Hogar, beheko sua, supazterra
En los capítulos anteriores se han descrito la estructura de la casa y sus componentes: tejado, cimientos y paredes, puertas y ventanas. Todo ello sirve y está en función de proteger el fuego u hogar, que es el elemento primordial de la casa, sin el cual no se puede entender la vivienda, que es el refugio de la familia. Hasta tal punto es importante el hogar que es sinónimo de casa habitada.
Fuego es voz que procede del latín focus, hogar. El llar que aparecerá en el texto como elemento central del fuego procede del latín Lar, “dios del hogar”. Históricamente el fuego del hogar se ha tomado como una unidad familiar en el censo.
Una imagen que se recoge en todas nuestras investigaciones de campo es la de la familia, más extensa que la de hoy día, reunida en torno al fuego bajo tanto para comer como para realizar algunos trabajos domésticos del tipo de coser, tejer, desgranar, etc.; también era el lugar donde los mayores contaban cuentos y leyendas a los pequeños, y donde se rezaba el rosario.
Antaño, el hogar era el fuego bajo o fogón que prestaba muchos servicios y era de gran utilidad. Daba calor a los moradores de la casa, servía para cocinar y calentar los alimentos de la familia y de los animales domésticos, allí se calentaba el agua para lavar la ropa o lavarse las personas. Es dato común a las encuestas el señalar que la cocina es la dependencia más importante de la casa. En sentido estricto se llama hogar al lugar de la cocina donde se hace la lumbre y se cocina.
La cocina, sukaldea, ezkaratza, ha ocupado y sigue ocupando un lugar principal en la casa tanto de la zona rural como de la urbana, y dentro de ella cumple una función destacada el hogar o fuego. Hasta tal punto el fuego ha dado vida a la casa que ya un dicho recogido a finales del s. XVI, sentenciaba: Su bako etxea, gorputz odol bagea (la casa sin fuego es como un cuerpo sin sangre).
Un aspecto de gran importancia en el fuego doméstico es el tiro, es decir, la entrada de aire para avivar el fuego y extraer el humo. Se produce una tensión de difícil resolución entre el mantenimiento del calor y el aire necesario para el tiro. Para mantener el calor ha sido frecuente colocar frente al fuego o a un lado del mismo un asiento de respaldo alto, zizailu, o proteger el lugar con un murete bajo.