Recuerdos de casas singulares del vecindario

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Zeanuri (B) se recuerda la función que en tiempos pasados desempeñaron ciertas casas como ferrería, olea; venta, bentea; asilo, ospitela; tejera, tellerie; molino, errotea; telar, eulategie; fielato, katea; comercio, dendea; etc. Estas denominaciones han quedado incorporadas a la casa y consecuentemente son la denominación popular de la familia que la habita, aun cuando tales funciones dejaran de tener lugar hace tiempo. Generalmente se conocen y recuerdan los nombres de las casas, heredades y montes tal como figuran en los documentos, aunque en ocasiones estos nombres considerados oficiales no coinciden con las denominaciones usuales.

En Moreda (A) algunas casas son conocidas por la actividad desplegada por ellas en el pasado: la fortaleza, la cárcel, la cofradía, el trujal, etc. Otras, se sabe de ellas por haber padecido un incendio o haber ocurrido en su interior algún hecho luctuoso.

En Busturia (B), algunos informantes aseguran que existen en la localidad lugares con más de mil años de antigüedad en los que permanece el recuerdo de que se asentaron casas. En el barrio de San Bartolomé se encuentra la casa llamada Ludole o Ludolene[1] y en el barrio de San Cristóbal la casa Txistune, ambas cuentan con escalera exterior de piedra lo que, a juicio de algunos, marca la categoría de la casa; ambas pertenecieron a la Iglesia. El caserío Etxebarriatze, según la tradición familiar, fue un convento de monjas; tiene una cruz de hierro en el caballete del frontispicio y en la parte trasera una ventana ojival. Otro tanto se dice del caserío Telletze; en su desván aparecieron unas cruces y otra más en la huerta con un Cristo de trazos modernos. En el barrio de Axpe hay un caserío llamado Matati y a propósito de él cuentan lo siguiente: “Gerrie akaba ei zen Matatin eta Matatiko atsuek azkenengo morue il ban burduntzije sartzen, ta esaten deuela: ‘Matate’ eta ortik Matati” (Dicen que en el caserío Matati fue donde se acabó la guerra. La vieja de este caserío mató con un asador al último moro al tiempo que decía “Matate” y de ahí el nombre de Matati).

En esta misma localidad se ha recogido una leyenda sobre Jaun Zuria, del que se dice que no vivió en una casa, ya que apenas había casas en aquellos tiempos. Habitaba en la profundidad de una encañada donde tenía su palacio y su despensa. A ese lugar se le conocía como Torrezarretas. Un informante indica que cuando él era niño era reconocible el lugar exacto. Había quienes decían que después también vivió en el caserío llamado Torre, pero las personas mayores insisten en que su morada fue Torrezarretas, donde murió.

En Trapagaran (B) se ha recogido que hubo un llamado palacio de Salcedillo, del siglo XVI, que disponía de un torreón que a los niños se les decía que estaba habitado por brujas. Disponía además de ermita y molino. Otro edificio singular era el denominado La Casería, situado en las mismas estribaciones que el palacio, en una pequeña cordillera que se alarga de Galindo a Urioste. En él se encontró una estela funeraria, pues se decía que un cercado de terreno próximo había sido cementerio. Las piedras y losas fueron reutilizadas en la construcción de chabolas.

En Allo (N) las casas que tuvieron algo de historia mantienen todavía elementos de su abolengo: escudo de armas, rejería en la ventana, alguna torre rematada en cruz o veleta. En su interior también conservan muebles, objetos y recuerdos estimados por su antigüedad. La casa del Mayorazgo es con mucho la que guarda mayor número de recuerdos históricos y familiares. La singular forma de transmisión patrimonial ha permitido a los dueños conservar desde principios del siglo XVII abundante documentación, objetos y mobiliario. También otras casas conservan recuerdos familiares, así las familias del Portillo Basterra, Ulibarri, los herederos de Cruz Arana o la casa del Raso de Rogelio Nalda.

En Goizueta (N) hay dos casas importantes con historia: Zibola y Alduntzi. Dicen los informantes que algunos días señalados, como las fiestas patronales, los miembros de la corporación con chistularis y el alcalde al frente se acercaban a la puerta de Zibola para acompañar al señor de la casa a la iglesia.

En Ezkio-Itsaso (G) se encuentra el caserío Igartubeiti que es el mejor ejemplar de caserío de madera que se conserva en el territorio guipuzcoano desde el siglo XVII. La familia Men diguren fue la última que lo habitó hasta que en 1990 lo adquirió la Diputación Foral de Gipuzkoa para convertirlo en museo que abrió en 2001.

Es de planta casi cuadrada, con 20 metros de fachada y 18 de fondo. La mayoría de las divisiones interiores están hechas con tablas de madera. La cocina es de hogar central, separada del recinto de entrada solamente por el respaldo del zizalu o escaño de la cocina. Consta de planta baja donde se ubican la cocina, dormitorios, establo, telar y lugar para los aperos y herramientas de labranza. Y de una planta alta, bajo cubierta, en cuyo centro se halla un gran lagar; y a su alrededor las zonas de desván para guardar el heno, la paja, los frutos, granos, colmenas, etc.


 
  1. La casa Ludole debe su nombre a que en la subasta que se hacía para arrendarla, en una ocasión se la adjudicaron los apodados Gorriñekuek y se dijo: “Gorriñe etorri da, ludole falta da” (ha llegado la roya, sólo nos falta el añublo).