La colada, bogadea egin, lixiba jo

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Esta operación servía principalmente para blanquear la ropa, sobre todo la ropa blanca. Se consignan aquí distintos métodos que esencialmente consisten en hacer pasar abundante agua caliente por una capa de ceniza y a través de la ropa hasta que quede resplandeciente.

En Améscoa (N) se ha registrado la siguiente descripción de esta labor: el colador ocupaba un ángulo de la cocina, el opuesto al rincón. Se trataba de una piedra gruesa y redonda, bien labrada y con un reborde en relieve por todo el orillo (cincunferencia) para recoger el agua de la colada que por un cuello estrecho bajaba, en chorrillo, a una pila también de piedra, hundida en el suelo, que en Allo (N) dicen que cuando estaba en desuso se cubría con una tapa de madera para evitar tropezones. En algunos lugares de Romanzado y Urraúl Bajo (N) al borde saliente, acanalado, para desagüe le denominan churrusta. Sobre el colador se colocaba un cesto de mimbre que se llenaba de ropa sucia y sobre ella se tendía un paño de lino en el que se volcaba una cantidad de ceniza cernida, porgada dicen en Sangüesa (N), proporcionada a la ropa a colar; en Oñati, Zerain (G) y Bera (N) a la ceniza vegetal agregaban un poco de laurel y en Elosua (G) laurel bendecido, erramu ostro bedeinkatua. Se iba vertiendo agua caliente sobre la ceniza para que fuera filtrándose a través de toda la ropa sucia hasta caer en la pila. De ésta de nuevo se trasvasaba a la caldera, de la caldera al cesto de mimbre y por el colador a la pila hasta que el cesto de mimbre se pusiera bien caliente, señal de que la ropa estaba colada. Una informante de Zerain (G) precisa que primero se vertían tres calderos de agua templada, luego cinco de agua caliente y a continuación quince de agua hirviendo. En varias localidades señalan que el cesto de mimbre posteriormente fue sustituido por un recipiente de zinc.

En Abezia, Agurain, Añana, Apodaca, Berganzo, Bernedo, Moreda, Murgia, Ribera Alta, Valle de Zuia (A); Arrasate, Ataun, Beasain, Berastegi, Elgoibar, Elosua, Ezkio-Itsaso, Hondarribia, Zerain (G); Aintzioa y Orondritz, Allo, Aoiz, Bera, Eugi, Goizueta, Izal, Lezaun, Mirafuentes, Murchante, Obanos, Romanzado y Urraúl Bajo (N), San Martín de Unx, Sangüesa, Viana (N) y Liginaga (Z) el procedimiento utilizado era similar. En Arruazu (N) al hacer la colada se decía que las sábanas debían ponerse debajo “larriak azpian[1].

Recipiente tradicional de madera para hacer la colada, lixiba. Beasain (G). Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.

En Liginaga (Z) recogió Barandiarán en los años cuarenta la siguiente descripción de la colada, buketa, de la ropa blanca: se hacía en una cuba llamada buxa que tiene en el fondo, a un costado, un orificio de desagüe. Se coloca sobre una banqueta y se introducen en el fondo las sábanas y sobre éstas la restante ropa blanca. Encima se coloca un paño burdo, hautsahokua, sobre el que se extiende una espesa capa de ceniza del hogar. Se echa sobre la ceniza agua caliente, la cual, filtrándose a través de aquélla y de la ropa, sale del orificio del fondo y es recogida en una caldera. Se vuelve a calentar esta agua en el fuego del hogar y se vuelve a echar en la cuba de la colada. Se va repitiendo la operación hasta que se vea que el agua sale caliente de la cuba. Esta agua recibe el nombre de ehia, y después de la colada de la ropa blanca, se utiliza para empapar las prendas de color que luego se lavan.

En Ezkurra (N), según se recogió en los años treinta, se envolvía la ropa en una sábana y se colocaba en el fondo de un pozo de agua a fin de que se ablandara, beran, durante tres o cuatro horas. Después se enjabonaban las prendas y se llevaban a casa donde se colocaban en una tinaja, kuela, cerrada por debajo y abierta por arriba, que antiguamente era de madera y luego pasó a ser de zinc. Encima se le colocaba un lienzo burdo, astontzia, extendido, sobre el que se depositaba la ceniza. El procedimiento empleado con el agua caliente era el descrito. El agua que salía por el grifo que la tinaja tenía en el fondo se llama lixiondoa. Se volvía a calentar y se repetía la operación llamada egosi, cocer, media docena de veces. Al día siguiente se sacaba la ropa, se llevaba a la fuente donde se golpeaba contra una piedra plana inclinada y se enjabonaba. Las prendas mejores se metían en un baño con lejía. La operación se efectuaba una vez al mes.

En Donoztiri (BN) el procedimiento utilizado era similar. Se recogió que el lavado de la ropa se hacía una media docena de veces al año. La colada, boketa, se hacía en un barril, kuba, y el paño con el que cubrían las prendas era blanco, oyal, sobre el que se depositaba la ceniza. Una vez cocida la colada, sacaban la ropa y la llevaban al río para lavarla con agua y jabón.

En Uharte-Hiri (BN) el tonel donde se limpiaba la ropa estaba abierto por un lado denominado xurria. Se colocaba sobre un trípode de madera llamado xibalita. Debajo se ponía una caldera, berza, donde vertía el agua procedente del orificio que había en la base de la xurria, después de que hubiera pasado por la ropa. La operación de la colada se denomina boketa y el procedimiento era similar al descrito para Liginaga (Z). En Irisarri (BN) la colada se dice buketa y la piedra para depositar la ceniza que existe en todas las casas bajo la ventana de la cocina se denomina hausteia.

En Zerain (G) se ha registrado el dato de que el agua que se había usado para lavar la ropa blanca se guardaba en el recipiente de piedra empotrado en el suelo, erraskea, para reutilizarla al día siguiente en el lavado de ropa de color. En una jornada se cocía la ropa en casa y al día siguiente se iba al río a golpearla, frotarla y aclararla. El hombre de la casa era quien ordinariamente llevaba al hombro el cesto de la ropa, oial-saskie, hasta el río. Era un trabajo que ocupaba toda la mañana, se tendía la ropa allí mismo y al anochecer, recogida la ropa, se volvía a casa. Algunas casas de la localidad contaban con pozos de agua y no tenían necesidad de ir al río.

En Abezia (A) describen así la colada: se colocaba una cuba o un cesto hecho de varas de avellano sobre una piedra de forma circular u ovalada que en uno de los lados terminaba en una boquera para la salida del agua. Se ponía la ropa en una cuba artesanal que disponía de un orificio en la parte inferior y se cubría con un trapo de lino que actuaba de colador. Encima se echaba ceniza tamizada antes por un cedazo, guerbillo en Lezaun (N), y sobre ella se iba derramando poco a poco agua cada vez más caliente. Una vez llena la cuba, se abría el tapón que permitía que el agua saliera por el surco de la piedra pujadera. El agua se recogía en un balde para volver a echar de nuevo en la cuba hasta que lograba blanquear la ropa. Ésta se dejaba un tiempo en reposo antes de aclararla y ponerla a secar. En Apodaca (A) se ha recogido que en algunos lugares la piedra tamiz o piedra grande de arenisca de unos 50 cm de diámetro estaba situada fuera de la casa a una altura de medio metro. En Lezaun (N) dicen que después de introducida la lejía industrial, el método tradicional aquí descrito siguió utilizándose para desinfectar y blanquear la lana de los colchones donde había fallecido alguien.

En Valdegovía (A) se ha recogido que el lavado de ropa por este procedimiento de hacer pasar agua caliente por la ceniza se hacía a la orilla del río. Se encendía un fuego con abrojos y se calentaba el agua en unas calderas grandes. Por ello se procuraba hacer la colada cuando se tuviera una cierta seguridad de buen tiempo. Después se dejaba reposar hasta el día siguiente en el que se frotaba, golpeaba y aclaraba la ropa.

Recipiente de barro para la colada. Pipaón (A). Fuente: Pilar Alonso, Grupos Etniker Euskalerria.

En Abadiño (B), en tiempos pasados, se hacían dos tipos de lavados de ropa: uno semanal llamado jabonadura, para la ropa de color y otro cada tres semanas aproximadamente denominado lesiba para la ropa blanca. Ésta se ponía a remojo de víspera en una pequeña tina, tiñakoa, y al día siguiente se enjabonaba y se dejaba así durante un día. Luego lavaban y con la última jabonadura colocaban la ropa en una tina más grande, lesiba-ontzia, que disponía de un orificio en la parte de abajo. En el fondo se ponían ramas de laurel para que perfumara la ropa al pasar el agua. Se ponían las sábanas y sobre ellas para que hiciera de filtro una gran sábana vieja. Encima se echaba ceniza de leña y unas hojas de laurel, ereinotz-orriak, para perfumar y se agregaban unos cuarenta litros de agua hirviendo. Cuando el agua caía del barreño superior al inferior se calentaba de nuevo el agua y se volvía a derramar sobre la ropa, así unas tres veces. Generalmente era un trabajo que se hacía al anochecer. Se dejaba así esa noche y la ropa se sacaba a la cesta de la colada, lesibaotzarea, y se llevaba sobre la cabeza al lavadero, uraska, donde se aclaraba. Si el lavadero estaba lejos de casa, la cesta se transportaba en burro. A una persona le ocupaba el día entero realizar esta tarea y para escurrir necesitaba la ayuda de la persona que iba a llevarle la comida. El agua sobrante del lavado de la ropa que había quedado en la tina, puesto que estaba caliente y contenía jabón, era reaprovechada por las personas que vivían en la casa para lavarse la cabeza.

Procedimientos y denominaciones similares de lavado de ropa se han constatado en las localidades de Bedarona, Bermeo, Gorozika, Lezama, Amorebieta-Etxano (B) y Arrasate (G).

En Zerain (G) y en Agurain (A) la ropa negra se lavaba con hiedra, untze, que se cocía en agua, se mantenía durante un par de horas en ese líquido, se frotaba y se tendía.

Denominaciones

Colada es la denominación común en castellano. En Añana (A) este trabajo se conoce como “echar la colada” y en Eugi (N) como “colar la ropa”. En Amorebieta-Etxano, Lezama y Orozko (B) a hacer la colada se le denomina bogadea egin, en Bera (N) bokata egin; boketa en Uharte-Hiri y Donoztiri (BN); en Liginaga (Z) y en Irisarri (BN) buketa; en Hondarribia (G) goara y en Goizueta (N) goada. En Oñati (G) colada se dice puseta o puxetia. En Berastegi, Elosua, Telleriarte y Zerain (G) se ha recogido la expresión lixiba jo y en Izurdiaga (N) lisubek egin. En Abadiño, Bedarona, Bermeo, Gorozika (B) distinguen entre jabonadura, voz que utilizan para designar el lavado de ropa de color y lexiba que reservan para la ropa blanca.

Para la piedra gruesa con el reborde labrado donde se lavaba la ropa y que se encontraba en la cocina se han recogido los nombres de: piedra tremiz (Bernedo, Valle de Zuia-A), piedra tremís o tramís (Moreda-A; Viana-N), piedra tamiz (Apodaca), piedra coladera (Eugi, Sangüesa-N), piedra de colar (Berganzo-A), piedra chorricolar (Iturgoien-N), chorro (Artajona-N), colador (Améscoa-N), coladera (Romanzado y Urraúl Bajo-N), piedra pujadera (Abezia-A), piedra corredera (Markinez-A) y abanera (Allo-N). Las denominaciones registradas en euskera son: patiñe (Lezama-B), lixiba-ontzia (zona de Deba-Mutriku-G), lexiba-arrixa (Arrasate-G), erraule (Zerain-G), txilarra (Ezkio-Itsaso-G), txorroska (Ataun-G), txurrizta (Aria-N) y churrusta (Artieda y Monreal-N).

Tina de zinc para lavar la ropa. Elosua (G). Fuente: Mirentxu Goñi, Grupos Etniker Euskalerria.

Para la pila de piedra hundida en el suelo se han recogido las siguientes denominaciones: en la zona de Deba-Mutriku (G) se llama lixipotua, en Ezkio-Itsaso (G) lixiaska o txorraskia y en Zerain (G) erraskea o txerraskea.

En lugar de en un cesto de mimbre, la ropa sucia se solía poner, más antiguamente en un tronco de árbol vaciado llamado suana o subana según se ha recogido en Oñati, Telleriarte y Zerain (G); también se podía colocar la ropa en un recipiente de forma cilíndrica llamado txarla en Aria (N); en una cuba, kuela, en Astigarraga, Berastegi (G) y Goizueta (N), buxa en Liginaga (Z); o en un terrizo en Allo, Artajona, Murchante, San Martín de Unx y Sangüesa (N), en Allo se ha consignado asimismo la denominación roscadera.

Para el lienzo tupido que va encima de la ropa y sobre el que se posaba la ceniza se han recogido los nombres de cernadero en Bernedo (A) y Mirafuentes (N); el cernadero de colar en Viana (N); cernedero en Allo (N); en Eugi (N) ponían una tela de saco y encima el cenicero que era una tela de lino muy tupida sobre la que se depositaba la ceniza. En euskera se han registrado las denominaciones de autsmarrie en Bedarona (B), austrapua en Telleriarte (G), hautsahokua en Liginaga (Z) y errondana en Lezama (B).

Transiciones

En Orozko (B) para hacer la colada se usaban unas tinas grandes de madera y luego baldes de zinc, más anchos que altos y con dos pequeñas asas para agarrarlos. Se ponía la ropa a remojar con ceniza, y se mantenía así toda una noche. La ceniza hacía el mismo efecto que la lejía, blanqueaba la ropa. La ropa se frotaba con la ayuda de la tabla de lavar, ohola. En Zeanuri (B) para la colada se han utilizado la gran tina, tina; ancha, azala; y una tinaja, tineku, más estrecha y profunda, sakona, ambas de madera. La ropa era deslavada en el río o en el lavadero y sacudida sobre una piedra plana o un banco de madera, bogada-aurkia.

En Berganzo (A) antes de la aparición de las fregaderas las mujeres, de rodillas, lavaban la ropa en calderas de hojalata o peroles colocados en el suelo. Luego se conocieron las tablas de lavar, de madera, con ranuras horizontales para permitir un mejor frotamiento de la ropa, que se colocaban verticalmente en la caldera de hojalata. Luego se comenzó a lavar en la fregadera de piedra con un agujero de desagüe en uno de los extremos.

En Astigarraga (G), en algunas casas, el lavado de la ropa, tanto la blanca como la de color, se hacía un día a la semana en la fregadera de la cocina. Para la ropa de color se utilizaba la tabla de madera, jabón y un cepillo. Para retrasar el lavado de la ropa blanca, de la cama usada se retiraba únicamente la sábana bajera y se ponía la encimera en su lugar. En Zerain (G) cuando se abandonó el sistema de lavado con ceniza, se enjabonaba la ropa con jabón de taco, lau kuadroko jaboia, y se ponía a remojo para limpiar la ropa ya en el fregadero de casa al día siguiente.

En Aoiz (N) se ha constatado que en los decenios de los cincuenta y sesenta se lavaba en la fregadera de la cocina. La ropa se dejaba a remojo en un barreño de metal, después de plástico, especialmente la que se metía en lejía. La ropa se frotaba con jabón sobre una tabla de madera que luego pasó también a ser de plástico. La tabla tenía unas ondulaciones en su superficie para que la prenda no resbalase y el jabón saliera mejor. En uno de los extremos disponía de dos pestañas metálicas que servían para sujetarla en el borde de la fregadera. También se conoció una secadora formada por dos cilindros que se colocaban juntos horizontalmente. Estaban unidos en los extremos y en uno de ellos había una manivela. La ropa se introducía entre ambos, se cerraban los dispositivos de los lados presionando la ropa y con la manivela se hacía que la ropa fuera avanzando, casi exprimida, y expulsaba el agua.

Cuando ya se introdujo la lejía para blanquear la ropa, ha sido común a todas las localidades el poner la ropa blanca en agua con lejía y tenerla así durante un cierto tiempo. También ha sido general el poner la ropa blanca en agua con añil.

En Moreda (A) la ropa blanca una vez lavada se ponía en un recipiente con lejía durante un par de horas para que se blanqueara, después se aclaraba en agua limpia y finalmente le daban azulejo o añil para blanquearla más. En Lezama (B) también se ha recogido que después de lavar la ropa blanca, se ponía en lejía y en agua añilada. A la ropa de color en caso de que desprendiese tinte se le añadía en el aclarado algo de vinagre.

En Agurain (A) se señala que a mediados de la primera década del siglo XX comenzaron a utilizarse la lejía y el añil en la limpieza de la ropa blanca. En Berganzo (A) por la misma época se comienza a usar la lejía. Se procede poniendo agua en un recipiente a la que se añade algo de lejía, se introduce la ropa y se deja así durante una o dos horas. Se saca y aclara pasándola después por agua con un poco de añil.


 
  1. En realidad larrie lleva el implícito de [izara] larrie aunque el vocablo larrie se utiliza autónomamente. En Luzaide/Valcarlos distinguían entre larriak y xehiak (las [sábanas] pesadas y las finas).