Estructura. Ageak, pilareak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En lo que atañe a la estructura lo corriente ha sido que postes de buenas dimensiones arranquen desde la planta baja soportando sobre ellos vigas gruesas que recorren toda la largura del edificio y en las que se apoyan otras de menor sección sobre las que se coloca el suelo de tabla y los tabiques. A partir de aquí arrancan otros postes en vertical que sostienen una segunda planta, si la hay, y después la estructura del tejado, que como se ha visto es de madera.

La forma tradicional de unir las piezas que componen la estructura ha sido mediante encajes que se aseguraban a veces con clavos y antaño con clavijas de madera.

En Hondarribia (G) los pasadores de madera que se usaban en tiempos pasados recibían el nombre de kabilla; la más apropiada para esta función era la de acacia.

En Itziar (G) el chaveteo de los materiales de madera se hacía por los años treinta del siglo XX con clavos, iltze, y antes con entenga, clavo grande de hierro y con gabilla, clavo de madera.

En Ezkioga (G) por la misma época, en las casas antiguas era frecuente ver clavadas tanto las vigas y viguetas como las tablas de los pisos con tacos de madera llamados ziri[1].

En Bedarona (B) los clavos que servían para unir las vigas eran de madera y aún se conservan hoy día.

En el Valle de Carranza (B) el armazón interior de madera a la altura de la planta baja o cuadra está formado por pies derechos, postes, que se apoyan en sus respectivos poyales de piedra. Sobre los postes descansan las zapatas, piezas de madera cortas dispuestas horizontalmente cuya función es sostener los tirantes, gruesas vigas de la misma sección que postes y zapatas que recorren la casa a todo lo largo. El número de postes varía dependiendo de la longitud del edificio. En cuanto a los tirantes a pesar de que para su preparación se recurría a robles gruesos y largos son necesarios más de uno para alcanzar toda la longitud de la casa. Las uniones entre ellos se realizan sobre las zapatas.

Un extremo de la línea de tirantes se apoya en el muro posterior de la casa, en el que queda empotrado pero sin atravesarlo completamente, de ahí recorre todo el techo de la cuadra. El extremo opuesto atraviesa el muro de la fachada y sobresale tanto como la prolongación de los muros laterales o pipianos. Este tramo de viga que sobresale recibe el nombre de pluma. Es habitual que sean dos las hileras de tirantes y por tanto dos las plumas. Sobre ellas se sostienen los balcones.

Entre el muro de carga paralelo al tirante y éste se disponen las vigas. En la parte del muro no descansan directamente sobre la piedra sino sobre otra viga horizontal apoyada en la cara interior de aquel aprovechando que es aquí donde pierde anchura. Lo normal es que el techo de la cuadra cuente con tres hileras de vigas, dos que van de los tirantes a los muros laterales y otra central dispuesta entre dichos tirantes. Sobre las vigas se clavaba la tarima de tabla que da lugar al piso de la vivienda o primera planta, obviamente disponiendo las tablas perpendicularmente a las vigas.

(a y b). Estructuras de madera de sendas casas de Zerain (G) y Bernedo (A). Fuente: (a) Archivo particular Nikola Madariaga y (b) José Antonio González, Grupos Etniker Euskalerria.

Apoyados sobre los postes anteriores se levantan los siguientes, que corresponden a la primera planta o vivienda. Estos soportan a su vez otros tirantes. Pero ocurre que los mismos se hallan girados 90º respecto a los anteriores. De este modo ahora van de una de las paredes laterales a la otra y no de la trasera a la fachada. En su recorrido descansan sobre las zapatas situadas sobre los postes citados. Al hacer este giro se consigue coser todos los muros de la casa. Aunque conviene tener en cuenta que en el Valle se ha constatado la existencia de algunas casas cuya estructura interior de madera es independiente de los muros de carga, es decir, se podrían desmontar las paredes perimetrales de la casa sin que se viniese abajo dicha estructura y tampoco el tejado, pero no es lo común.

Al hallarse girados los tirantes ocurre que para construir el balcón de esta segunda planta ya no es posible recurrir a las plumas. En esta ocasión una viga no tan gruesa como un tirante recorre toda la anchura de la casa, de pipiano a pipiano, apoyada en dos postes con sus respectivas zapatas que parten de los extremos de las plumas inferiores y que sirven de soporte a esta viga. Asimismo dichos postes sirven de apoyo a las barandillas de los balcones, de tal modo que éstas suelen contar con tres tramos, dos que van de los pipianos a dichos postes y uno central entre postes.

Sobre esta segunda estructura de postes, zapatas y tirantes se colocan las vigas y la tabla que dan lugar al suelo del sobrao o camarote. Como los tirantes estaban girados, ahora las tablas también se hallan perpendicularmente dispuestas respecto a las del primer piso.

De nuevo, otra tanda de postes, apoyados sobre los anteriores, son los que sostienen la estructura del tejado. Una vez más se da un giro de 90o de tal modo que las grandes vigas que sostienen el tejado hacen el recorrido de la casa con la misma orientación que las del techo de la cuadra.

La estructura del tejado es mucho más compleja ya que no se trata de una superficie plana sino inclinada que a menudo no es a dos aguas sino a tres, incluyendo además un tejadillo a modo de cola de milano en la fachada que recibe el nombre de morisca.

Los postes con sus zapatas sostienen dos hileras de tirantes que esta vez sobresalen de la fachada, pero no la atraviesan sino que se apoyan en la parte superior del muro que la constituye.

Zurajea, estructura de madera, del caserío Amentzela. Elosua (G). Fuente: Archivo particular Nikola Madariaga.

Sobre los muros laterales descansan unas vigas o soleras en las que se apoyan otras más gruesas y algo curvadas que partiendo de aquí se dirigen hacia los postes a los cuales se unen mediante encajes y clavos. Reciben el nombre de caballos. Sobre los mismos se disponen unos tirantes que marchan paralelos a los antes citados sólo que éstos se sitúan a una altura inferior y reciben el nombre de sopandas. Sobre los dos tirantes centrales se colocan otros caballos curvos y en la parte central y superior de los mismos se apoya el cumbre, una viga de buenas dimensiones que recorre el tejado perpendicularmente a la fachada. A menudo sobre cada caballo es necesario disponer calces para nivelar el cumbre. De este modo tenemos que a un lado está el muro lateral, a continuación algo más elevadas quedan las sopandas, seguidamente los tirantes y aún más elevado el cumbre, así se consigue proporcionar la inclinación adecuada a cada vertiente del tejado.

Pero esta estructura se complica aún más porque es raro que el tejado sea a dos aguas. En la zona trasera ocurre a veces que desciende un faldón dando lugar a la tercera vertiente. Para conseguir esto el cumbre es más corto que la longitud de la casa de tal modo que de él parten oblicuamente dos tirantes que van a morir a los esquinales traseros de la casa.

En la delantera ocurre algo similar para poder construir la cola de milano o morisca, solo que las dos vigas oblicuas no se dirigen hacia los extremos de los pipianos sino hacia los tirantes que antes indicamos que sobresalían de la pared de la fachada y que aproximadamente se hallan equidistantes del cumbre y de los paredones.

Sección de Casa Manchito. Izal (N), 1982. Fuente: Roberto Urtasun, Grupos Etniker Euskalerria.

En Orozko (B) las vigas, ageak, se apoyan sobre pirámides truncadas de piedra caliza, poialak. Sobre estas vigas van los postes, frontalak, que soportan a su vez los postes, posteak, que hacen de base al entablado del suelo. Las uniones de los postes se llaman kabezalak, cabezales en castellano[2].

En Bermeo (B) para el armazón central del edificio se usaban troncos, agiek. Primero se colocaban los postes, postiek, sobre ellos en horizontal se disponían otros troncos, frontalak, que sostenían la estructura del piso, kuartoiek, sobre la que se hacía la entablación.

En la villa de Durango (B), en las casas del casco urbano, los pilares y las vigas que forman la estructura son de madera de roble. Las vigas están empotradas en los muros medianeros de mampostería y aparecen reforzadas con ménsulas de madera sobre los pilares. Al ser de origen medieval y con una fachada relativamente estrecha se percibe que para hacer las vigas aprovechaban toda la longitud de los troncos.

En Urepele (BN) el piso primero y el superior o segundo son tablados sobre pitrailak, vigas, y solivos apoyados en las paredes y en tentia, el poste de madera el cual se eleva sobre un pedestal de piedra y termina en sapel, capitel de madera. El techo, teilati, se compone de karrerak, solivos, que se apoyan en zapatak, vigas tendidas sobre los muros laterales, y en etxe-bizkar, caballete, todo cubierto por latak, tablillas, sobre las cuales van las tejas abarquilladas, teilak.

En Améscoa (N) la estructura interior de todas las casas es de madera y su disposición muy sencilla. En el centro del vano interior de la casa, uno o varios pilares, según la largura del hueco, sostienen los extremos de dos gruesas vigas horizontales, llamadas cadenas, cuyos extremos opuestos van empotrados en las paredes maestras. Sobre estas vigas y las paredes paralelas a ellas se apoyan los cuartones, que son viguetas de madera, que forman el emparrillado del piso. Entre cuartón y cuartón queda un espacio de unos 35 cm; una masa de yeso y trozos de ladrillo y teja cierra esos huecos que separan a los cuartones y forman el suelo del piso. Los pilares de la planta baja suelen ir, generalmente, montados sobre unas basas de piedra labrada de forma cuadrangular. Apoyándose en el pilar de esta planta se levanta el del piso, que al igual que el anterior sostiene las vigas y el entramado de cuartones y yeso que forman el piso del desván. Sobre el punto de apoyo de los pilares anteriores descansa el que sostiene el caballete o gallur. El caballete, que corre perpendicular al pilar, traza la arista que divide las dos vertientes del tejado. Del caballete bajan los cabrios hasta la parte superior de las paredes exteriores. Los cabrios son largueros de roble que forman el emparrillado del tejado, que va cubierto con tejillo, tabla delgada de roble.

En Aurizberri (N) los pisos se sostienen sobre vigas, petralea, las cuales descansan en paredes por sus extremos y en postes, pilarea, hacia el centro del edificio. Las vigas se apoyan sobre los postes mediante un capitel o madera horizontal que llaman txinala o zapata[3].

En Aintzioa y Orondritz (N) el sistema habitual de construcción que presentan las casas es sujetar sobre cuatro o más pilares de roble, puentes de madera que a su vez sirven de apoyo a los troncos rectangulares llamados solivos. Sobre ellos se clava la tarima, también de roble, tanto en suelos como en techos.

En Eugi (N) los pisos son a base de vigas o solivos de madera sobre los que se dispone el entarimado. El apoyo se realiza por empotra-miento en los muros o bien sobre ménsulas de piedra. Los maderos de los pisos están escuadrados mientras que en las cubiertas pueden ser rollizos. Según las dimensiones de las casas se resuelven con crujía única, o bien doble o triple, utilizándose soportes de madera.

En Sangüesa (N) los entramados de los pisos están armados por potentes maderos, generalmente en rollo o redondos; a veces se pueden ver sus cabezas desde el exterior de la calle.

En Lezaun (N) en la planta baja los pilares son de mampostería y de madera. También se da el caso de que no haya pilares por ser las reparticiones con pared, haciendo innecesaria su existencia. En la primera planta y en el tejado son frecuentemente de roble con una pieza horizontal en su parte superior llamada chinela o zapata, sobre la que apoyan las vigas principales llamadas cadenas, que también son de roble.


 
  1. Sinforoso de IBARGUREN. “Establecimientos humanos y zonas pastoriles. Pueblo de Ezkioga” in AEF, VII (1927) p. 36.
  2. La confusión entre viga y poste, de tal modo que a la pieza vertical se le llame viga y a la horizontal poste, está más extendida que la aportada en este ejemplo.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. “Pueblo de Aurizperri (Espinal). Los establecimientos humanos y las condiciones naturales” in AEF, VI (1926) p. 15.