La relación de la casa con el suelo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Influencia del sustrato

La naturaleza del suelo o lo que es lo mismo, la presencia o no de sustrato rocoso y el tipo de roca que lo compone, determina la estructura de los cimientos y en ocasiones de las propias paredes. Esto es así debido a que los edificios se han levantado tradicionalmente con los materiales disponibles en el entorno. Eso ha condicionado no sólo las paredes sino también otros componentes de la construcción como las tejas, los ladrillos o el adobe, en este caso en las zonas donde se ha utilizado. Además ha ejercido su influencia la orografía o la presencia de agua en el subsuelo. Debe tenerse en cuenta igualmente la costumbre generalizada de edificar en las zonas de ribera y a menudo en el margen de los ríos de tal modo que una de las paredes arranque del mismo lecho.

Caserío asentado en ladera rocosa. Gautegiz-Arteaga (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Abezia (A) aseguran que el primer factor a tener en cuenta a la hora de construir una casa era determinar el tipo de suelo sobre el que se iba a asentar. En esta población no se planteaban excesivos problemas para preparar los cimientos dado que se trataba de un suelo pedregoso. En otras zonas, sin embargo, tenían que excavar hasta encontrar un sustrato arcilloso.

En Apodaca (A) las casas también descansan sobre roca, pared, loma o peña. En Pipaón (A) el suelo es rocoso y arcilloso por lo que ninguna casa, ni siquiera la iglesia, tiene cimientos. En Zerain (G) la cimentación no plantea problemas toda vez que la roca aflora inmediatamente. En San Martín de Unx (N) los suelos son por lo general duros y la roca también aflora fácilmente.

En Portugalete (B) en la mayoría de los casos se ha buscado la roca para cimentar los edificios, tanto para los muros de carga como para los pilares aislados, ya que se halla prácticamente a flor de tierra en la mayor parte de la superficie de la villa. En la zona baja los edificios están cimentados sobre terrenos de relleno.

En Beasain (G) tanto los caseríos como las casas de viviendas de la zona urbana están en sintonía con la naturaleza del suelo. La cimentación no es generalmente muy profunda ya que donde no se encuentra rápidamente la roca, el suelo es generalmente de arcilla bien compacta y suficientemente resistente.

En Oñati (G) la cimentación de los caseríos es escasa, en algunos casos encima de la arcilla y a lo sumo profundizando un poco donde se encuentra pizarra.

El poblamiento antiguo de Artajona (N) se levantó en la cumbre del cerro amurallado y en su falda meridional, al abrigo del frío viento norte, que es el predominante. En el siglo XVI se inició la expansión por el llano. Modernamente se tiende a construir preferentemente en el mismo, en torno a las carreteras. El cerro está formado por roca arenisca y margas arcillosas, más o menos cubiertas de tierra. La sedimentación es más alta a medida que se desciende hacia el llano meridional. Algunas casas se construyeron directamente sobre la roca.

En Lezaun (N) la roca está muy somera y aparece al excavar a tan sólo unos 20 ó 30 cm. Las casas construidas durante el siglo XX se hicieron en terreno público bastante abrupto y sus moradores tuvieron que acondicionar el solar con barrenos y dinamita.

En Obanos (N) se oye decir que el suelo “es más duro que la argamasa” y está bien drenado ya que el sustrato es una transición entre terraza y glacis; por tanto es muy sano, como el de la mayoría de los pueblos en el entorno de Valdizarbe. No hace falta excavar mucho para encontrar buena cimentación que se mantiene sin revoco en las paredes de las bodegas de las casas.

En Sangüesa (N) las viviendas están construidas sobre la primera terraza aluvial del río Aragón, a una altura entre cuatro y ocho metros sobre el nivel del río. Este suelo está formado por gravas y arenas, por lo que al hacer los cimientos de las construcciones pronto se encuentran abundantes capas de cascajos bastante gruesos y de arenas, lo que permite levantar varias plantas de altura, generalmente tres en las de más categoría, y normalmente dos.

En Añana (A) las casas están adosadas, pegadas unas a otras formando manzanas o calles de distintas formas y dimensiones. La razón de esta disposición es la mala calidad del suelo, que es de yeso, y la excesiva pendiente, que no permiten hacer buenos cimientos. De ahí que los tabiques sean gruesos y las paredes aparezcan adosadas, de esta forma se contrarresta el peso sujetándose unas con otras.

Un caso particular lo representan las cuevas y no sólo por el hecho de estar excavadas en el suelo sino porque para ello se necesita un sustrato consistente pero a la vez no tan duro que fuese imposible de horadar por métodos manuales, que fueron los utilizados cuando se abrieron en poblaciones del sur de Navarra, como Valtierra. En esta población juzgan que las cuevas estaban más en consonancia con la naturaleza del suelo, del clima y del entorno que las mismas casas, puesto que formaban parte de ellos. Mantienen además una temperatura más homogénea que las casas, caliente en invierno y fresca en verano.

Antiguo pozo de una casa de Mélida (N), 1997. Fuente: M.ª Luisa García, Grupos Etniker Euskalerria.

En las edificaciones actuales, sobre todo de pisos, se excava profundizando lo suficiente como para construir una o varias plantas bajo la superficie del suelo. Es una tendencia generalizada.

En Hondarribia (G) mientras que la profundidad que alcanzaban los cimientos de los caseríos era escasa, en las casas modernas, al contar con maquinaria, se puede profundizar para construir en el edificio un sótano e incluso un garaje. En los más recientes se logra así una planta e incluso dos bajo el nivel del suelo para ser usadas como garajes.

En Beasain (G) en los bloques de viviendas de más reciente construcción es donde más se ha profundizado y más robustas se han hecho las cimentaciones, ya que se les ha dotado de una o dos plantas de sótano para proveer de plazas de garaje para los coches a los compradores de las viviendas.

Presencia de agua en el subsuelo

Un elemento importante a tener en cuenta a la hora de realizar la cimentación de una casa es la presencia de agua en el subsuelo. Asimismo ha sido tradicional aprovechar las riberas de los ríos para levantar edificios por lo que están expuestos a avenidas e inundaciones. En tiempos pasados, cuando no se disponía de agua corriente, esta ubicación suponía una ventaja a la hora de abastecer de la misma a la casa y al ganado.

En Allo (N) las casas se asientan sobre suelos más o menos homogéneos, integrados por materiales de areniscas y margas arcillosas, nunca sobre roca. De ellos aflora con bastante facilidad el agua pues tan sólo hay que profundizar unos metros y ya aparecen manantiales. Esto permite que muchas casas tengan o tuvieran en su día un pozo para el suministro doméstico de agua. Pero como contrapartida se filtraba a veces a las bodegas, construidas subterráneamente, hasta llegar a inundarlas, siendo preciso en estos casos achicarla con motobombas. Además la humedad se extendía a los pisos superiores. Para cortar este mal de raíz, en los últimos años muchas bodegas han sido rellenadas con escombro, por carecer ya de utilidad; aunque algunos caprichosos hayan preferido conservarlas tras someterlas a algún tipo de saneamiento.

Grietas debidas al subsuelo con vías de agua. Valtierra (N), 2001. Fuente: Daniel Miranda, Grupos Etniker Euskalerria.

En Aoiz (N) existen aguas freáticas a causa de un río que corre por debajo del núcleo urbano y de varios manantiales subterráneos. Esto provoca grandes problemas en el momento de la construcción de una casa. Antiguamente debieron tener las mismas dificultades ya que al excavar en antiguos solares se puede apreciar que aunque las paredes fuesen en parte de adobe, los cimientos eran de sillares de piedra consistentes, posiblemente para evitar que resultasen erosionados o desplazados por el agua. En todas las casas había un pozo en la parte baja, en la bajera o cuadra, abierto en el propio suelo.

En Artajona (N) en época de lluvias también surgen manantiales y se producen filtraciones de agua en las bajeras de ciertas casas de la parte media y baja. En esta población las corrientes subterráneas de agua que aparecen en algunas bodegas, construidas en contraterreno, han obligado a abrir pequeños túneles para desagüe, que a veces son bastante largos pasando incluso por debajo de otras casas.

En la zona baja de Astigarraga (G) se encuentra la vega del Urumea, un terreno llano y muy fértil de bastante profundidad que se extiende hasta el centro de la población. Esta naturaleza del suelo, llano y extenso, ha posibilitado que las casas puedan levantarse agrupadas y alineadas unas junto a otras y con profundas cimentaciones en un terreno aluvial formado por sedimentos del río. El hecho de que las casas de esta zona estén situadas en la ribera les hace ser un lugar de frecuentes inundaciones, contra las que las mismas no muestran en su construcción defensa alguna, de hecho, algunas están a un nivel más bajo que el suelo de la calle. Las casas localizadas en altura están asentadas en las faldas del monte, son más bajas y anchas que las de la zona baja y aparecen más dispersas que ellas pues la desigual orografía de la montaña condiciona su ubicación.

Molino junto al río Arratia. Zeanuri (B), 1980. Fuente: Ander Manterola, Grupos Etniker Euskalerria.

Aprovechamiento de los materiales del suelo

Los materiales que componen el suelo son los tradicionalmente utilizados en la construcción de los edificios.

En Aria (N) el suelo es de piedra caliza, beratxa o negro sencillo, y éste es el tipo de material que se empleó en la edificación de las casas. Para el ayuntamiento y los petriles del camino se empleó la piedra arenisca traída de Garralda.

En Viana (N) las medidas del Fuero condicionaron la forma característica de las casas, estrechas de fachada y de mucha profundidad y poca luz. Como el cerro en el que se asienta la población dispone de canteras de piedra, aprovecharon este material para construir tanto la bodega como la primera planta. Y al ser el terreno abundante en arcilla los restantes edificios los levantaron con ladrillo; asimismo utilizaron el adobe para hacer los tabiques interiores.

En Aoiz (N) la cercanía de piedra en la zona y las terrazas del río Irati permitieron que las casas antiguas se construyesen con sillares y cantos de río muy grandes, denominados angorri, que luego se revocaban y pintaban de blanco. La tendencia actual es a eliminar ese revoque.

En Sangüesa (N) las casas se construyeron sobre una terraza aluvial, hallándose capas de cascajos bastante gruesos y de arenas, lo que permitió levantarlas con bastante altura. Otros materiales que condicionaron la estructura de la casa fueron las abundantes piedras areniscas, grises y rojizas, diseminadas por todo el término municipal, algunas piedras calizas y las redondeadas del río, los ruejos. Las tierras arcillosas siempre posibilitaron la fabricación de tejas, ladrillos y adobes.

En San Martín de Unx (N) la piedra también abunda en el término por lo que no ha habido problema para su uso en la construcción.

En Ataun (G) las casas están levantadas generalmente con piedras de la misma localidad, predominantemente arenisca que procede de los estratos de este género que alternan con calizas, cayuelas y margas. Barandiaran constató a mediados de la segunda década del siglo XX que en las construcciones recientes cuando aquello, las paredes de las casas se hacían de piedra arenisca que existía en numerosos estratos del subsuelo. En el barrio de Aia, en cambio, situado en la falda de la sierra calcárea, prolongación de la de Olatzaitz, había muchas casas cuyas paredes eran de piedra caliza[1].

En Beasain (G) el material utilizado para la construccción de los caseríos, tanto de los cimientos como de las paredes maestras de la fachada e interiores, ha sido el que se encuentra más cercano en el monte. En la mayoría de los casos se ha utilizado piedra arenisca y cantos rodados, y en ocasiones pizarra dura, arbela, e incluso las tres entremezcladas.

Influencia de la orografía

La orografía del suelo condiciona la disposición de las casas, sobre todo cuando se construyen en laderas. Se aprovecha entonces la pendiente y es habitual que la planta baja y la primera tengan entradas a distintos niveles.

En Bernedo (A) hay casas que por la inclinación del suelo en el que están construidas tienen acceso directo a la planta baja y al primer piso sin necesidad de escaleras, y algunas incluso al desván. Pero la mayor parte de las mismas están en terreno más llano y su entrada se realiza únicamente por una puerta que se abre en la planta baja de la fachada. En las que por la inclinación del suelo están construidas contra terrazo, la planta baja o cuadra está en la parte opuesta a la entrada, debajo del suelo. Esta situación como se ha dicho antes, permite que el acceso al primer piso se haga por la parte trasera sin escaleras.

En Donoztiri (BN) la estructura de la casa obedece, al menos en algunos de sus detalles importantes, a su situación. Así, muchas que están construidas en cuesta cuentan además de con una puerta de entrada a la planta baja, con otra al piso principal, lo que hace que éste tenga una importancia y un destino generalmente diferentes a los que suele tener cuando no hay más entrada que la de la planta baja.

En Zerain (G) el caserío se adapta a la pendiente natural para conseguir la entrada a dos alturas, planta baja y camarote. En Oñati (G) las casas edificadas en laderas tienen el acceso al camarote de manera adecuada.

Caserío en ladera. Elosua (G), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Artajona (N) el desnivel del terreno determina en gran parte la disposición de las dependencias bajeras. Normalmente se aprovecha la zona más baja para construir la bodega con menor esfuerzo de desmonte. A veces el desnivel es tan pronunciado que permite tener la puerta principal en una calle y entrar al primer piso por otra situada en distinta calle. En algunos casos se ha habilitado en la planta baja una cuadra-gallinero.

En San Martín de Unx (N) la Casa Reta está construida contraterreno y aprovecha esta aparente desventaja para sacarle el máximo partido. Se trata de un caso bastante corriente en el pueblo. Se sirve del desnivel para adaptar a él su fachada trasera, de modo que el acceso al granero no es por la planta primera, destinada a habitación humana y protegida así de los rigores del cierzo, sino por la segunda, al mismísimo nivel del suelo. A este lado de la fachada sólo hay tres vanos: dos inferiores que iluminan habitaciones de la planta baja, y uno más, encima, que es la puerta de entrada al granero. Ahora bien, esta entrada no es directa sino que, precisamente por el desnivel del suelo y por el curso de las aguas que discurren por él, procedentes de los aleros del tejado, debe hacerse a través de un puente de piedra, similar en su disposición al de los hórreos. Puede concluirse pues que esta casa se adapta perfectamente en su estructura a las condiciones del terreno, enrasándolo y aprovechándolo para sus fines agrícolas al tiempo que, de esta forma, protege sus muros del viento norte y facilita que bajo ella se aproveche una planta más como sótano.

En Allo (N) aunque el suelo es llano, el desnivel que acusan entre sí algunas calles como la Mayor con la de Sancho el Fuerte, fue aprovechado por los vecinos, que al construir sus casas supieron sacar buen partido a esta circunstancia. Así, las que tienen salida a ambas calles utilizaron la parte más baja (la que da a Sancho el Fuerte) para construir los corrales, bodegas, descubiertos e incluso el trujal. De esta manera la puerta principal con entrada a la vivienda se abre en la fachada de la Calle Mayor y en la planta baja se encuentran los lagos, zaguán, despensa, comedores, cocinas, etc. El acceso de una planta a la otra más inferior se suele hacer mediante escaleras construidas en el patio interior.

Uztarroz (N) desde sus eras. 2004. Fuente: Pablo Orduna, Grupos Etniker Euskalerria.

En Aoiz (N) la ubicación del núcleo urbano sobre un cerro hace que las casas situadas en la parte donde el cortado sobre el río tiene mayor desnivel hayan debido adaptarse al terreno: en unos casos lo han conseguido construyendo la fachada sur, que es la de la pendiente, con mayor altura que la norte, por consiguiente alguna planta tiene menos habitaciones. En otros casos se trata de ir adaptando la construcción al desnivel, de tal modo que una misma casa tiene fachadas a distintos niveles, unos más salientes que otros. Otro caso es el de una casa que ha salvado el desnivel construyendo una planta baja y sobre ella otra más extensa que es un saledizo sobre la primera y que se sostiene mediante vigas de cemento inclinadas de afuera hacia adentro, estando éstas apoyadas en la primera planta. En otros casos, la vertiente se va salvando por medio de jardines situados en distintos niveles, a modo de terrazas, y en la parte alta y llana se sitúa la casa; o también con muros de contención que limitan el terreno del edificio y van soportando la caída de tierras de la pendiente sobre la que se construye. Existen casos, cerca de este desnivel, en los que la roca aflora en superficie y la fachada de las casas antiguas se apoya en ella sin que se observe la presencia de cimientos.

En Moreda (A) la mayor parte de las casas se erige sobre la colina que configura la villa; por lo tanto, al estar construidas sobre una suave pendiente algunas poseen fachadas desiguales siendo mayores las que miran al mediodía. Estas viviendas han sido levantadas además sobre cantera.

Villa de Moreda de Álava. 1999. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

El relieve del municipio de Ribera Alta (A) es totalmente irregular y los pueblos se sitúan en las laderas de los montes o en la parte baja de los mismos. Los ubicados en las laderas presentan grandes cuestas y las casas que los forman están a diferentes alturas. Las de los agricultores tienen tres plantas, en la baja se sitúan las cuadras, horno y trojes. La cocina y las habitaciones se hallan en la primera, y en el camarote o sobrao el granero. Esta distribución es diferente en las casas situadas en la parte del pueblo que tiene mayor pendiente; allí, el desnivel del terreno lo salvan las cuadras que quedan bajo tierra en uno de sus lados. La cocina también se sitúa en la planta baja, a la misma altura que los trojes y el horno; en la planta superior las habitaciones y los camarotes, igualmente a la misma altura.

En Andraka (B) la casa se adapta a las exigencias del suelo. Es común que se haya tenido que desmontar el terreno donde se levanta, ya que abundan las pendientes, quedando la fachada próxima al corte efectuado. Los constructores, al hacer las cimentaciones, se encontraban a menudo con roca por lo cual se suelen observar dos alturas: una sobre la roca, más elevada, y la otra más baja sobre la tierra.

Puerto de Elantxobe (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta (Begoña Esponera), Grupos Etniker Euskalerria.

A pesar de las ventajas antes descritas, las construcciones en ladera también presentan inconvenientes, siendo el más importante el de las humedades.

En Luzaide/Valcarlos (N) al ser el terreno muy inclinado, la mayoría de las casas se levanta a contraterreno. En el pasado se apoyaban simplemente en el desmonte y esto ocasionaba que toda la parte posterior de la planta baja y muchas veces el primer piso, fueran muy húmedos e incluso dejaran pasar el agua. Actualmente se tiende a aislar la casa con una zanja abierta por medio de una defensa de piedra.

Otra de las consecuencias de realizar construcciones en zonas inclinadas ha sido que en muchos caseríos el suelo de la cuadra no fuese plano sino que siguiese la pendiente del terreno.

Un aspecto más que puede determinar la orografía es la orientación de la casa, aunque se procure que ésta sea ordinariamente entre el este y el sur. Pero a veces esto ha venido condicionado por la configuración de la ladera del monte en que está enclavado el caserío, si bien suele tener un carácter excepcional.

En Luzaide/Valcarlos (N) las casas antiguas están orientadas hacia el este. Entre las modernas no se tiene en cuenta este dato tan interesante por tratarse de una región sombría y húmeda. El poblado se asienta en la ladera occidental del barranco, lo que hace que sus casas sean soleadas. En cambio las casas de Arnegi-Ondarrolla (BN), situadas sobre la ladera opuesta, resultan mucho menos sombrías. Son también más modernas que el primitivo Luzaide (N).

En Kortezubi (B) en la segunda década del siglo XX no había casas en las vertientes septentrionales de las montañas salvo rara excepción y cuando el monte era poco elevado. Así, las casas tendían a ocupar sitios muy soleados y las piezas habitadas por las personas ocupaban también los lados más soleados de la casa[2].

En Ataun (G) las casas que se hallan en las vertientes de montañas que dan al oeste, tienen sus piezas de habitación, salvo raras excepciones, por el lado del mediodía o poniente; aquellas que ocupan las vertientes orientales, las tienen mirando al sur, al oriente o a ambos lados a la vez; y las situadas en la vega o en medio de una planicie, las tienen indistintamente distribuidas en los lados este, oeste o sur. No hay casas en vertientes septientrionales[3].

En Andraka (B) dada la orografía del lugar, es corriente que la fachada de la casa se encuentre próxima a declives que han sido desmontados y contenidos con muros secos de mampostería.

A diferencia de todo lo dicho hasta aquí en las áreas del territorio donde el terreno es llano o no surgen los condicionantes descritos antes, no es necesario tener en cuenta en la misma medida la naturaleza del suelo a la hora de levantar la casa.


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. "Contribución al estudio de la casa rural y de los establecimientos humanos. Pueblo de Ataun” in AEF, V (1925) p. 6.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. "Contribución al estudio de la casa rural y de los establecimientos humanos. Pueblo de Kortezubi” in AEF, V (1925) p. 45.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. "Contribución al estudio de la casa rural y de los establecimientos humanos. Pueblo de Ataun” in AEF, V (1925) p. 7.