Camas, oheak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En algunas encuestas distinguen entre el dormitorio principal y las demás habitaciones. En el primero de los casos, el mobiliario de la habitación del matrimonio mayor si conviven dos matrimonios o de ambos, suele contar con los mejores muebles.

En los dormitorios, aposentu en Ataun (G), podía haber camas de matrimonio o individuales. En tiempos pasados eran muy sencillas tal y como se ha constatado en Ataun donde las camas, eran tablados sobre cuatro patas, con el fondo formado por una red de gruesas cuerdas, sobre la cual estaba el jergón de perfolla de maíz en funda de lienzo burdo. Sobre el jergón iba un colchón de lana; sobre ésta una sábana de lienzo y encima una colcha enfundada igualmente en lienzo. El cabezal era de lana con funda de lienzo. La descripción recogida en Amorebieta-Etxano (B) es similar: las camas constaban de un armazón rectangular de madera sobre cuatro patas donde iba metido el jergón que era abombado y contenía unos muelles forrados de una tela fuerte. El colchón que se coloca encima, antiguamente se llenaba de panoja de maíz, luego se generalizó el de lana y más tarde el de muelles.

Dormitorio con su mobiliario. Añana (A), 1980. Fuente: Blanca Rescalvo, Grupos Etniker Euskalerria.

En Améscoa (N), las camas de madera muy sencillas consistían en cuatro postes bien ensamblados dos a dos con sencillos tableros, que formaban la cabecera y pies de la misma. Otras eran elegantes en su sencillez con los palos torneados y las tablas finamente trabajadas. Las había señoriales, como la cama de barco, con tableros artísticamente elaborados. Los tableros que formaban los pies y la cabecera iban unidos y sujetos a la vez con dos travesaños de madera, con lo que quedaba completada la estructura. El asiento de la cama era de cuerda. Los travesaños llevaban unos agujeros en sus costados por los que se atravesaba un cordel con el que se tejía el asiento de la cama.

A tenor de la información recogida en las encuestas, las camas más antiguas en la memoria de los informantes fueron de hierro y después vinieron las de madera de tipo barco y de otros estilos. Así se ha constatado en Abezia, Añana, Apodaca, Apellániz, Berganzo, Bernedo, Moreda, Pipaón, Ribera Alta, Valdegovía, Valle de Zuia (A); Oñati (G); Allo, Artajona, Izal, Monreal, Murchante, San Martín de Unx, Valle de Roncal y Valtierra (N). No obstante en Améscoa, y Romanzado y Urraúl Bajo (N) se ha consignado que en el siglo XIX todas las camas eran de madera y a principios del siglo XX se introdujeron las de hierro.

En Berganzo, Pipaón (A); Oñati (G) y Mélida (N) dicen que las camas de hierro llevaban unos bolinchos en las terminaciones del cabecero y del piecero, estos últimos servían de colgadores de ropa al acostarse. En Améscoa (N), las camas de hierro eran de tubos de este material y muchas terminaban en bolas de metal amarillo. Tenían las patas muy largas con unas ruedecitas para poder trasladarlas de un lado a otro con facilidad. El jergón de estas camas estaba hecho con muelles de acero en espiral, recubiertos con una red metálica. Resultaban unas camas muy altas. En Moreda (A) las camas de madera que sustituyeron a las de hierro eran más altas que éstas y estaban pintadas.

Cama de hierro. Roncal (N), 2004. Fuente: Pablo Orduna, Grupos Etniker Euskalerria.

En Abezia (A) se recuerda que las camas de madera con forma de barco estaban labradas por un solo lado, pues el contrario no se veía porque iba situado junto a la pared. Las camas eran cortas y altas en el piecero. Después se generalizan las de caberero y piecero con barrotes. En el Valle de Zuia y en Apellániz (A), entre las camas de madera, además de las de tipo barco, también se conocían las de carretón o torneadas, con el asiento de cuerda, teniendo los travesaños unos agujeros por los que se pasaba un cordel, tejiendo así el asiento de la cama.

En Agurain (A) mayoritariamente se conocían las llamadas camas de barco con adornos sobre la línea del costado, molduras en el zócalo y trabajos en otras partes de la cama. Era preferida la madera de nogal, pero también se usaba la de roble. Estaban trabajadas con esmero y terminadas con cera o barniz. El dormitorio principal suele amueblarse con una cama ancha, la alcoba va vestida con una o dos camas bien adornadas y los dormitorios ordinarios, si la dimensión lo permite disponen de dos camas. Antiguamente, sobre el jergón iba el colchón de lana y las sábanas de hilo o algodón. En el embozo de la sábana encimera y en un lado de la funda de la almohada, a veces, se bordaban las iniciales de los primeros apellidos de los cónyuges. La cama se vestía con mantas, colcha y sobrecama hecha a ganchillo o de tejido dibujado grueso, en algodón.

En Améscoa (N), encima del asiento de la cama se colocaba el jergón que consistía en una funda de lino en forma de costal, que se llenaba con hojas de maíz. A las fundas del jergón las llamaban en el siglo XIX bustazales y después se les llamó marregones. Sobre el jergón iban los colchones de lana. Había gentes pobres que no alcanzaban a tener colchón de lana y tenían que contentarse con dormir sobre el jergón de hojas de maíz. Las sábanas eran de lienzo, el hilo más fino que se sacaba del lino. Para abrigarse en la cama se valían de colchas, apenas se usaban mantas. Las colchas se envolvían en guazales, fundas hechas con dos sábanas de lienzo en las que se introducían las colchas. Algunos guazales llevaban flecos y adornos de cruceta y resultaban elegantes. El guazal hacía en muchos casos de sábana, de sobrecama, y preservaba a la colcha de la suciedad. Las sobrecamas eran también de lienzo, algunas se adornaban con telas de algodón haciendo rayas. También se hacían sobrecamas a ganchillo y algunas llevaban flecos.

En el Valle de Zuia (A), el colchón de las habitaciones principales solía ser de lana, en otras de hojas de maíz o de bálago, las sábanas de cerro de estopa, la almohada o cabezal, la manta aterlizada –de hilo doble– y la almizuela o colcha. El guazal que era la tela donde se guardaban las colchas y la sobrecama que era una prenda de lujo y sólo se ponía en caso de enfermedad. En Apellániz (A) en otro tiempo el jergón era de hojas de maíz, en ocasiones iba sobre él un colchón de lana o un marregón (colchón de hojas de maíz o bálago), manta aterlizada (de hilo doble), sábanas de cierro (cerro de estopa), cocera o almizuela (colcha) y la almohada o cabezal de hojas de maíz o de lana, añadiendo a lo anterior el guazal, tela donde se guardaban las colchas. La sobrecama, al igual que en el Valle de Zuia (A), sólo se utilizaba en caso de enfermedad. El jergón ha pasado a ser de muelles o del tipo “Flex”.

Cama barco. Roncal (N), 2004. Fuente: Pablo Orduna, Grupos Etniker Euskalerria.

En Moreda (A) señalan que, antaño, los colchones de los pobres solían ser de capota de maíz y de lana los de los más pudientes. También en Añana (A) en otro tiempo los colchones fueron de pelendrinas (panocha de maíz) o paja de cebada; las mantas solían ser de algodón y se recuerda que pesaban mucho y abrigaban poco. En Gorozika (B) se ha registrado el dato de que antiguamente las camas tenían debajo una madera con paja, lastamarra, encima, que posteriormente se sustituyó por el colchón de lana. En los años veinte se empezaron a poner muelles, que luego dieron paso a los somieres y a los colchones actuales. Los colchones de lana se limpiaban, sacando la lana y vareándola. La cama se cubría con la sobrecama, que solía ser blanca o de flores. La cuna se encontraba en la habitación junto a la cama.

En Bedarona (B) en las habitaciones había una cama alta de matrimonio o dos camas altas individuales; igual dato se ha recogido en Kortezubi (B) donde precisan que en este último caso las camas se ubicaban junto a los muros. En Pipaón (A) si se trataba de alcoba había una cama, si de habitación, una o dos camas. En Orozko (B) en el cuarto de los padres solía haber dos camas. En Busturia (B), en tiempos pasados, las camas eran altas y en la parte baja tenían pintados motivos religiosos o florales o dibujos geométricos. En Lezama (B) la cama era alta, fabricada con madera de nogal, castaño o roble; en hogares ricos, podía ser de caoba. El cabecero tenía forma redondeada, con poca talla, de dibujos geométricos, y, en la mayoría de los casos, era liso. Antiguamente el colchón se rellenaba con perfolla de maíz. Se recuerdan camas altas con altos doseles de madera.

En Améscoa (N) en muchas casas contaban con camas con pabellón, que era un dosel de tela, generalmente blanca, con flecos por todo el orillo y que cubría la cama. De un palo colgado del techo colgaba a su vez una pieza larga de tela en dos vertientes, una que venía a caer sobre los pies de la cama y la otra sobre la cabecera.

En Portugalete (B), en general las habitaciones eran sencillas, con cama doble en el dormitorio de los padres, y en los restantes, una o dos camas, en función del espacio y del número de componentes de la familia. Las camas eran de madera de castaño o roble, con barrotes planos o torneados. También había de hierro con bolas doradas de remate. Eran bastante altas y pocas disponían de somier de alambre, siendo más utilizado el muelle tapizado sobre el que se colocaba el colchón de lana. Las habitaciones ciegas se aireaban mediante unas ventanas que comunicaban dichas habitaciones con otras que tenían ventana al exterior o puerta al pasillo. El ajuar de la cama se componía de sábanas de algodón, percal, tela morena o lino. Las sábanas de los padres solían ser de hilo con las iniciales bordadas. Las sobrecamas y sábanas de diario suelen ser de color. En caso de enfermedad, para la visita del médico o del sacerdote, se cambian ambas por otras blancas de hilo. Las colchas o edredones se confeccionan a base de retales de telas o de muestrarios de los sastres, cosiéndose unos a otros.

En Arrasate (G) la cama era de madera; el jergón, lastaira, antiguamente, lleno de hojas de maíz o paja de trigo; el colchón de lana de oveja. El edredón, bururdi, metido en un forro blanco, era la cobertura de la cama. En Beasain (G) los dormitorios, koartoak, suelen estar en la planta alta, aunque es muy corriente disponer de uno en la planta baja, cerca de la cocina, que es donde duermen comúnmente los abuelos. El mobiliario del dormitorio constaba de dos camas altas con jergón de muelles y colchón de lana de oveja. Antiguamente en lugar de jergón se usaba una funda de tela de lino llena de hojas secas de mazorcas de maíz, txuikiñe, a la que se llamaba lastaia. En Elosua (G) la gente mayor seguía utilizando las camas que habían traído para casarse; los dormitorios del resto de la casa son modernos, quedan algunas de las antiguas adosadas a la pared, de forma de barco.

Camas de madera. Elosua (G), 1978. Fuente: Mirentxu Goñi, Grupos Etniker Euskalerria.

En Berastegi (G), a veces, la cama era aportada al caserío por la novia, dentro del arreo, cuando se casaba. La cama llevaba sábanas, maindireak, y había bajera, azpikoa, y encimera, gañekoa. La colcha, por lo general había sido confeccionada a mano por algún antepasado de la casa. En la habitación se encontraba la cuna, seaska, salvo que estuviera siendo utilizada en cuyo caso se encontraba en la cocina. En Elgoibar (G) las camas solían ser grandes y altas, de madera maciza, y antiguamente con colchón relleno de hojas secas de perfolla. En algunos caseríos había dos camas en cada dormitorio. En Hondarribia (G) una cama y en los dormitorios que había sitio dos. En Abadiño (B) y en Telleriarte (G) las habitaciones eran, normalmente, de dos camas.

En Leintz-Gatzaga (G) había tres o cuatro dormitorios para acoger al matrimonio mayor, al matrimonio joven y a los muchachos y muchachas. La cama no llevaba somier, sobre la tabla se colocaba un gran saco de tela de lino lleno de panoja de maíz llamado marragoia o lastamarreria. Encima iba el colchón de lana de oveja. Las sábanas y la almohada eran de lino y en lugar de mantas se utilizaban unos cobertores gruesos y pesados, koltxilak, fabricados con trozos de tela inservibles.

En Astigarraga (G) los muebles y enseres más antiguos corresponden al dormitorio que ocupa el matrimonio mayor de la casa o la abuela. Suele ser también la mayor habitación de la casa, la más amplia y la de mejor orientación. Consta de dos camas individuales unidas o de una de matrimonio, en ambos casos con un gran cabecero de madera. Todos los muebles de la estancia suelen ser a juego, de la misma madera, generalmente de cerezo, y del mismo diseño. El dormitorio del segundo matrimonio, más joven, suele ser más pequeño y de dos camas en lugar de la de matrimonio. En las casas y caseríos reformados, los dormitorios muestran una uniformidad mayor en toda la casa. Los mismos muebles y la misma disposición de éstos se da en todas las habitaciones que cuentan con una cama amplia con cabecero de madera.

En Zerain (G) se ha consignado la cronología de los distintos tipos de camas y los materiales empleados en su fabricación. Así los dormitorios de las personas mayores conservan los muebles de sus propios arreos o más antiguos y suelen ser de madera de castaño, nogal, cerezo y realizados por artesanos de la zona. Las camas son altas y grandes, de 1,20 m de ancho, con cabecero y piecero de la misma altura. Casi siempre la cama está adosada a la pared. Los dormitorios de los años cuarenta del siglo XX son distintos, el estilo “barco” de las camas desaparece y los materiales son el castaño o el nogal (en algunos casos de la propia casa), el cabecero es más alto que el piecero, las camas son menos altas, rectas con pequeños remates de dibujos continuados. La colocación de las camas cambia, se ponen en el centro de la habitación y las mesillas a ambos lados. Los dormitorios de los años ochenta son de madera chapeada con dibujo y fabricación industrial. En alguno de los dormitorios están colocados los relojes de pie o relojes redondos grandes.

En Bera (N) los dormitorios reciben el nombre de jelak. Las camas, guatziak, antiguas de los caseríos eran más anchas y más cortas que las actuales. La cabecera era alta, de maderas pintadas o de barandillas superpuestas. En Barañain (N) en el dormitorio principal hay una cama de matrimonio con cabecera de madera. En Aintzioa y Orondritz (N) los dormitorios estaban amueblados con una o dos camas. Las camas más antiguas son altas, de roble oscuro y apenas presentan decoración. Sobre los colchones rellenos de hojas de maíz, llamados jergones, se colocaban los colchones de lana y se utilizaron hasta los años treinta, luego fueron sustituidos por los somieres metálicos.

Cama moderna. Abadiño (B), 2005. Fuente: Rosa M.ª Ardanza, Grupos Etniker Euskalerria.

En Allo (N) las habitaciones disponen de una cama grande, llamada de matrimonio, o dos pequeñas. Las más antiguas fueron de hierro, sustituidas después por las de madera; de ambos tipos se conocieron varios modelos. Algunas de las de hierro contaban con policromía floral, otras tenían artística labor de forja o estaban decoradas con pomos y otros adornos en latón, si bien la mayoría estaban formadas por sencillos barrotes metálicos. Las camas de hierro, como además llevaban el somier de muelles metálicos, eran muy molestas por el ruido que producían. Cada familia, en la medida de sus posibilidades, procuraba sustituirlas por otras de madera, con somier de alambre trenzado, formando una tela metálica. Las camas de madera ofrecen un amplio muestrario de modelos donde predominan las líneas rectas, con sencillos motivos de talla. En otras el cabecero y el piecero están chapeados con planchas que forman dibujos geométricos, en las que se combina la misma veta en diferentes posiciones. También hay camas compuestas por barrotes torneados.

En Aoiz (N), antiguamente, las camas tipo barco eran de madera de buena calidad, y el cabecero y el piecero eran igual de altos. Podían estar decoradas con incisiones o pintadas. Junto a estas camas, las más antiguas, las más antiguas eran otras muy pequeñas, estrechas y se fabricaban en hierro o madera, y ambas podían estar pintadas con motivos vegetales o geométricos. También se conocen las camas torneadas.

En Artajona, Izal, Monreal, Murchante, Luzaide/Valcarlos, Valle de Roncal (N); Ainhoa y Sara (L), los dormitorios o cuartos de dormir, ganbara en Sara, suelen tener una cama grande o dos menores. Las antiguas eran de hierro y han sido sustituidas por las de madera.

En Eugi (N) dos camas, normalmente de madera y tipo barco, decoradas con dibujos y adornos labrados. En Izurdiaga (N) las habitaciones de las casas antiguas constan de una cama, karretona, guazie, cerrada, muy alta, y con un pabellón de tela que se recoge a los pies de la cama.

En Mélida (N) las camas de madera tenían el cabezal calado. Las de hierro tenían el cabecero y el piecero unidos por unas barras de hierro laterales. Contaban con barrotes dorados y remataban en la parte superior, a modo de adorno, en unas bolitas redondas. En la habitación matrimonial se ponía una cama y en los demás casos lo normal era que hubiera dos.

En Obanos (N) hasta el primer cuarto del siglo XX había catres que hacían los carpinteros, sobre los que se colocaban los colchones de hojas de maíz y sobre ellos se ponían los colchones de lana. El catre fue sustituido por las camas de hierro y de madera. A partir de los años ochenta se pusieron de moda los edredones con relleno sintético y fundas vistosas para las camas de los jóvenes. En el Valle de Roncal (N) en los dormitorios, etzangu, había camas de metal y de madera robustas y bien abrigadas. Las cunas se situaban junto a las camas. En San Martín de Unx (N) el dormitorio clásico consistía en una gran cama de muelles con cabezal y pies decorados en relieve, el tipo de cama dependía de la economía de cada hogar. No faltaba la pera del interruptor que colgaba sobre la cabecera.

En Valtierra (N) la mayoría de las camas eran de hierro, con cabezal y pie de barrotes y casi de la misma altura. Eran piezas funcionales. Con el paso a las camas de madera se fueron introduciendo cambios en las formas, en la altura, en la decoración, en detalles personales, en el color, en el aprovechamiento de espacios y en la armonía de los elementos.

En Viana (N) las camas de los dormitorios eran grandes, de matrimonio, y altas. Abundaban las de hierro con hermosas labores en los cabezales y, en las casas ricas, las de madera bellamente talladas. La cubierta de la cama, hecha a ganchillo, con flecos colgantes, tapaba la ropa de la cama.

Recientemente, con carácter general, los colchones y las propias camas han sufrido muchas transformaciones. Muchas de las camas de hoy día carecen de piecera, en casos ni tan siquiera disponen de cabecero. Los colchones de lana prácticamente han desaparecido y han sido sustituidos por los de muelles de tipo “Flex” y los de gomaespuma; se conocen los de látex que ofrecen diferentes texturas y son los más caros del mercado. También se utilizan los colchones de agua. Todos los colchones van sobre un canapé. Por razones de mayor comodidad, de edad y de enfermedad se han introducido las camas articuladas. Como ahora las casas son de menor superficie, han proliferado las camas nido, las literas y los sofás cama.