Orden de los parientes en los bautizos. Apadrinamiento

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Lo más común ha sido que fuera la comadrona o partera, o la madrina en su caso, quien llevara a la criatura a la iglesia para que fuera bautizada. La comitiva solía estar formada por muy pocas personas, la madre no acudía porque estaba recuperándose del parto. Ha estado muy extendido que los padrinos del primer hijo sean los abuelos de una parte y de la otra o los padrinos de boda de los padres que a menudo recaían en las mismas personas. Por el contrario, hoy día asisten todos los familiares.

Se aportan sendos ejemplos de la comitiva reducida de antaño, extensibles a otras localidades. En Améscoa (N) el bautizo era un acontecimiento puramente familiar al que no se le daba gran realce. A la ceremonia religiosa sólo acudían la comadrona, que era la encargada de llevar en sus brazos al niño, y los padrinos. En algunas casas el primer día festivo después del bautizo se celebraba éste con una comida a la que se invitaba a los padrinos y a todos los parientes.

En Moreda (A) hoy al igual que ayer toman parte en el bautizo los padres (antes no lo hacía la madre por estar recién parida), los padrinos, familiares allegados y amigos íntimos. Antiguamente la comitiva salía de casa de la madre camino de la iglesia. La madrina o una mujer de la familia era la encargada de llevar al recién nacido. Durante el trayecto iba arropada por el resto de la concurrencia, familiares y amigos.

El apadrinamiento, las relaciones de padrinos y ahijados, y los regalos que aquéllos hacían a éstos han sido tratados ampliamente en otro volumen de esta obra[1]. Se ha consignado que en otro tiempo estuvo extendida la costumbre de que los padrinos fueran personas mayores, con frecuencia los abuelos, amigos o vecinos de mucho trato. En el caso de que el ahijado contrajera matrimonio invitaba a sus padrinos a la boda. Fue costumbre que los padrinos dejaran algo al ahijado en el testamento, y si era pariente tronquero incluso le podían nombrar heredero de la casa. Es bastante común la consideración de que el apadrinamiento llevaba consigo una especial relación entre los padrinos y el ahijado.

Abuelos con los nietos en el bautizo de uno de ellos. Sangüesa (N). Fuente: Juan Cruz Labeaga, Grupos Etniker Euskalerria.

Las familias necesitadas buscaban a menudo que apadrinara al recién nacido una persona que dispusiera de medios económicos porque ello podía suponer una ventaja a la hora de realizar estudios o encontrar un empleo. Hoy día, los padrinos suelen ser jóvenes, generalmente familiares.

En las localidades encuestadas se ha recogido el dato de que ha existido una vaga creencia de que entre los padrinos y el ahijado se crea un vínculo que llevaba consigo la obligación teórica de que a falta de los padres, los padrinos debían ocupar el lugar de aquéllos socorriendo a los ahijados. En ocasiones esta obligación se suavizaba porque los padrinos eran los abuelos, los tíos o familiares muy cercanos, que en caso de fallecimiento de los padres del niño ocupaban su lugar. Otras veces, era meramente una creencia difusa sin mayor trascendencia. Entre el padrino o la madrina y el ahijado o ahijada se establecía un impedimento, fácil de soslayar, en relación con el matrimonio entre ellos.


 
  1. ETNIKER EUSKALERRIA, Ritos del nacimiento al matrimonio. Bilbao: 1998, pp. 173-188.