La elección del heredero. Premua, andregaia. Etxegaia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En zona rural de los territorios acogidos al derecho foral ha sido costumbre generalizada que uno de los hijos, fuera varón o mujer, en muchos casos el mayor, se quedara “para casa” a fin de continuar con la tradición familiar de mantener el caserío y sus pertenecidos y transmitirlos a los herederos. A los no elegidos se les aparta de la herencia (apartar es excluir como heredero a alguien que en principio tiene derecho a ello por ser heredero forzoso), en Navarra con la fórmula: “cinco sueldos febles o carlines y una roba de tierra en los montes comunes” y en Bizkaia con la fórmula de: “el mínimo que consiente el Fuero de Bizkaia”[1].

En las encuestas se ha reflejado que no hay unanimidad respecto de la persona sobre la que recae la elección del heredero de la casa familiar. En algunos lugares se optaba por el primogénito, en otros por el más capacitado para continuar con la hacienda, también la preferencia por el hijo o por la hija podía depender de las circunstancias de cada caso.

En Zeanuri (B) al heredero o heredera destinado a la casa se le denomina etxegaie, si bien también se le conoce con el término etxerakoa, el designado para la casa. Cuando asume la responsabilidad al frente de la casa el etxegaie se convierte en etxagune si es varón y en etxanderea si es mujer. Se ha recogido que generalmente era el hijo mayor el destinado a hacerse cargo de la casa, pocas veces sucedía que fuera un hijo intermedio. Si el mayor de los hijos era una mujer, el destinado a casa sería el primero de los varones, pero si no hubiese varones, será la hija mayor la heredera. Dentro de esta práctica general se daban excepciones. La preferencia por los hijos varones se solía justificar por la conservación del apellido, pero esta consideración es de los últimos siglos, ya que por el procedimiento de denominación popular, el apellido vendría dado por la casa y no por el padre. Un dicho refleja la exclusión de la línea femenina. De una chica trabajadora suele decirse: “Au bai neskatxi fine, ikopean artorik egiten bada auxe etxerako”, ésta sí que es una muchacha hacendosa, si creciera el maíz bajo la higuera ésta sería para la casa. Es una forma irónica de expresar la exclusión puesto que nunca crece el maíz bajo la higuera.

El heredero, etxegaia, de una familia de Zeanuri (B), c. 1920. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: Fondo Felipe Manterola, con un particular agradecimiento a su nieto Mikel Manterola.

En Amorebieta-Etxano (B) los datos recogidos son similares. En la zona rural de Bermeo (B) se ha consignado que si bien normalmente el heredero era el hijo mayor, en ocasiones era el hijo que más hubiera trabajado con el padre.

En Sara (L), en la mayor parte de los casosel elegido era el hijo mayor, que si era varón se llama premu y si mujer, andregaia; de igual forma se les denomina en Luzaide/Valcarlos (N). En Uharte-Hiri (BN) ocurre otro tanto y el heredero recibe el nombre de premi. En Donoztiri y en Heleta (BN) los padres “elegían” como heredero a uno de los hijos, casi siempre el mayor, hijo o hija, y a los demás les señalaban su dote. En Liginaga (Z) el heredero era generalmente el primogénito, si era varón se llamaba primi y si mujer, prima. En Izurdiaga (N) el heredero según sea varón o mujer recibe el nombre de etxeko semea o etxeko alaba.

En Améscoa y en Barañain (N) los padres nombraban heredero de la casa y hacienda a un hijo, generalmente al primogénito. En Mezkiritz (N) se ha recogido que el primogénito solía ser generalmente el heredero, el segundo solía cursar estudios, si era muchacho la carrera sacerdotal y si era muchacha se hacía costurera, del cuarto en adelante emigraban a América.

En Obanos (N), antiguamente, en las familias con patrimonio se nombraba heredero único, el reparto igualitario entre todos los hijos lo hacían quienes no tenían nada que repartir. Se solía elegir “para casa” al que presentaba mejores cualidades para el campo, no era necesariamente el primogénito. Había preferencia por nombrar heredero al varón, porque el apellido se transmite por vía paterna. Hoy día aunque existen casos de reparto desigual, es más frecuente vender la casa o los campos y distribuir a partes iguales, sobre todo si no se llevan las tierras directamente. También en Urzainki (N) se ha consignado que la preferencia por el varón está asociada a la conservación del apellido.

En San Martín de Unx (N) los padres haciendo uso de su libertad de testar elegían heredero a cualquiera de sus hijos y a los demás se les procura “contentar” con alguna parcela de terreno o similar. Hay otro tipo de testamento en uso que consiste en repartir el patrimonio en vida de los padres, se hacen lotes y se sortean. Este sistema obliga a establecer una renta para el sostenimiento de los padres.

En el Valle de Roncal (N) el modelo era dejar la propiedad a uno de los hijos, en la localidad de Isaba la preferencia iba por el hijo varón mientras que en Uztarroz se tendía a elegir entre las hijas. En los pueblos de este valle, salvo en Uztárroz, daba igual que fuera el hijo mayor u otro y, generalmente, se optaba por aquél que mejores aptitudes demostrara a juicio de los padres. Éstos, de mutuo acuerdo, podían modificar el testamento y solían reservarse un dinero para los gastos de entierro y exequias.

En Aria (N) la sucesión se verificaba indistintamente por testamento o por contrato matrimonial. El heredero no era necesariamente el primogénito. Se procuraba conservar la indivisión.

En Luzaide/Valcarlos (N) la sucesión se verificaba generalmente por testamento aunque el heredero viviera con los padres. Normalmente solía ser heredero el hijo o hija mayor, siempre que estuvieran de acuerdo los interesados, de lo contrario se concertaba con otro hijo.

En Sangüesa (N) en las casas principales con hacienda agrícola el heredero de la casa y sus bienes, normalmente, era el primogénito. Lo normal consistía en repartir el patrimonio entre los hijos a partes iguales, mejorando, si lo hubiera, al deficiente y al que se hacía cargo de los padres. Generalmente éstos no dejaban todo en vida al heredero ni a los hijos sino que procuraban ser ellos los dueños hasta el final de sus días.

En Allo (N) unas pocas casas, las más acomodadas nombraban un heredero único con la finalidad de conservar íntegro el patrimonio familiar, sin perjuicio de dotar a los demás hijos cuando tomaran estado. En otras casas de mediana posición, la casa se dejaba a uno de los hijos varones, “la casa para el apellido” se decía, si bien el resto de la hacienda se repartía por igual entre los hijos. Hoy día es común que los padres en vida distribuyan su hacienda en lotes más o menos iguales y que luego los hijos los sorteen entre ellos. A la vez se suelen comprometer a señalar una renta para el sustento de sus progenitores y/o establecen su plan de vida: rotar por temporadas en casa de los hijos, ingresar en una residencia, etc.

En Valtierra (N) en general los bienes se reparten a partes iguales entre los hijos. Quienes deseen quedarse en el pueblo deben comprar sus partes a los demás hermanos o usufructuarlas en unas condiciones a acordar. A las hijas, cuando profesaban como religiosas se les entregaba la dote, y el ajuar a las que se casaban. Los padres mayores o viudos se quedaban a vivir con alguna de las hijas si estaba soltera y si no con el que o la que más congeniaran.


 
  1. El Fuero Nuevo de Bizkaia para el apartamiento utilizaba la fórmula: “con algún tanto de tierra” o “con algo de raíz poco o mucho”. La expresión usual utilizada para apartar a los demás sucesores forzosos era: “con un palmo de tierra”, añadiéndose algunas veces en la práctica notarial que el apartamiento se hace “con un árbol, una teja y un real de vellón”. También en ocasiones se agregó la expresión de que el árbol fuera “el más lejano e infructífero”.