Base y fondo del fogon. Su azpikoa

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La base del hogar tenía forma cuadrada o rectangular y aunque había fuegos a ras de suelo, lo normal era que estuviera construido sobre una pequeña grada de unos cuantos centímetros (de 15 cm hasta 30 ó 40 cm) de altura de manera que quedara algo elevado del suelo. Este levante estaba hecho de losas de piedra, ladrillo, cemento o mosaico, a veces con los contornos enmaderados y la superficie embaldosada (Sangüesa-N). El canto de madera servía para que se sentara la persona que estaba cocinando, y de tanto pasarlo con lejía solía tener color blanco (Mélida-N). Este escalón podía tener un entrante en el frente para que la cocinera pudiese manipular mejor los pucheros en la lumbre (Mélida, Monreal, Murchante-N). A modo de ejemplo en Bermeo (B) la base de ladrillo solía ser rectangular de 150x125 cm de ancho por 30 cm de alto; en Astigarraga (G) la base era de piedra de unos 30 cm de alto por 100 cm de ancho con forma curva con fondo de piedra y en Orozko (B) el suelo era de una mezcla de barro y cal, karea eta buztina masea eginda. En Iholdi (BN) es de forma cuadrada, levantada decímetro y medio sobre el pavimento del local. En Ataun (G), en otro tiempo, el hogar tenía como base una loseta de piedra. En Sara (L) el resalto cuadrado era de 15 cm de alto y 150 cm de lado hecho con ladrillos. En Andoain (G) la plataforma recibe el nombre de koska.

Base elevada del hogaril. Sangüesa (N), 2006. Fuente: Juan Cruz Labeaga, Grupos Etniker Euskalerria.

En Allo (N) la grada, a veces, era tan amplia que además de los cacharros de cocina que se amontonaban en ella, las personas ancianas de la casa solían pasarse muchas horas de invierno sentadas en ella sobre sillas bajas. En Lezaun (N) el altillo ocupaba una superficie similar a la de la campana o algo mayor, tenía unos dos metros de ancho por uno de frente, el borde era de madera y con frecuencia se usaba para sentarse en los costados al calor del fuego.

En Oiartzun (G), según se recogió en el segundo decenio del siglo XX, en las cocinas de los pisos el hogar estaba adosado a la pared, sobre un suelo de ladrillos o losas que forma la superficie de suarka, que era una caja llena de tierra como de 1,50x2,50 m de lado y 10 cm de altura, que puede hallarse sobre el suelo, posta, o soterrada, teniendo en este caso su superficie de ladrillos o losas al mismo nivel del piso de la cocina.

En la parte central de la plataforma se ponía una chapa metálica rectangular o cuadrada sobre la que se encendía el fuego, aunque más antiguamente el fogón se encendía sobre los propios ladrillos (Itziar-G) o la losa era de arenisca (Valle de Carranza-B; Oiartzun-G). En Améscoa (N) se recuerda que la chapa era de 1 m de largo por 0,80 m de ancho aproximadamente; en Andoain (G) las dimensiones no excedían de 0,58 m de largo por 0,55 m de ancho. En Valtierra (N) dicen que se encendía la lumbre sobre una rejilla de hierro móvil para dejar pasar la ceniza. En Allo (N) indican que en las casas más pobres esta chapa era sustituida por una hojalata obtenida a partir de un pozal viejo de zinc. En algunos lugares estaba delimitada por un rodafuegos (Murchante, Monreal-N) o trincha (Apodaca-A) también de chapa o de ladrillo. Esta roda o cortafuegos se ha descrito como una llanta de hierro en forma de “U” o semicircular, con su mango, para que el rescoldo no se extienda demasiado (Romanzado y Urraúl Bajo-N).

Para la chapa metálica en la que se prende la lumbre, que en muchos lugares no tiene nombre propio, se han recogido las siguientesFig. 297. Plataforma del fuego bajo. Carranza (B), 1999.denominaciones: solera (Artajona-N), su azpikoa (Zerain-G), suko metalia (Urepele-BN), tola (Donoztiri, Uharte-Hiri-BN; Sara-L), tola-azpikoa (Iholdi-BN), metalia (Garazi (Saint Michel)-BN), plakarra (Heleta-BN) y funda (Liginaga-Z). En Zerain (G) se ha recogido que esta chapa era de 64x52 cm, estaba limitada con un marco de hierro de unos 6 cm de alto, dividido en dos piezas para graduar la zona de fuego. En el fondo del fogón y apoyado en el muro había otra chapa metálica que se describe más adelante.

Plataforma del fuego bajo. Carranza (B), 1999. Fuente: Luis Manuel Peña, Grupos Etniker Euskalerria.

El espacio entre el suelo y la altura a la que se situaba el hogar se utilizaba en algunas localidades (Ribera Alta-A; Hondarribia-G) para guardar las zapatillas y poner a secar los calcetines y el calzado mojado. Era también un lugar apreciado por los gatos que buscaban el calorcillo (Hondarribia). En Sara (L) a este hueco existente debajo de la plancha de hierro se le llama metalazpi, tenía entrada por la parte anterior del resalto y servía de secadero de calzado. En Luzaide/Valcarlos (N) señalan que permitía colocar un tirador que servía para guardar calzado de abrigo, bayetas de limpieza y otros objetos de mucho uso. No era raro que el frente de esa caja fuera de cobre o latón, con lo que se convertía además en motivo ornamental, tiranta. En la zona rural de Deba-Mutriku (G), dentro de la campana de la chimenea solía haber travesaños de madera, su gañeko agak, de donde colgaba el calzado húmedo, a fin de secarse.

Para impedir que las brasas se desplazaran fuera de la plancha de hierro, alrededor del hogar había una protección en forma de “U”, por fuera una hilera de losas de piedra protegía la madera del riesgo del chisporroteo del fuego (Orozko-B). Alrededor del hogar se colocaban también baldosas blancas en un espacio que ocupaba cerca de un metro de anchura (Eugi-N). En otros casos era una plancha de hierro, su-burnia, la que protegía la madera del suelo de la cocina (Aintzioa y Orondritz, Goizueta-N).

A este esquema general de fuego bajo corresponden los datos registrados en las localidades encuestadas. Así se ha recogido en Abezia, Agurain, Añana, Apodaca, Berganzo, Bernedo, Moreda, Pipaón, Ribera Alta, Valdegovía (A); Abadiño, Amorebieta-Etxano, Andraka, Valle de Carranza, Ereño, Gorozika, Zeanuri (B); Beasain, Berastegi, Elgoibar, Elosua, Telleriarte, Zerain (G); Aoiz, Elorz, Izal, Izurdiaga, Mélida, Mezkiritz, Mirafuentes, Murchante, Obanos, Valle de Roncal, San Martín de Unx, Viana (N) y Baigorri (BN).

Chapa metálica sobre la que se enciende la lumbre. Arraioz (Baztan-N), 1999. Fuente: Marisa Picabea, Grupos Etniker Euskalerria.

Una particularidad de algunos fogones es que dispongan de txakurtegi o tizonera. Así en Aintzioa y Orondritz (N) en la pared sobre la que se apoya el fuego se construía un añadido hacia la calle de 1 m o más de profundidad y de unos 0,80 m de altura llamado txakurtegi. En esta cavidad se introducían los dos grandes maderos que limitaban el fuego y se llamaban baztarrekos. También era el lugar donde se refugiaban los perros en invierno, de ahí su nombre. En Aurizberri (N) también se ha constatado la utilización de tizones colocados en el txakurtegi, pero con la singularidad de que no se disponen a ambos lados del fogón. Su base, algo más alta que la plancha del fogón, permite que los extremos de los tizones, que avanzan sobre éste, queden al aire, facilitando su combustión.

En Aria (N) llaman xukunia (fogón) al lugar donde se hace el fuego. Tiene forma cuadrada y está colocado normalmente al nivel del piso de la cocina. Su base es una plancha de hierro horizontal y contigua al muro. En el muro que forma el fondo del hogar, a más de 10 cm de altura sobre el mismo, se abre un hueco llamado txakurtegi. Su entrada tiene forma de arco rebajado y mide unos 60 cm de ancho, 50 cm de alto y 100 cm de fondo. Su piso es de losas de gran tamaño y sus paredes y techo de ladrillo y argamasa de cal y arena. Su principal función es la de servir de depósito a los troncos o tizones cuyos extremos, rebasando la entrada, avanzan hacia el centro del hogar donde sirven de combustible.

En Romanzado y Urraúl Bajo (N) el tipo de fogón pegado a la pared, en la que se apoya la chimenea, cuenta con dos modalidades: una para colocar los troncos paralelos a la pared, en la que hay, para protegerla del fuego, una chapa de hierro que cuando es de fundición está decorada; otra con una cueva en el muro para poder quemar troncos más largos, con menos estorbo y molestias pues entran los extremos en la cueva, quedando perpendiculares a la pared. Como es más profunda que el grueso del muro, se acusa al exterior en la fachada lateral. Se llama tizonera. Para denominar a ésta en Urraúl Alto (N) se recogió la voz txakurtegi. En Urzainki (N) la base del hogar era una chapa y el fondo el sukapar y detrás de éste se guardaba la leña.

Trasfuego, su-gibeleko harria

Según recogió Barandiaran, antiguamente, en el respaldo del fuego, junto a la pared del fondo del hogar, solía haber una gran losa de piedra. Así lo constató en muchas cocinas de Baja Navarra, donde la losa iba además decorada con curiosas esculturas o bajorrelieves. También en Sara (L) antiguamente lo que estaba en el fondo del fogón y apoyado en el muro era una losa, como lo delata el propio nombre de la pieza su-gibeleko harri, que con el tiempo fue sustituida por una plancha de hierro. En esta localidad labortana en los años cuarenta eran raras ya esas piedras y las pocas que subsistían tenían una decoración muy simple. En Ataun (G), en otro tiempo, en el fondo del hogar había una piedra de alrededor de treinta centímetros de altura, que servía de apoyo a la paleta de talos, al asado y a la parrilla. En Améscoa (N) las informantes más ancianas conocieron hogares de piedra que consistían en una piedra labrada en el suelo y otra embutida en la pared de la cocina y un poco saliente. En Ezkurra (N) se recogió que detrás del fogón había una losa de piedra en unas casas y ladrillos en otras; la losa de piedra también se conoció en Ezkio-Itsaso (G). En Markinez y en Apellániz (A) a esta piedra que iba colocada en la pared se le llama paleteja.

Su-txapa, trasfuego. Elosua (G), 1985. Fuente: Mirentxu Goñi, Grupos Etniker Euskalerria.

En Itziar (G) la piedra que estaba detrás del fogón, limitándolo, se llamaba gaatarrixa, era de arenisca y servía de apoyo a la pala de hacer talos y otros comestibles. En Ataun, Andoain (G) y la zona rural de Deba-Mutriku (G), antaño, solía haber una piedra arenisca llamada su-atzeko arria, piedra de detrás del fuego. Luego, en su lugar, se puso una chapa de hierro, su-atzeko burnia, arrimada a la pared, con un reborde saliente, donde se apoyaba la pala de hierro cuando se cocían talos. En el Valle de Carranza (B) también se ha constatado la existencia de una piedra de arenisca labrada. En Gautegiz-Arteaga (B) algunas casas tenían como trasfuego la piedra de arenisca, ari-arrijje, que no se calcifica, ez da karetuten. En Andoain (G) señalan que la chapa era preferida a la piedra. En Oiartzun (G) limitando el fuego, junto a los morillos, por el frente había otro hierro, lalamantenua, que servía para sostener los talos después de hechos.

Suteko txapea. Ajuria (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

Más tarde se impuso la chapa de hierro que, según el dato recogido en Beasain (G) solía tener unos 60 cm de alto por 45 cm de ancho. Con frecuencia esta chapa iba decorada con adornos y figuras, y su finalidad era evitar el fuego a la pared, “para que no se saltaran las piedras” (Sangüesa-N) y que refractara el calor. Algunas, en el centro a media altura, suelen tener una pequeña chapa horizontal que sirve para apoyar la pala de hacer talos (Beasain-G) o los troncos (Hondarribia-G).

Para esta chapa zaguera se han recogido las denominaciones de trasfuego (Abezia, Apodaca, Aprikano (Kuartango), Valle de Zuia-A), guardafuegos (Moreda-A) y chapa (Artajona-N). En Sangüesa (N) los documentos antiguos la llaman “trasfuego de chapas enclabadas” y “trashogar”. En euskera se han consignado los nombres de txapea (Berastegi-G), su-txapa (Zerain-G), su-txapea (Telleriarte-G), suteko txapie (Gautegiz-Arteaga-B), su-atzeko (Oñati-G), su-atzeko txapea (Beasain-G), debeltxie (Bermeo-B), su-burdinie (Abadiño-B), parrilla (Gorozika-B), sukileko o su-gibeleko (el leño del fondo en Luzaide/Valcarlos-N), su-gibeleko harri (Sara-L), su-gibeleko metalia (Urepele-BN), su-gibeleko tola o la tôle en francés (Donoztiri-BN), tola (Iholdi-BN), su-aitziniko plakarra, plancha del fondo del hogar (Heleta-BN) y murreta (Liginaga-Z).

La utilización de esta plancha se ha consignado en numerosas localidades encuestadas (Pipaón, Valdegovía-A, Trapagaran-B; Elgoibar, Elosua, Oñati, Orexa-G; Elorz, Eugi, Mélida, Monreal, Luzaide/Valcarlos y Viana-N). En Zerain (G) señalan que la placa era de hierro fundido de unos 10 mm de espesor. Podía ser lisa pero ordinariamente estaba decorada con motivos religiosos o vegetales.

Decoración del trasfuego. Mélida (N), 1997. Fuente: M.ª Luisa García, Grupos Etniker Euskalerria.

Motivos decorativos

En varias localidades se ha indicado que los motivos reproducidos solían ser la figura de un santo o motivos religiosos: la figura de san Miguel (Moreda-A, Amorebieta-Etxano, Zeanuri-B, Telleriarte-G, Améscoa, Izurdiaga-N), de ahí que en Moreda se diga que junto a la pared, protegiéndola, se encuentra “El Santo”; la figura de san Martín dando su media capa al pobre (Zerain-G, San Martín de Unx-N); Santiago (Zeanuri-B); motivos religiosos (Andraka-B, Berganzo-A); escenas bíblicas y leyendas (Mirafuentes-N) y el Ángel de la Guarda con un niño y la figura del diablo en actitud pensativa (Bera-N)[1].

También ha sido muy común la representación de motivos profanos como el Gernikako Arbola o Árbol de Gernika (Amorebieta-Etxano, Gautegiz-Arteaga, Zeanuri-B; Beasain, Garagartza, Telleriarte, Zerain-G); el dios Mercurio o un herrero golpeando en el yunque (Zeanuri-B; Elorz-N); caballos (Andraka-B, Berganzo-A); un hombre a caballo, un árbol (Obanos-N); en los caseríos pudientes el relieve de un caballero oriental a caballo (Berastegi-G); una figura de moro ecuestre en el centro, siempre la misma, a veces con la inscripción “Abd-el kader”[2] </sup>(Beasain-G; Apellániz-A), dibujos grabados de cabras y cabritos o lobos (Izurdiaga-N); el zagal con los lobos (San Martín de Unx-N); un pastorcillo tocando la flauta (Moreda-A); el escudo, el nombre del caserío, el de su propietario o el de la familia (Beasain, Zerain-G); el escudo de la localidad (Garagartza-G); escudos en muchas ocasiones (Bera-N). Señalan los informantes de algunas localidades que los motivos representados eran muy comunes porque se trataba de chapas compradas en las ferreterías que se servían de fundiciones en serie hasta principios del siglo XX (Beasain-G; Lezaun-N).

En el Valle de Zuia (A) se ha consignado que algunas planchas trasfuego eran lisas, otras llevaban unas estrechas láminas sujetas a la plancha principal con gruesos remaches para darle mayor solidez. Generalmente tenían diversos adornos y figuras en relieve.

En Améscoa (N) había dos tipos de chapas de apoyar en la pared. La más corriente era alargada, rematada en arco, tipo estándar de fundición, con dibujos en relieve siendo el más corriente una figura de san Miguel y un racimo de uvas u otros motivos animales o vegetales. Pero las había, y aún se conservan muchas, más interesantes, manufacturadas. Varias chapas de hierro unidas por el canto, con una superficie plana, fuertemente clavadas en barrotes atravesados en la cara opuesta. En su parte superior terminan en una cruz o una flor de lis u otro adorno y los barrotes en anillas de hierro. Una chapa de éstas mide 0,65 m de largo por 0,60 m de altura.

Similares datos a los de Améscoa se han recogido en las encuestas de Artajona y Allo (N). En esta última localidad precisan que alguna chapa incluso llevaba grabada en relieve el nombre del fundidor y el año en que fue fundida la chapa; señalan también que en las casas más pobres no había chapa del fondo. En Sangüesa (N) dicen que las más antiguas estaban formadas por chapas horizontales algo separadas, más una vertical a cada lado, provistas de dos grandes anillas con labores cinceladas. Más modernas son las de hierro colado con figuras que servían de adorno.

En Garazi (Saint Michel) (BN) la plancha de hierro forjado era de unos 150x100 cm. Algunas solían ser antiguas (siglo XVIII) y podían llevar grabado el nombre y apellido del etxeko jaun o dueño de la casa.


 
  1. A este propósito, recuerda Caro Baroja que en ningún sitio mejor que en el hogar podía ponerse la representación del alma humana custodiada por el ángel y victoriosa del mal, ya que él es también custodio y testigo de las buenas y malas acciones, según el pensamiento popular, expresado en refranes como el siguiente: Ezta itxi orretarako laratzakin ateko (No sacará los llares fuera de casa), dando a entender que nadie sacará al público sus actos privados, si sospecha que son condenables. Julio CARO BAROJA. De la vida rural vasca (Vera de Bidasoa). San Sebastián: 1974, pp. 164-165.
  2. Famoso emir de Argelia que vivió entre 1808 y 1883, y luchó contra la invasión de su país por los franceses.