Suelo en la vivienda

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En cuanto a los suelos de las viviendas, en la zona más septentrional del área estudiada ha predominado el uso de la madera.

Por ejemplo, en Apodaca (A) los pisos de la casa, que son de tabla de roble, descansan sobre vigas maestras de madera. En Liginaga (Z) el piso está hecho con vigas, sumea, solivos, suliba, y tablas, ohola.

Suelo de tabla. Ajangiz (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Zeanuri (B) en los pisos y techos de las construcciones recientes a mediados de la segunda década del siglo XX se empleaban vigas de roble y tablas de castaño, de roble y de haya. Ya entonces se iba introduciendo la tabla de pino. Era costumbre que cada propietario regalase un árbol a quien tratase de construir alguna casa.

En el Valle de Carranza (B) los suelos de los dos pisos, el que sirve de vivienda y el del sobrao o camarote, son de madera de roble, como toda la estructura interna de la casa, y a veces también de castaño. Están formados por gruesas tablas de buena anchura y de largura tal que el encuentro entre dos hileras se realizaba sobre una misma viga, para así poder clavarlas adecuadamente. La fijación a las vigas en las que se apoyan se hizo con clavos de forja. Cada tabla testa con la antigua sin que esté machihembrada. Esa es la razón por la que se ven finas hendiduras entre ellas, que la polilla o carcoma se encarga de agrandar. Con el tiempo los dueños se ven obligados a arreglarlas eliminando la parte defectuosa y encajando listones de madera. Los suelos suelen resultar algo irregulares desde la perspectiva actual y con ondulaciones e inclinaciones, resultado del arqueamiento que experimentan las vigas y tirantes a medida que envejecen y ceden a los pesos que deben soportar.

En la zona meridional, en cambio, predominan los suelos de yeso, baldosa y otros materiales terrosos y son más raros los de tabla.

Suelo de losetas de barro. Añana (A), 1999. Fuente: Blanca Rescalvo, Grupos Etniker Euskalerria.

En Berganzo (A) los de los portales, pasillos, escaleras y cocinas eran en general de ladrillo rojo, con forma de cuadrados semejantes a baldosas y de unas dimensiones de 30x30 cm aunque también los había de 12x24 cm. A veces este tipo de suelos se podían encontrar también en los dormitorios, aunque estos solían ser de tarima de madera de chopo.

En Apellániz (A) el suelo, más recientemente, es de baldosas modernas con dibujos variados, pero antes era de ladrillos rojos, sin brillo, cuadrados, de cuarenta y cinco centímetros de lado, procedentes de la desaparecida tejería y que todavía se conservan en muchas casas.

En Añana (A) se utilizaban losetas de barro cocido que se asentaban sobre una base de arcilla o yeso. Los de los almacenes de sal eran de cascajo.

En Artajona (N) en los pisos de las casas antiguas es desconocido el pavimento de madera. Existen algunos entarimados pero son de época reciente. La pavimentación de las habitaciones se hacía generalmente con ladrillo de tejería y a veces con baldosa. El primer mosaico que se colocó en el pueblo fue hacia el año 1920. También se hacían muchos suelos de yeso que se volvían brillantes a fuerza de limpiarlos. Algunos los pintaban de rojo. Los graneros del piso superior siempre llevaban suelo de este último material. Actualmente se vuelve al mosaico.

En Lezaun (N) la pavimentación más antigua era de ladrillo macizo procedente de la tejería local, que se abandonó a principios del siglo XX. A veces el ladrillo se disponía rectangular y en otras ocasiones en espiga. A lo largo del siglo XX fueron sustituidos progresivamente por pavimentos de cemento adquiridos en Estella y cuando en los años sesenta empezaron a remozarse las casas con forjados de hormigón, los suelos se sustituyeron por el terrazo y a continuación el gres, y en el caso de los cuartos por el parquet o tarima. La tarima, de pino, era muy escasa y parece ser que la que han conocido ha procedido siempre de reformas acaecidas durante el siglo XX. Entre la tarima y el suelo queda un hueco en el que se echaban trozos de carbón para ahuyentar a los ratones, que en este espacio encontraban un sitio adecuado para instalarse. Los suelos de la planta superior son los que menos modificaciones sufrieron hasta que fueron sustituidos por viguetas y bloques; en estos casos el hormigón quedaba como suelo. La masandería y el granero llevaban a veces suelo de ladrillo, en el resto carecían del mismo ya que la parte superior de las bóvedas y de las maderas cumplían esa función.

En San Martín de Unx (N) se utilizaban ladrillos macizos, pero en muchos pueblos navarros y en alguna casa de San Martín se ponían suelos de yeso pasado por el fuego y revuelto con un poco de cemento que resultaban “fuertes, bonitos y resistentes”. Era un yeso especial que se traía de la Ribera. Más tarde se introdujo una baldosa cuadrada de dieciocho centímetros de lado, procedente de Cataluña, encarnada y amarilla, con la que se hacían combinaciones. Todavía hay muchos suelos de este tipo en el pueblo. Se colocaban con yeso, arena o arcilla.

En Sangüesa (N) era muy frecuente que el pavimento de los pisos estuviera enladrillado de tal modo que entre ladrillo y ladrillo se introducía yeso mezclado con sangre de animal; a esta operación se la llamaba zaboyar.

En Valtierra (N) el soporte común para los pisos consistía en maderos sin pintar y sin lucir sobre los que se ponían cañizos, esto es, paneles de caña entretejida, que después se cubrían con tierra y paja apelmazada. Finalmente se colocaban las baldosas, los ladrillos de suelo o una capa de yeso endurecido, según la importancia de las dependencias y el presupuesto.

En Monreal (N) los suelos eran de ladrillos rojos, cuadrados o rectangulares, o de largas tablas de madera de roble, haya o pino.

En Bernedo (A) los suelos y techos resultaban de colocar los cuartones sobre las vigas distanciados de 30 a 35 cm entre sí. Para cerrar el espacio entre los mismos se entarimaba por encima de ellos formando el suelo del piso, a veces con doble tarima, llevando entre ambas un relleno de cascajo y tierra para filtrar los gases y olores de la cuadra. Cuando entre los cuartones se colocaban bovedillas, encima de las mismas se entarimaba o se colocaban baldosas o ladrillos de arcilla cocida que fabricaban los tejeros.

En Abezia (A) en las cocinas el suelo es de ladrillo rojo y en Apodaca (A) de losas y hoy en día de terrazo o baldosa.

En Valtierra (N), en el caso particular de las cuevas, el suelo era de tierra apisonada y a veces de yeso pulido y encerado con cera roja.