Construcción de los muros

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En cuanto a la forma de levantar las paredes, en los párrafos anteriores se han ido incluyendo algunos datos; a continuación recogemos varias descripciones más completas.

En Hondarribia (G) una vez se llegaba con los cimientos al nivel del suelo se empezaba a levantar el muro. Se colocaba una liz, lokarria, que hacía de guía, y se armaba en primer lugar la esquina, siempre una piedra de altura más que el resto; después se llenaba el espacio entre esquina y esquina para darle forma a la pared. Las piedras de los ángulos estaban labradas y las restantes eran de mampostería. Los caseríos se solían hacer de piedra en la primera planta mientras que en la segunda se preparaba una estructura de madera unida mediante espigas, rellena de mampostería y en algunos casos de ladrillo macizo. Esta estructura de madera y mampostería se llamaba armasa. Solía tener una anchura de 15 a 20 cm y en cualquier caso era siempre de menor espesor que el muro sobre el que se asentaba.

En Zeanuri (B) las paredes exteriores de la casa se levantaban con piedras areniscas colocadas de modo que se ajustasen lo más posible unas a otras. De tramo en tramo se colocaban piedras cruzadas de mayor tamaño que cubrían la anchura de la pared.

En el Valle de Carranza (B) las paredes o paredones están levantados o armados con piedras de mampostería de tal modo que las únicas piedras que se labraban durante el proceso de edificación eran las que daban forma a las esquinas o esquinales, las caras de los muros que sobresalen en la fachada conocidos como pipianos y las que delimitan los recercos de puertas y ventanas. El tamaño de las piedras decrece en altura, es decir, las mayores están en los cimientos y en la base de los muros y las más pequeñas en la zona más alta cercana al tejado. Las piedras de la fachada, sobre todo las de la planta más baja, también suelen ser de buenas dimensiones.

Las paredes se armaban a “dos caras” de tal modo que las piedras se disponían con la cara más plana hacia el exterior de la casa y hacia el interior de la vivienda y con la parte más irregular hacia el centro del muro. Siempre se armaban colocando cada piedra sobre la unión de otras dos para conferir al muro mayor estabilidad. Cuando una piedra no sentaba bien y bailaba se introducía en la holgura otra menuda llamada ripio. La parte central del muro se rellenaba de piedras menudas e irregulares y de barro.

El grosor del muro va disminuyendo en altura pero no lo hace de un modo progresivo sino coincidiendo con cada planta. De este modo el mayor grosor, cercano al metro, se aprecia desde los cimientos hasta el arranque de la primera planta, después se mantiene constante y se vuelve a estrechar a la altura del suelo del sobrao. Esta especie de escalones se aprecian por la parte interna de la casa, el paramento exterior se muestra uniforme.

Esta forma de construir los paredones a dos caras presentaba el inconveniente de que tendían a abrirse, es decir, a separarse las dos caras de la pared al ser independientes y con la parte central más endeble. Para obviar este problema al levantar el muro se intercalaban unas piedras de buenas dimensiones y alargadas que pasaban de la cara externa del muro a la interna, a menudo sobresaliendo dentro de la vivienda. Estas piedras hacían la función de coser las dos caras de la pared y evitar esa tendencia a abrirse; recibían el nombre de pasaderas.

En Allo (N) las paredes maestras se levantaban sobre los cimientos, más anchas en la planta baja que en el último piso. Eran generalmente de sillarejo o de mampostería, reforzadas en las esquinas y en vanos de puertas y ventanas con sillares de buen tamaño. Las juntas se revocaban con barro y algunas veces con argamasa compuesta de dos partes de cal y tres de arena. Hay construcciones cuyas paredes exteriores son de sillería o mampostería de buen tamaño y que llevan paralela a ésta otra de mampostería más menuda, en la parte interior, dejando entre ambas una cámara o espacio que luego era rellenado con arena mezclada con paja y que constituía un eficaz aislante térmico.

En Ribera Alta (A) las casas se edificaban con muros de carga que se levantaban armando piedra en el exterior y en el interior de los mismos de tal modo que el espacio que quedaba en medio se rellenaba con piedra menuda y barro. Dado que la función del muro de carga era la de soportar el peso de los pisos del edificio, éste era más ancho en la parte baja e iba disminuyendo de grosor a medida que ganaba altura. Entre el relleno del muro de carga, además de la piedra menuda y el barro, se podían encontrar puntales y vigas de madera. Los puntales, colocados verticalmente, y las vigas, horizontales, reforzaban el muro y contribuían a que soportase las cargas. El cierre del último piso se hacía de adobe, que se fabricaba a partir de barro y de paja de centeno. La fachada principal era del llamado “revocado”, que consistía en introducir cemento entre piedra y piedra y después pintarlo de blanco.

En Berganzo (A) se levantaba en primer lugar una pared de 90 cm a un metro que constituía la planta baja, después se reducía 30 cm quedando de 60 cm, de tal modo que ofrecía un apoyo para sostener las vigas maestras que formaban la primera planta; por fin se dejaba un espacio y se construía el tablado. En esta población se pueden destacar dos estructuras diferentes: una mediante el empleo de muros de carga de cierre y medianeros o interiores hechos de toba y otra utilizando el entramado de madera a base de postes, vigas y otros elementos que ayudan a sostener las zonas habitables y el tejado. En este último caso para sujetar el entramado se empleaban igualmente muros de carga.

En el Valle de Zuia (A) en las viviendas antiguas se empleaba la misma técnica que en la actualidad en las estructuras de hormigón o metálicas. Se armaba en primer lugar el esqueleto mediante pies derechos de madera apeados sobre bases de piedra y el entrevigado del piso. Una vez armado se rellenaban los espacios de materiales que han ido variando con el curso de los años; así inicialmente se recurría a la madera y después al barro, adobe, piedra y ladrillo. Los muros más recientes son de piedra, de distinta naturaleza, forma, tamaño y labra. En esta población los caseríos llevan en su mayoría aparejo de mampostería ordinaria que se levanta de modo que las piedras se dispongan en posición horizontal y dirección paralela al paramento y unidas con mortero de cal; los espacios que se originan entre los mampuestos se rellenan mediante ripios.

En Lezaun (N) la pared se comenzaba con un grosor de 60 cm y se acaba con 50 cm en la parte más alta. Para su construcción se empleaba un andamiaje de madera que iba sujeto a la misma. Cuando se terminaba la fachada se iba retirando a la vez que se tapaban los huecos que dejaban las maderas del andamio. Tan sólo hay tres casas con fachada de sillería, el resto son de mampostería con piedra caliza del lugar, que permite un óptimo cruzamiento de las dos caras de la pared. Las esquinas son de sillares y los huecos de ventanas y puertas también en algunos casos.

En San Martín de Unx (N) en el Castillo y Casco Viejo se disponía el bloque de piedra a soga y tizón, buscando la mayor solidez, y se reforzaban esquinas y vanos con piezas de piedra sillar o de sillarejo más rectangular.