Trabajo de la mujer fuera de casa

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En tiempos pasados el ámbito de movimientos de la mujer era más reducido, limitándose a la casa, las tierras, la iglesia y los comercios. Hoy día muchas mujeres trabajan fuera de casa, además de en ella, lo que les permite contar con un salario, que lleva consigo una mayor independencia. Además por el tipo de vida, el menor número de hijos, etc., disponen de más tiempo para el ocio. Señalar también que la mujer ha alcanzado puestos de responsabilidad en todos los niveles del ámbito laboral, profesional, sindical y político.

A continuación se aportan algunos datos recogidos en las encuestas sobre la antigua y la actual situación de la mujer.

El papel de la mujer estaba limitado a la casa de la que sólo salía para asistir a las funciones de la iglesia y a reuniones familiares. Y aunque tuviera a su cargo trabajos duros era la verdadera etxekoandre con participación decisiva en el gobierno de la familia (Zerain-G).

Su labor de dedicación preferente o casi exclusiva en tiempos pasados a las labores domésticas aparece consignada en muchas localidades. En algunas se señala la necesidad que tenía incluso de obtener el permiso del marido para trabajar fuera. De las zonas rurales acudían solas al mercado a vender los productos domésticos. Hoy día es frecuente que ambos cónyuges trabajen en actividades remuneradas.

Antiguamente la mujer no accedía a los bares, ni a las sociedades gastronómicas ni a otros lugares públicos y en los pocos casos en que lo hacía estaba mal visto o iba acompañada del marido o del novio. Desde hace años esta situación ha cambiado radicalmente, accediendo libremente a cualquier establecimiento, saliendo a cenar con amigas, etc. También su campo de actividad se ha ampliado considerablemente, participa en cursos de formación, actividades culturales, viajes, etc.

El trabajo remunerado de las mujeres también se conoció en tiempos pasados, aunque por motivos diferentes a los actuales.

Así se ha recogido por ejemplo que en Agurain (A) era general que las jóvenes que trabajaban en oficios propios de la mujer o en fábricas, cesasen en su actividad al contraer matrimonio. Esto ocurrió así hasta el comienzo de la Guerra Civil. Después, obligadas por la escasez y carestía de la posguerra, arrinconaron esta costumbre. La mujer, entonces, una vez se casaba continuaba trabajando en oficinas, fábricas u otras actividades porque era la única forma de hacer frente a la carestía de la vida ya que el racionamiento era insuficiente y había que recurrir al mercado negro, mucho más caro. Al tener descendencia, eran las abuelas las que atendían a sus nietos durante la jornada de trabajo. Pasados los años del hambre algunas madres dejaron el puesto de trabajo para dedicarse a atender su casa y su familia, pero la mayoría de las que tenían solucionado el problema del cuidado de los hijos, permaneció en su actividad laboral.

Situación similar a la descrita en Agurain se daba en otras villas, tal y como se ha constatado en Durango y en Gernika (B) donde las mujeres que trabajaban fuera de casa en fábricas u oficinas dejaban esas labores con motivo del matrimonio y recibían una dote de la empresa al casarse.

El trabajo de la mujer fuera de casa y algunos cambios ideológicos que se han producido han traído como consecuencia que el hombre colabore más en las tareas domésticas. Esta contribución ha equiparado en cierta medida el trabajo de ambos sexos en el hogar si bien es opinión generalizada que cuando la mujer trabaja fuera de casa, en el hogar sigue siendo ella quien lleva la carga principal de las labores domésticas y la atención de los hijos.