, Legazpi, Oñati, Orexa, Zerain-G; Améscoa, Goizueta, Izurdiaga, San Martín de Unx, Urzainki, Valle de Roncal, Valtierra-N; Sara-L). Dicen que había que obrar así “ya que de otra manera el santo se podía enfadar” (Bermeo-B) o “lloraría” (Busturia-B). También se creía que de no ponerle el nombre del santo la criatura moriría (Sangüesa-N). También ha existido la tradición de imponer al recién nacido el nombre de un santo de devoción familiar (Valle de Roncal).

Se recurría igualmente al nombre de algún familiar fallecido recientemente o a los nombres de los abuelos que, en ocasiones, actuaban de padrinos (Berganzo, Ribera Alta-A; Durango, Nabarniz, Zeanuri-B; Getaria-G; Goizueta, Obanos, Sangüesa-N). En algunas familias se ha perpetuado la memoria de los antepasados, reproduciendo sus nombres en los nuevos vástagos (San Martín de Unx-N). También ha sido costumbre que el primogénito lleve el nombre del padre (Andraka, Valle de Carranza-B).

Se han conservado nombres enraizados en tradiciones populares, bien por la proximidad de un santuario, los santos patronos de la localidad o devociones particulares. Ha estado muy extendida la costumbre de poner a las niñas el nombre de María o el de una virgen anteponiendo el nombre de María.

En Trapagaran (B) se ha recogido la singularidad de que a principios del siglo XX, en los barrios altos de la localidad, se elegían nombres relacionados con la ideología política: Levi, Sócrates, Libertad, Giordano, Fraternidad, Lenin, etc.

A partir de los años setenta, con carácter general, se constata la tendencia de poner nombres euskéricos.

A modo de ejemplo, se aportan las particularidades recogidas en varias localidades:

Así en Zeanuri (B) se ha consignado el cambio de nombres a lo largo de períodos de tiempo extensos. Así en el año 1700 los nombres de varón fueron: Francisco, Pedro... Los de mujer: María y sus compuestos, M.ª Antonia, M.ª Bentura... En 1800 son similares, si bien hay gran abundancia de nombres compuestos. En 1900 se vuelve a los nombres simples que presentan una gran diversidad. Algunos de ellos han sido adaptados al sistema fonético vasco: Cecilia se convierte en Zizili; los nombres que comienzan por “R” adoptan una “E” inicial: Ramón da Erramon. También hay apócopes y adaptaciones de nombres: Peru (Pedro), Mañe (Marina). Durante el segundo decenio del siglo XX se registran nombres del nomenclátor de Sabino Arana: Mikel, Andone... En los nombres femeninos destaca la abundancia de María y de su correspondiente en euskera Miren. A partir de la Guerra Civil (1936) desaparecen los nombres en euskera que no vuelven hasta los años sesenta, y a partir de los setenta se muestra preferencia por nombres arcaicos o sin equivalencias en español.

Euskal izendegiak. Fuente: Satrustegui, José M.ª. Euskal Izendegia. Iruiñea-Pamplona: Euskaltzaindia, 1977, cubierta.

Datos similares se han constatado en Busturia (B) y en Elosua (G). En Gorozika (B), en tiempos pasados, fueron corrientes los nombres de varón: Juan, Jesús y José; y los de mujer, Mari y Juana.

En Zerain (G) en una relación de nombres de la localidad de 1542 el nombre de varón más común era Joan, seguido de Pedro y Domingo. En las primeras décadas del siglo XX los nombres de pila usuales eran José, Juan, Antonio y Francisco entre los varores y María, Juana, Josefa, Jesusa, Teresa, Dolores y Julia entre las mujeres. Entre los nombres euskéricos que en los años setenta se comenzaron a imponer, los más usuales entre niños son: Andoitz, Mikel, Jon, Asier, Iñigo, y entre las niñas: Amaia, Edurne, Garbiñe, Arantza y Karmele.

En Agurain (A) de hombre han sido comunes: Juan, José, Jesús, Andrés, Pedro y Pablo y los nombres compuestos de Ignacio y María. De mujer destaca María seguido de Carmen, Begoña, Aranzazu, Estibaliz, Puy, Concepción y Pilar. En Valdegovía (A) han sido comunes: Antonio, Javier y Pedro entre los nombres de varón, y Pilar, Maite y Carmen entre los de mujer.


Euskal izendegiak. Fuente: Euskal Izendegia. Iruña: Pamiela, 1992, cubierta.

En Allo (N) se ponía el nombre del santo del día recurriendo al Calendario Zaragozano. Se ha sido reacio a repetir el nombre del padre o la madre para evitar los diminutivos que se arrastran de por vida. La abuela materna elegía el nombre del primer hijo varón del matrimonio de la casa. Las familias acomodadas han sido más propensas a perpetuar los nombres. En tiempos pasados hubo tendencia a poner los nombres de los patronos de la villa, Cruz y Magdalena. En Barañain (N) se han consignado Cruz, Castor, José, Juan y Francisca.

En Aria (N) para hombres se han recogido: Francisco, Isidoro, Enrique, Iñaki, José y Agustín. Para mujeres: María, Carmen, Felisa, Lucía y Juanita.

En Mezkiritz (N), a la hora del bautismo, antaño se seguía un orden determinado: al niño se le ponía el nombre del abuelo paterno y a la niña el de la abuela materna. A continuación el abuelo materno y la abuela paterna, más tarde el del hermano mayor paterno y la hermana mayor materna.

En Mirafuentes (N) en tiempos pasados los nombres más comunes eran Gregorio, por la cercanía del santuario de Sorlada, y María. También fueron clásicos Pedro, Miguel y Juan entre los hombres, y Catalina, Isabel o Josefa entre las mujeres. Antiguamente existió la costumbre de acortar los nombres, manteniendo la parte final, así Cente a quien se llamaba Inocente y Ceto a Aniceto. Hoy día abundan los nombres euskéricos, tales como Jon o Eneko entre los muchachos, y Saioa o Maider entre ellas.

En el Valle de Carranza (B) se ha constatado una escasa variedad en los nombres, quizá debido a que no se ha acostumbrado recurrir al santoral cristiano para imponerlos. Como además es una sociedad endogámica donde tampoco hay muchos apellidos diferentes, la diversificación se obtiene a partir de estas limitaciones. Se ha denominado a las personas atendiendo a la parte final del nombre, creando diminutivos, aumentativos y nuevas derivaciones. Por ejemplo, Manuel produce las siguientes variantes: Manolo, Nolo, Nolucu, Nolis, Manolín, Lin, Manel, Nel, Nelo, Manolito, Lito, Litucu.

En Obanos (N) en la primera mitad del siglo XX han sido nombres representativos: Trinidad, Pilar, María, Eugenio, Fulgencio, Carmen e Higinio. A mediados del siglo XX en las niñas se generalizan los nombres compuestos de María tales como M.ª Pilar (Pili), M.ª Dolores (Loli) y M.ª del Carmen (Mari Carmen); entre los niños: Jesús y Jesús M.ª, Ignacio (Iñaki), José Miguel y Francisco Javier (Javier, Paco). Se mantienen algunos nombres familiares. Dos nombres enraizados en la tradición popular son: Guillermo (Guillén) y Felicia.

En Sangüesa (N) a mediados del siglo XIX un porcentaje elevado de nombres corresponde al santo del día, se pone muy poco el nombre de María y no aparece el de Jesús. En el año 1900 predomina el nombre de María y sus fiestas principales, y algunos nombres se corresponden con el santo del día. Figura el de Francisco por la devoción a san Francisco Javier y a san Francisco de Asís. Aparece por primera vez el nombre de Jesús. A mediados del siglo XX llama la atención la cantidad de nombres compuestos, a veces hasta tres. Estuvo de moda añadir nombres de familiares, hermanos difuntos, tíos, padrinos, etc. Fue frecuente el nombre Javier, sólo o combinado, y María en compuesto. En el año 2000 se escogen algunos nombres tomados de la Biblia poco usados anteriormente, nombres euskéricos y algunos de origen extranjero.

En San Martín de Unx (N) hoy día, en ambos sexos, se acostumbra poner un nombre corto. Están de moda los nombres euskéricos (Mikel, Unai...) o los topónimos (Javier, Leire...). En algunas familias mantienen los nombres familiares y quienes deciden son los padres.

En Sara (L), en los años cuarenta del siglo XX, los nombres de pila más usuales eran: Ganes, Piarres, Pello, Piarrezume, Joset, Kose, Mizel, Mixel, Xemartin, Mattin, y entre los de mujer: Mayi, Kattalin, Katrin, Jeane, Mai-Luis, Mariana, Mari-Jeanne... Éstos no diferían mucho de los de épocas anteriores aunque habían aparecido nuevos, eran más frecuentes los nombres de varón como Francisco, Domingo y José y existían muchos compuestos, cosa rara en épocas anteriores. Los nombres de pila se transmitían de padrino a ahijado y de madrina a ahijada.

En Zuberoa son nombres de varón usuales: Jean y Pierre con sus variantes, y Beñat. En algunas familias se transmiten los nombres masculinos de una generación a otra en el mismo orden. En las mujeres abunda Marie, sobre todo la variante Maddy; Jeanne, con frecuencia en la composición Jeanne-Marie o Marie-Jeanne, pero existen variaciones según familias y pueblos.

Algunos nombres tienen adaptaciones populares con la finalidad de embellecerlos, así a una mujer llamada Telesfora le pueden llamar Flora; a Leona, Leo y Porfi (Porfiria), Sofi. También se dan casos de personas que son conocidas por un nombre que no coincide con el del Registro Civil.


 
  1. Hay abundante información sobre este asunto en: ETNIKER EUSKALERRIA, Ritos del nacimiento al matrimonio. Bilbao: 1998, pp. 182-185.